Sao Paolo, Brasil. A estos artistas los ha consagrado su andar diario en las comunidades, sus obras hechas con los testimonios del imaginario popular, sus atrayentes asaltos a tardes o noches de Sao Paulo, para llevar el arte a los transeúntes de una calle cualquiera la vida que merodea los “márgenes” de la ciudad.
Marcelo Palmares pertenece a Pombas Urbanas, uno de esos grupos comprometidos con el movimiento teatral de la periferia. Cuenta que su compañía surgió en 1989, en San Miguel Paulista, un barrio de la zona leste de Sao Paolo, “a partir de un proyecto llamado Sembrar alas, coordinado por el director y actor peruano, Lino Rojas, quien tenía la intención de trabajar con jóvenes que desconocían el arte de las tablas. Aquel barrio, formado en su mayoría por migrantes nordestinos y con una rica cultura, muchas veces negada, contaba con las condiciones para hacer teatro. Unos 800 muchachos se inscribieron. Lino inició el trabajo con 100 y de estos quedaron veinte, que posteriormente dieron origen a Pombas.”
Palomas, es la traducción al español. El nombre sirve como metáfora al grupo, nacido con el propósito de redescubrir en el público la sensibilidad e identificación con personajes que, como esas aves urbanas, cruzan habitualmente y sin ser percibidas por las miradas. Sus actuaciones privilegian el absurdo, la farsa. La hilaridad es la manera que encuentran para establecer puentes hacia esos mundos, y lograr que, tras el espectáculo, las risas conduzcan a serias reflexiones sobre las tragedias humanas implícitas en la escena.
Es un teatro político. Al mismo tiempo que critica la indolencia, incentiva la creatividad y las acciones para transformar el contexto de excluidas y excluidos. Con estas motivaciones, durante estos días decidieron rescatar del baúl de sus presentaciones Historias para ser contadas, del dramaturgo argentino Osvaldo Dragún:
“Específicamente este espectáculo habla mucho de Sao Paolo”, refiere Marcelo. “Siempre fue una preocupación de Pombas hablar de la ciudad, de la discriminación hacia las personas sin hogar que habitan el centro urbano. Muchas veces son señaladas como minorías y hasta agredidas por su situación.
“Para la concepción de la obra, los artistas estudiamos mucho la vida en las calles. Nos quedamos horas dando vueltas por el centro para recrear y alimentar las historias. Este espectáculo tiene 15 años de existencia; andaba guardado, dormido, enterrado, pero creímos que estaban aconteciendo tantas barbaridades, que muy poco había cambiado en la ciudad, y lo remontamos. Decidimos actualizarlo colocando cuestiones inherentes al contexto de hoy como la violencia con que la televisión trata a las personas de las calles, y la relación que la ciudad tiene con los niños que moran en ellas, con las prostitutas, con los borrachos, y otorgarles voz a través del teatro.
“Tratamos que los textos utilizados representen al pueblo, que salgan de sus necesidades. Por eso, trabajamos con autores latinoamericanos comprometidos con la cultura popular y, con la creación proveniente de grupos que comparten nuestro origen”.
Actuar: la resistencia en la periferia
En la calle María Antonia, Historias para ser contadas tuvo un cierre distinto. Pombas Urbanas colgó en los ojos del público el mismo mensaje que artistas de teatro comunitario y otros trabajadores de la cultura levantaron al irrumpir en la sede de la Fundación Nacional de las Artes (Funarte) de la ciudad de Sao Paolo, el pasado 25 de julio. “Es hora de perder la paciencia”, podía leerse mientras anunciaban que la ocupación terminaría, el primero de agosto, con una marcha desde esa institución vinculada al Ministerio de Cultura hasta Itaú Cultural -para los protagonistas de la movilización, un símbolo de la agonía del arte público.
De acuerdo con el actor, participante en estas acciones, “las protestas tienen sus causas en la falta de respaldo del Estado a una política cultural fuera del mercado. El nuevo gobierno (Dilma Rousseff ) no ha dado continuidad a proyectos de beneficio popular iniciados en los años de Lula. El país solo mira hacia la Copa Mundial del 2014, y poco se piensa en el desarrollo de la cultura para millones de personas que precisan de un acceso».
“Queremos que otras regiones del país se unan a nuestras protestas, al inmenso cortejo cultural y teatral que generan. Con alegría, como ha sucedido siempre, vamos a seguir manifestándonos contra esta política cultural que se implementa en Brasil”, insiste el artista.
El pasado 1 de agosto, un gigantesco performance atrapó la atención de las calles de Sao Paulo, poniendo fin a la ocupación de la institución del gobierno. En una carta pública, el Movimiento de los Trabajadores de la Cultura, al que se integra Pombas Urbanas, explicó que su lucha tiene raíces en las discusiones contra la Ley Rouanet de 1991, que abrió las puertas al financiamiento de las actividades culturales por sectores privados (empresas o personas) a cambio de incentivos fiscales.
Los artistas exigen al ministerio representado por Ana de Hollanda retomar los cambios proyectados por el anterior gobierno, frenar el anuncio de reducción del presupuesto fiscal destinado a las artes y ofrecer a la cultura el reconocimiento como derecho social.
Simbólico fue que levantaran privadas (tazas sanitarias) durante la movilización que dio cierre a la ocupación de la Funarte. Si bien el acto significó un cuestionamiento a la actual desvalorización de la cultura y a su privatización, también podría aludir a aquel movimiento de vanguardia del pasado siglo que con un nuevo concepto del arte, preparó el terreno para “bajarlo” de las suntuosas galerías. De muchas formas los artistas de Sao Paolo explicitan su resistencia. En el manifiesto donde denunciaban la mercantilización del arte por empresas privadas, expresaron que el fin último de su trabajo es poner la cultura en función de una sociedad más justa.
Identificado con esta lucha, Marcelo concluye su diálogo con Desinformémonos. Nos entrega un libro que recoge los veinte años de militancia de Pombas Urbanas en el teatro de la periferia, una experiencia que multiplican en el barrio Ciudad Tiradentes donde alzan su casa, el centro cultural Arte en Construcción:
“Existen numerosos grupos, principalmente de jóvenes, que creen necesario salir de sus barrios periféricos y hallar en el centro maneras de potencializar sus trabajos”, dice el actor. Pienso que Pombas Urbanas y muchos otros grupos que han participado en esta muestra por varios lugares y calles de la ciudad, están evidenciando que existe un camino contrario. No debemos abandonar nuestros espacios, pues allí millones de personas siguen apartadas del arte y de equipamientos para poder desarrollarlo. El gobierno tiene que fomentar este trabajo con recursos públicos, apoyar la iniciativa y el esfuerzo de los grupos comunitarios. Nuestra opción es quedarnos en los barrios, actuar y recibir ahí el reconocimiento como artistas”.
Sigan luchado contra la burocracia y sigan llevando arte a cada rincón que puedan alcanzar. Eso , aunque no lo parezca, hace la diferencia. Si nos unimos podemos hacer las diferencia “arriba Pombas Urbanas”
El teatro es mas que diversión, la cultura no se inventa para los turistas. Extrañamos desde Colombia que el gobierno no quiera darle continuidad
a una política cultural que estaba mostrando la riqueza y la potencia de la cultura popular de Brasil.