Será inevitable: regresaremos a pisar la acera y el espacio público gracias al desconfinamiento.
Pero es mentira que el virus nos haya encerrado, vivíamos ya confinados a la más atroz huida interna y simulación, en omisión colaboramos al desmantelamiento del bien público, endiosamos el consumo insaciable y las atrocidades del mercado como verdades eternas y la consecuente decadencia democrática nos sorprendió al doblar la esquina, justo antes de regresar con candor al hogar.
El comprensible temor a la violencia, las violencias estratégicas del ojo gobierno crimen organizado, nos hizo zigzaguear esquivando las verdades, asesinada la solidaridad política, aceptamos sobrevivir en subjetiva cofradía de silencio, irreal malabarismo intelectual, sensiblería metafísica revestida de autor y declinada ciudadanía en pleno subejercicio de los derechos humanos.
Una ética cívica nueva habrá de sacarnos de la perversión que nos ahoga, épica civil para redimir lo público como espacio de bienestar y servicio para todas y todos, porque nunca como hoy se impone la verdad siempre despreciada y ridiculizada por idealista: no va más la lógica del descarte y la exclusión, somos hoy un mismo cuerpo hermanado, todas y todos sin excepción, en hibridación indisoluble con la naturaleza, que tanto nos cobija generosa como nos asfixia en legítima defensa.
La política será efectivamente el bien superior del ejercicio comunitario del amor o será definitivamente destruida en el cuadrilátero consagrado a deificar el lucro en absoluta especulación mística, nuestra cuarentena obligada podría ser el preámbulo para la nueva épica ciudadana que desvirtué las falacias caladas a fuego en letra de oro (“osadía de lo improbable”), de lo contrario acudirán otros heraldos de muerte y colapso, inimaginablemente más violentos y efectivos.
Ofrezco poesía profana como ejercicio de discernimiento cívico, desmonte, atentado a lo heredado como acrítica certeza, en la antesala del inminente regreso a lo que espero nunca sea la aceptada “normalidad” que nos había aplastado cotidianamente, deshumanizado, apoltronado cínicamente en el confort de una academia apática, impertinente e instalada a capa y espada en la simulación cómplice (“callar resulta criminal en épocas oscuras”). Nuestra misión no se limita a comprender y transmitir conocimiento, sino a transformar la realidad para la justicia y el bienestar universal…pese a las carcajadas de las hienas y los escépticos: es tiempo de construir las nuevas utopías.
Pero estos versos tienen memoria, el crédito primero al Malpaís de José Emilio Pacheco:
Cuando no quede un árbol,
cuando ya todo sea asfalto y asfixia
o malpaís, terreno pedregoso sin vida,
ésta será de nuevo la capital de la muerte.
En ese instante renacerán los volcanes.
Vendrá de lo alto el gran cortejo de lava.
El aire inerte se cubrirá de ceniza.
El mar de fuego lavará la ignominia,
se hará llama la tierra y lumbre el polvo.
Tesitura espiritual hermanada con el Malpaís de Antonio Catañeda, en su poema El mago equivocado [1]:
EL MAGO que decidió vivir aquí
en el País-Infamia,
en el imperio incandescente de la usura
y las feroces dentelladas,
se equivocó de infierno.
Porque aquí,
en el país del crimen ensayado,
en el país de las verdades
retorcidas como hierro en el fuego,
en el País-Babel, en Malpaís,
la magia
es lo primero que se apaga.
El tercer Malpaís que comparto a continuación, integrado por veinticuatro poemas, inicia con una premonición que en verdad deseo sea errónea:
1
Será el 2021
El 2021 iniciaremos
la noche nos lavará de olvido
nuestra oportunidad de revivir
sin arena en los espejos.
Pero no habrá un tercer sortilegio.
Si muere el rayo
antes de encontrar la puerta
nos tragará la nada por siempre.
La ausencia será nuestro sino
ni todo el dolor vivido será igual
a padecernos rostro indefinido.
2
Toda la Nada
Nuestro futuro
estriba en descifrar
el silencio cautivo
en átomos y estrellas.
Comprender esa inescrutable
informa de energía
que de cruzarla y sobrevivir
parirá los secretos del infinito.
Llegó la hora final
la nada acecha
espera paciente…
3
Ciudad Líquida
Hay agua en la ciudad, cae desproporcionada, corre sin piedad; un río la ciudad al encuentro de su abismo; ciudad océano ahogada en su ímpetu expiatorio; ciudad garganta de lágrimas dulces al amparo de una cascada de ojos impávidos; un diluvio de metáforas nos arrastra a la alcantarilla más cercana, moriremos en un cortejo de olas subterráneas.
4
Cortejo
En el parque baldío
cortejo a la novia del primer beso
y me despide la de negro
en el cortejo fúnebre.
Entre las dos dialoga el vacío.
El suspiro llano del eterno infante
que observa indefenso huir su globo.
5
Fomento Cívico
Paso del sol al laberinto de mis sueños, me persigue la mirada del simio con su silencio inquisidor, no comprendo el silogismo, camino aún más pero nunca llego al horizonte, el ocaso del alba me confunde, la última lágrima del sublevado arcángel muerto por el patriarca, cercena sus alas y come yugular, la manada cómplice entona el primer himno patrio.
6
Negro Tic Tac
Ha caído una gota de sangre en el marcapaso de la historia, no es una lágrima de Dios vista con piedad por el cronista miope, esa tersa humedad que invade el mecanismo sutil del tiempo y convierte la puntual certeza del ritmo en la inmoral morada del crimen; estén todos prevenidos, el dolor se comerá toda esperanza y será tiempo del rencor incontenible.
7
Tierra Baldía
¿Qué me sostiene?
