Frente a la disminución de la intensidad de la pandemia por Covid-19, quedan muchas tareas pendientes y urgentes ligadas a la inmediata prevención ante la posibilidad de que se genere una nueva ola de contagios o de que nuevos virus más letales y mortales aparezcan. Una parte importante de los fallecimientos han estado vinculados a comorbilidades como diabetes, hipertensión y obesidad. Todas ellas derivadas directa o indirectamente de una alimentación deficiente o mal equilibrada. Construir sistemas alimentarios saludables o todavía más, promover la soberanía alimentaria de nuestro país, se convierte en una de las estrategias urgentes que deben atenderse desde los distintos ámbitos de gobierno.
En este sentido, el impulso a circuitos económicos sociales y solidarios (cess) pueden funcionar como herramientas que permitan promover una alimentación adecuada, pero también contribuir a la reactivación económica, a la dinamización de mercados locales y en términos amplios del mercado interno, generar trabajo digno, fortalecer las redes sociales comunitarias, así como mejorar el ingreso y el bienestar familiar.
Los cess integran procesos de producción, consumo, comercialización, innovación tecnológica, financiamiento solidario, difusión y educación, a través de la integración de grupos, colectivos, cooperativas, empresas de economía social, empresas privadas y redes colaborativas de todos estos actores. Es decir, ponen en comunicación y en vinculación a consumidores y productores a través de la generación de relaciones económicas y sociales más democráticas y participativas para resolver necesidades sin poner en riesgo el medio ambiente y la sostenibilidad de los procesos y de los actores involucrados.
Frente a una economía dominante protagonizada por empresas agroalimentarias, grandes empresas comercializadoras, que promueven la venta de productos modificados genéticamente, o que se mantienen a través de conservadores químicos para alargar su vida antes de ser consumidos los cess promueven la comercialización de productos locales que pueden ser producidos en condiciones saludables y llegar a consumidores que se encuentran cerca de donde se producen.
La posibilidad de impulsar y construir estos circuitos económicos sociales y solidarios requiere de un trabajo conjunto entre los actores centrales de estos circuitos, de políticas públicas adecuadas que impulsen unidades económicas solidarias; de instituciones educativas y organizaciones que promuevan un consumo consciente y responsable para mantener la salud; y de una transferencia de innovación tecnológica y social para mejorar procesos y relaciones entre los actores.
*La autora es doctora y académica de la Universidad Iberoamericana Puebla.