La forma en que los medios de comunicación en América Latina presentan a la mujer es preocupante, pues es frecuente que la hagan culpable por sus formas de vida, de acuerdo con estándares machistas que profundizan y naturalizan las prácticas violentas, manifestó la filósofa venezolana Oneida Chirino Ferrer.
Durante el Ciclo de conversatorios Feminicidio y medios de comunicación, que organizó la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), la directora del Centro de Filosofía para Niños y Niñas de la Universidad Católica Cecilio Acosta, afirmó que la influencia y penetración de aquéllos en la sociedad se han robustecido a través de redes sociales, videos, películas, series y música de moda, de ahí la importancia de sensibilizar a estos mensajeros para crear contenidos con perspectiva de género.
En la educación está la clave para lograr las transformaciones necesarias para construir un mundo con equidad, que debe empezar en la enseñanza preescolar y primaria. Las violencias de género no deben ser preocupación sólo de movimientos feministas, sino de la población, pues es un derecho humano erradicarlas, consideró.
La doctora Cynthia Ottaviano, docente e investigadora en la Universidad Nacional de la Plata, señaló que prevalecen las lógicas de producción clasista, machista, étnica y mercantilista en los medios de comunicación en Argentina, sobre todo en los privados. Sin embargo, puede decirse que ha habido un avance significativo en cuanto a las coberturas y a los tratamientos responsables, advirtió.
La directora de Radio y Televisión Argentina señaló que cuando empezó a trabajar como comunicadora, 30 años atrás, los actos de feminicidio se cubrían como hechos policiales y se les catalogaba como crímenes pasionales. Hoy el escenario es distinto; en la mayoría de los centros urbanos ya se referencian como feminicidios.
Movimientos organizados feministas lograron una legislación de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar las violencias contra las mujeres, incluyendo la violencia simbólica y mediática, y una ley de servicios de comunicación audiovisual, de la que se desprendió la Defensoría del Público –fundada por Ottaviano– que se encarga de sancionar los contenidos periodísticos que vulneran los derechos femeninos y de comunidades LGBTQ+.
Hoy hay una mejor comprensión de que el problema es estructural, histórica, económica, política y cultural desde los medios informativos. A raíz del feminicidio de Micaela García se creó la Ley Micaela que establece la obligatoriedad de la capacitación en perspectiva de género para todas las instancias del gobierno.
Pero es una realidad que, en el marco puntual de los medios de comunicación, aún existe un sistema jerárquico de relaciones desiguales en el que ellas y las disidencias sexuales aparecen con roles de subordinación y de subrepresentación con estigmatizaciones de figuras retóricas que son discriminatorias.
Ottaviano hace una distinción entre femicidio y feminicidio; el primero se refiere a la anulación femenina por el hecho de ser mujer, y el segundo, a la implicación del Estado en la violencia institucional. “Es preciso analizar las condiciones estructurales, es decir, las patriarcales y mercantilistas de producción periodística”.
El techo de cristal se expresa en las redacciones periodísticas porque las mujeres están subrepresentadas en los espacios de toma de decisiones. Para la creación de contenidos es necesaria la capacitación para periodistas y una alfabetización comunicacional, así como profundizar en las miradas críticas de las audiencias al interior de las redacciones para establecer códigos de ética.
La filósofa propuso reflexionar en torno a la distribución de roles, de asignaciones y la representación de subjetividades, así como la elaboración de políticas públicas constantes, permanentes y transversales en todos los ámbitos; y, consideró esencial, comenzar el trabajo de erradicación de las violencias desde los micro mundos, desde esas bases donde se construye la cotidianeidad.
Irasema Fernández, escritora, artista visual y activista mexicana, refirió el feminicidio de Ingrid Escamilla, que resonó en las redes sociales porque se filtraron imágenes muy sensibles del crimen que varios medios de comunicación manejaron con morbo, y la respuesta fue abrupta: movimientos de mujeres se movilizaron para resaltar su vida. El caso Ingrid resultó en una ley que sanciona a medios de comunicación sobre imágenes mórbidas de feminicidios.
Si hay más feminicidios, advirtió, es porque cada vez hay más mujeres que se resisten a las violencias y al control de sus cuerpos por parte de los machos. Además reveló que colectivos femeninos han hecho acercamientos con medios informativos para exigir que no revictimicen las situaciones de violencia de género, que no se estigmaticen ni criminalicen y que consignen las notas sobre marchas, mítines y expresiones de lucha de género sin prejuicios.