Primer paro general del año en Argentina

Agencia de noticias La vaca

El paro convocado por la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) confirmó que el verano no se fue de vacaciones. A temperatura de horno, una multitud diversa encontró un lugar común en la calle, en la transpiración, en el entusiasmo, y en la necesidad de manifestarse. La policía calculó 50.000 personas. En la práctica se observó una Plaza de Mayo llena hasta las vallas y ocho cuadres de personas que seguían entrando mientras los que estaban salían por las calles laterales.

Los actos se replicaron en diferentes provincias del país como Córdoba, Santa Fe, Río Negro, Entre Ríos y Santa Cruz.

La marcha del Obelisco a Plaza de Mayo fue acompañada por miles de personas pese a las amenazas de los funcionarios de Seguridad de aplicar el autodenominado Protocolo de Actuación de las Fuerzas de Seguridad del Estado en Manifestaciones Públicas, anunciado por la ministra Patricia Bullrich la semana anterior. La pulseada en este rubro había comenzado temprano, cuando grupos de izquierda cortaron el tránsito en Callao y Corrientes. La repetidora mediática atizaba anunciando que el gobierno no aplicaba el Protocolo, y que la situación era caótica, pero la policía –en una actitud lógica- no intervino, ni a los 5 minutos, ni después.

Superar el miedo

Sólo en la 9 de Julio se observaron micros de la Policía Federal, pero desde ahí hasta la plaza, por Avenida de Mayo no hubo un solo policía. “Un alivio, porque vinimos igual, pero con miedo, por eso no trajimos los chicos”, comenta a lavaca.org Sara, 28 años, 2 hijos de 4 y 7 que se quedaron con su tía. Llegó con la columna de su barrio –Lugano, aclara- motivada por una urgencia concreta: “Nosotros tenemos una cooperativa que se ve afectada doblemente. Por un lado, porque todavía no definen si van a seguir apoyando este tipo de emprendimientos, pero además porque echaron a toda la gente que trabajaba en el programa. ¿Quién se va a ocupar ahora? Todavía no tenemos respuesta”.

La herencia

Sobre el escenario montado en Plaza de Mayo habló Hugo Cachorro Godoy, secretario general de ATE Nacional. Su propuesta se fundamentó en un llamado a la unidad para impedir despidos y “parar las políticas de Macri contra los trabajadores y el pueblo”. Otros planteos

  • El gobierno kirchnerista “nos dejó 95.000 trabajadores precarizados en el Estado nacional y 600.000 trabajadores precarios en las provincias y en los municipios”.
  • “Estamos viviendo una real crisis económica y social en el país, con aumento de la desocupación y la pobreza. Por cada punto de aumento de precios y de inflación significa 30.000 nuevos argentinos que están por debajo de la línea de la pobreza. Tenemos que pelear juntos, los sindicatos, las organizaciones sociales y políticas para parar estas políticas, para cambiar esta realidad y generar un destino de grandeza para todos los argentinos”,
  • “Nos despiden en los sectores de la Nación, nos despiden en los municipios y en las provincias; nos estigmatizan a los trabajadores públicos, quieren separar a los trabajadores del Estado del pueblo con el que trabajamos todos los días. Sentimos angustia cuando no podemos lograr incorporar a un compañero despedido y sentimos angustia cuando vemos que tenemos más de 300.000 trabajadores en municipios y en las provincias que cobran sueldos por debajo del salario mínimo vital y móvil”.
  • “Queremos decirle al presidente Macri que no vamos a permitir ningún despido más en ningún organismo público. Decimos con claridad, también, a los gobernadores y a los intendentes, que esta demostración de capacidad de pelea, de unidad de todos los sectores, de solidaridad y organización se va a multiplicar en cada rincón de la Patria si no abren la paritaria, si no terminan con la precariedad laboral, si no logramos aumentos dignos y no logramos la reincorporación de todos los trabajadores despedidos”.

ATE Nacional está integrada a la CTA Autónoma que conduce Pablo Micheli, pero también se movilizó la CTA de los Trabajadores liderada por Hugo Yasky. En esta última se encuadra ATE Capital, que desde noviembre está encabezada por Daniel Catalano. Catalano, justamente, resaltó el hecho de que ambas centrales hayan podido, después de tanto tiempo, actuar juntas.

Dijo además que no aceptarán techo para las paritarias” ni “el ajuste económico sobre los trabajadores, como no aceptamos los grandes aumentos y los tarifazos en los servicios públicos”.

Shrek  y el burro, presentes

La marcha fue también un espacio para expresarse con creatividad. Por Avenida de Mayo, entre las miles y miles de personas, marcha un camión convertido en escenario.

Arriba, al menos seis personas.

Todas vestidas con trajes y camisas impecables. Todas tienen máscaras del burro de Shrek.

¿Burros?

Sí, somos burros porque somos CEO´s.

Detrás del camión, marcha la columna del Sindicato de Curtidores.

Pero hay más: sobre el camión también hay un sillón. Una persona con peluquín está sentada charlando con uno de los CEO´s con máscara de burro. Señalan y hablan con gestos ampulosos a una tele chica y vieja que tienen enfrente. La TV está apagada, claro, pero sobre la pantalla han  cartel pegado el logo de TN.

