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«Por el momento, he corrido al amor romántico de la escena»

Ramiro Giganti

La cantante Inés Cuello va a volver a actuar en el Teatro Picadero el próximo 11 de septiembre, presentando su espectáculo Tangos que no hablan de amor, junto al pianista Pablo Fraguela. En una entrevista con ANRed la artista habla de su futura presentación, la experiencia de haber cantado en el centenario de Astor Piazzola, su concepción del tango y las perspectivas de género en la actualidad, y la novedad de presentarse en la terraza del teatro debido a la difícil situación sanitaria. 

Después de su presentación el pasado 31 de julio con entradas agotadas en el Teatro Picadero, Inés Cuello se prepara para una nueva presentación en el mismo escenario, situado en un lugar icónico de la Ciudad de Buenos Aires: el pasaje Enrique Santos Discépolo.

Con un repertorio que incluye la obra de artistas como Eladia Blázquez, María Elena Walsh y Astor Piazzolla, la cantante explora las posibilidades de su música y juega con sus texturas para potenciar cada obra elegida. Movida por la búsqueda consciente de un repertorio que la identifique, que combine la emoción de una buena melodía con la fuerza de una poesía que nos permita entrever y desear una sociedad libre de estereotipos y opresiones, Inés nos invita a cantarle a la ciudad, a la solidaridad, a la esperanza, a la libertad.

Estamos en el centenario de Astor Piazzola. El pasado 12 de marzo se cumplieron 100 años de su nacimiento. En ese contexto participaste de la celebración interpretando parte de su obra en el Teatro Colón ¿Cómo fue esa experiencia?

La experiencia de cantar en el Teatro Colón, junto al Quinteto La Grela (músicos y amigos a quienes quiero y admiro), y por si fuera poco, haciendo un homenaje a Astor Piazzolla y su obra, fue de las experiencias más emotivas e importantes de mi vida. Tener esa sala frente a los ojos, a mi familia (abuela incluida) en la platea, la presencia de un montón de amigas y amigos viendo y escuchando la transmisión en vivo del concierto desde diversos lugares del mundo… una experiencia que guardo en el cuerpo y la memoria para el resto del viaje.

Siguiendo con Piazzolla, dentro del ambiente más tradicional del tango fue una figura duramente cuestionada por sus diversos estilos e innovaciones que no contaron con la simpatía de sectores más conservadores dentro del género. Si bien cada vez  sucede menos, sigue habiendo quienes consideran que la música de Piazzolla “no es tango”. ¿Qué reflexiones e interpretaciones tenés sobre aquellos debates y la actualidad de este género tan representativo de Buenos Aires? ¿Qué considerás que aportan las nuevas generaciones?

Entiendo que las expresiones artísticas populares, que no hablan del momento del mundo y de la sociedad que las crea y ejecuta, van, con los años, en camino a apagarse. Por esto celebro las influencias que hicieron de este género, una música tan rica. Celebro las innovaciones, las nuevas composiciones, la renovación del discurso tanto poético como musical. Es, a mi entender, la única forma de mantener viva la llama del tango, y de seguir convocando a sus filas a las nuevas generaciones, tanto de músicas/os como de público en general. Creo fundamental la fusión entre las nuevas generaciones y sus ideas frescas, la realidad actual del mundo haciéndose presente en las obras, y a la par, la esencia y la experiencia de generaciones anteriores. Si no se excluyen una a la otra, si se escuchan y se respetan… hay tango para rato.

¿Y en relación a la cuestión de género? El tango tuvo un perfil conservador (por no decir machista) en este tema. De hecho tu show se llama Tangos que no hablan de amor ¿Qué caracterización tenés sobre el tango y las cuestiones de género? ¿Intentás expresar algo en relación a esto desde tu arte?