La Avenida de Mayo se convierte en una pasarela de gremios, sindicatos, partidos políticos y movimientos autónomos, que desfilan hacia la Plaza cada uno con su bandera, cántico y reivindicación. Salvo en la concordancia de acabar con los despidos, el no a la criminalización de la protesta y las paritarias sin techo, no se percibe homogeneización en las consignas, que sin embargo marchan todas juntas pacífica y ruidosamente.

La Colectiva en A4

En la cabecera de la marcha los representantes de los diferentes grupos participantes comparten la consigna y el reclamo: “Si no hay trabajo qué quilombo se va a armar”.

Por primera vez de esa cabecera participa una representante trans de la Colectiva Lohana Berkins. Es Marlene Wayar que lleva una pancarta que proclama “Furia Travesti”, la frase con la que se despidió Lohana en la carta que hizo pública antes de morir, a principios de febrero. En esta, su primera marcha, la Colectiva que lleva su nombre fue la encargada de cerrar la marcha, con ritmo y desparpajo. Más de 500 personas  animaban la calurosa caminata con cánticos que proclamaban: “Olé Olá, Macri no es puto, es liberal. Hacete cargo qué él es heterosexual”. En la primera fila estaba Saya, la hermana de Diana Sacayán, otra emblemática referente del movimiento trans que fue asesinada en noviembre pasado. La bandera de Saya clamaba “Justicia”. Explica por qué: “Hay dos detenidos, pero nuestra preocupación ahora es que no los excarcelen ni los dejen en libertad después del juicio. Y eso implica que tenemos que estar alertas y atentas hasta que el fallo los condene como corresponde. No te podés relajar porque lograr justicia en este país es algo que depende de lo que hagamos todas las personas, no solo un juez”.

El reclamo de la Colectiva Lohana Berkins está expresado en una hoja A4 que reparten entre los manifestantes. El resumen: ley de reparación para todas las personas perseguidas, encarceladas y violentadas institucionalmente por su identidad de género, implementación del cupo laboral trans en la provincia de Buenos Aires y su extensión a todo el país, justicia por Diana Sacayán. Pretenden así que las batallas actuales no sólo se libren por garantizar derechos obtenidos que hoy peligran, sino avanzar. “Trava que se organiza no aguanta más palizas”, grita esa columna. “Y es así nomás: si te organizás es para decir basta, pero también para decir esto me corresponde”, sintetiza la poeta Susy Shock.

Platos en la bandera

Además de sindicatos y partidos, laten banderas de Ministerios, docentes y hasta grupos de personas que parecen estrenar las suyas por primera vez: agrupaciones de estudios académicos, escuelas que marchan por su cuenta, trabajadores del Estado que llevan su propia denuncia. “50 tutores desafectados de Argentina Trabaja”, dice uno. Otra informa en primera persona: “Echada del Ministerio de Cultura. Somos 500 personas, no números”. Arriba, una bandera negra lleva pegados decenas de platos -platos de cocina-, aquellos que alguna vez el ministro de Economía Domingo Cavallo mandó a los científicos a lavar, intentando insultar así a la socióloga Susana Torrado. Debajo, una consigna: “La cultura está de luto”.

Los números, en cambio, se representan en los pedidos por las paritarias, otro de los grandes ejes de la movilización: “Con el 25% no comemos”, “No al techo de paritarias”, “Aumento del 40%, trabajadores de INTA”, y así. Por allí también se ve la columna de Sipreba (Sindicato de Prensa de Buenos Aires) que cantan para reclamar el pago de sueldos adeudados de los trabajadores de Grupo 23.

La calle, el agua y el oro

Una de las columnas más grandes fue la de la Central de Trabajadores de la Economía Popular, encarnada en la Ciudad por cartoneros, manteros y trapitos, y más allá por trabajadores de las cooperativas. Según contaron, la Central creció en estas semanas como coletazo del recorte de programas estatales, reflejado en el crecimiento de afiliados. También ello se vio en ATE: nuevos afiliados, jóvenes universitarios, que portaban sus pecheras por primera vez.

Sobre el césped, a metros de la fuente en la Plaza, tres banderas traían otro reclamo: “El agua vale más que el oro”. Allí están los vecinos de Andalgalá (Catamarca) que hace más de dos semanas acampan frente a Tribunales exigiendo sentencia a la Corte Suprema de Justicia de la Nación respecto a un amparo ambiental para evitar que la minera Agua Rica siga operando en su territorio.

En medio de la alerta amarilla pronosticada para este miércoles –cualquier similitud con la coyuntura política es pura coincidencia- una persona destaca entre la multitud.

Lleva puesto un pantalón negro, una remera negra y una túnica negra.

Desde el rostro le sale un pico que baja en punta de unos 30 centímetros. Quizá más.

-Soy un buitre-, dice.

A metros del buitre, una bandera reza: “Los derechos humanos no son un curro”.

De lejos, como una metáfora, se ve la Casa Rosada.

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