Si, por el momento, he corrido al amor romántico de la escena. Necesité no cantar por un tiempo algunas obras que siempre disfruté desde lo musical, pero que de pronto, por mi tránsito personal, por la deconstrucción de esas formas hetero patriarcales en la que trabajo todos los días (las propias), sentí que no podía seguir repitiendo esa forma de amor que ilustraban sus letras. Esto va en la misma línea de lo que expresaba antes, es necesario un movimiento del discurso en sintonía con los cambios que vamos haciendo en lo personal y en lo colectivo como sociedad, para cortar con cualquier tipo de opresión y desigualdad. Mi arte siempre habló de mí, incluso cuando no me cuestionaba nada (el arte lo reflejaba). Me siento cada vez más despierta (los años y las experiencias vividas vienen haciendo su trabajo) y mi canto es transparente con mi proceso personal.

Hubo cantoras que te precedieron ¿a quienes consideras como referentes o entre tus influencias artísticas?

Hay muchísimas cantoras que han influido y siguen influyendo en mi canto, por diversos motivos. De generaciones anteriores, mujeres de enorme talento y valentía que plantaron bandera en un ambiente que estaba clausurado a las mujeres (al igual que una infinidad de espacios y privilegios). Todas ellas influyeron en que yo hoy, mujer joven, lesbiana, independiente, pueda pararme sobre un escenario a cantar lo que siento. Si hablamos de una cuestión meramente artística, influyeron en mí: María Elena Walsh desde mi infancia, María Graña (es una clase de técnica y musicalidad cada escucha a su canto), Mercedes Sosa (y la profundidad de su voz que siempre me hizo viajar), Tita Merello (su presencia escénica, su irreverencia), Susana Rinaldi (la elección de su repertorio y el compromiso con cada palabra que suelta sobre el escenario). Y hay muchas colegas más cercanas a mi generación, que abordan diversos géneros y que admiro, respeto, disfruto y aprendo al escucharlas (Nadia Larcher, Flor Bobadilla Oliva, Noelia Moncada, por mencionar solo a algunas de ellas).

Estamos saliendo de una situación muy dura por la pandemia que afectó a toda la población, en general, pero también a la música en particular. ¿Cómo te afectó tanto en tu vida como en lo profesional?

La pandemia cortó de un día al otro toda la actividad artística y con ella, el trabajo, el alimento al espíritu al que estaba acostumbrada, el entrenamiento técnico que trae el estar periódicamente en un escenario, los encuentros con colegas. Se cancelaron giras, se pararon grabaciones de discos, tuve que reinventarme. Me salvó la docencia y cada alumna y alumno que apostó a las clases virtuales. Me salvaron también los afectos y los privilegios con que me encontró esta situación (techo, comida, vestimenta, amores…). No he sido, ni por asomo, del grupo de las más golpeadas por esta pandemia. Perdí una normalidad a la que estaba acostumbrada, pero me adapté y no la pasé mal. No perdí a ningún ser querido por la enfermedad que nos trajo hasta acá y eso es muchísimo decir.

En relación a esto y a las funciones en el picadero, hay algo que resulta novedoso con tus presentaciones: diurnas y en la terraza del teatro ¿Cómo es esta experiencia? ¿Con que se van a encontrar quienes vayan a verte el sábado 11?

Para mí es una experiencia completamente distinta a todas: tango a la luz del día, al aire libre, en una terraza de Buenos Aires. El ambiente que se creó en la primera fecha de Tangos que no hablan de amor fue maravilloso. Todo está preparado y cuidado para que vuelva a ser así el 11 de Septiembre: un entorno bellísimo, el Teatro Picadero con toda su belleza y su historia, la variedad de exquisiteces que ofrece el menú y que podrán degustar durante el concierto, un sonido impecable, distanciamiento entre las mesas, la gente que trabaja allí, excelentes anfitriones y anfitrionas, y la magia de la música en vivo. Nada puede fallar. Recomendación: si hace un día soleado, traer protección. Si llegara a hacer frío, la producción del Picadero tiene hasta mantitas individuales para abrigarles.

Les esperamos con toda la música, y las condiciones dadas para propiciar un hermoso encuentro presencial.

Publicado originalmente en ANRed

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