Seguramente
el vapor del amanecer
la brisa cálida del ocaso
la lluvia eterna en la noche
la humedad astuta de la madrugada
Y dos o tres mentiras que me atan a esta tierra infame.
8
Himno Nacional
Páramo su apellido, de pies a cabeza en famélica soledad, de nada alcanza nada, sólo es camino árido sin retorno, polvo dejado atrás, viento obligado a respirar su sequedad, llano en ciernes vacío, piedad de piedra caliza, definitiva oscuridad que se estanca a mitad del sendero, maldad consumida en un comal ardiente, melancolía que no soporta la muerte definitiva en arribo, esa brisa de aliento desesperanzado.
9
Circular
País errante en su doble acepción: movimiento inevitable e irremediable regreso al punto de partida; o, como dice mi hija, parodia del oficial de tránsito: “circulando, circulando… el círculo no deja de circular”.
10
Voz
LA VOZ
decidió habitarme
y así existimos
en eterno develo y desvelo.
11
Segunda Voz
LA VOZ decidió tomarme
para existir:
eso soy;
Historia que se
devela y desvela.
12
Anti Texto
Los niños son Iglesias sin altares
ni cirios ni lágrimas de fuego
murales lapidarios o
techos que silencian firmamentos.
Sus risas rebotan
son el eco de lo único sagrado
que alguna vez poseímos
y nos fue arrebatado.
Su silencio es la muerte
su llanto un infierno
convertido en espiral ambulatoria
aquel libro de texto impreso con sangre
en nuestras pupilas indefensas.
13
Vulgo Colectivo
Qué resulta más reprobable:
amar una abstracción que se impone
con el petulante sortilegio de PAÍS,
o huir ante la menor provocación
de esa tierra que nos corroe la identidad
sobreponiendo su violencia PATRIA.
Si no meto las manos al fuego por mi rostro en el espejo
cómo esperan que lo haga por un vulgar apellido colectivo.
14
Terrena Verdad
He comprado una libreta púrpura (…)
Imagino en febrero
la floración de abril.
La procesión clerical
a los santuarios falsos.
Bendecir el corazón
de nuestros victimarios.
Perdonar lo injustificable.
Expiar el dolor impuesto.
(…) púrpura por qué comprometo
su rostro con la simulación
o por qué refleja la tragedia
del asesinado por su terrena verdad.
15
Marcha Abyecta
No soporto la decadencia de muerte que me rodea y viaja encapsulada en la deslealtad del que existe para delatar todo acto de valentía cotidiana y huele a la podredumbre del oficioso que enluta cualquier disidencia y empaña con uñas de esbirro el corazón de quien renuncia a ser sólo sangre funcional y entroniza el soliloquio del déspota que se arrulla en una letanía militar en espera del último día que nos convierta a todos en un monumento consagrado a la perversión.
16
Manta Raya Militar
Padecí la conciencia limítrofe y resultó insoportable.
Después de cinco días insomne
sin dejar de pensar con vertiginosa claridad
llegué al límite de mi resistencia.
Dos gramos de pastillas
sólo me daban 10 minutos de tregua
y la realidad se despojó de sus ropas:
Serpientes con bombín, saco y corbata
que se alejan precavidas.
Manta Rayas adheridas a los parabrisas
masticando ojos transeúntes.
Espadas de fuego entonando letanías de sal
en lágrimas cianúricas.
Sotanas de vapor que tapan la luna
enjuiciando la nada perfecta.
Las cabezas decapitadas de todos los niños
integran una playa de olas menstruantes.
Ciertamente obtuve del horror la fuerza para regresar del infierno.
Sobreviví,
pero camino con una certeza bajo el brazo…
al doblar la esquina encontraré al militar de siempre
que me observa con sus ojos de Manta Raya.
17
Étnico
Correr por la pelota
disputarla de un contrincante
y convertir el sofisma en atributo viril
de consecuencias incluso mortuorias.
Dos primates se arrebatan
en la copa de la palmera
un jugoso coco semi circular.
¿Coincidencia o un destino
que regresa a su origen?
18
Patrimonio
Hicieron del dinero una religión de sangre
hermoso patrimonio que ungió los fusiles
y terminaron rezando letanías nacionales
en medio de la masacre de propios y extraños.
La violencia es el sacramento del poder.
19
Elegías de Tela
Toda apología deviene en panegírica desilusión.
La crónica del entusiasta ingenuo que profería letanías de polvo en medio del desierto, pretendía convertir el viento en un monumento de bronce.
Sobre su tumba de piedras amontonadas ondean banderas crípticas, sólo útiles para fijar la vista de peregrinos, ermitaños, filibusteros y zopilotes.
20
Sólo Humedad
Cae la cabeza de los hombros
un aullido de sangre
acompaña al golpe certero
que la cercena.
Rueda informe
justo a los pies de su victimario
un contrapicado de miradas
al caer la tarde.
Toda voluntad se reduce
al triste baile
del cuerpo inmaculado que hiende
su colmillo en la comparsa.
Una letanía incomprensible
escapa del caído
palabras destino adentro
enlutadas por el viento seco.
La espalda poderosa del rival
se estremece erguida
a la llegada del frío
ese aliento que sopla en los huesos.
Muere un hombre frente a otro
nadie retiene el motivo
el sentido se reduce
a la crónica de un destiempo.
Los ojos se hinchan
rojas pupilas
que trasladan al vivo
a una isla lapidaria.
Ingresa al territorio
del destierro
y arrastra
por sombra un recuerdo.
Se apaga el rostro
un azul oscuro invade sus mejillas
el rencor agrieta los labios
y las moscas se refugian en la boca.
Hermanados en
hermética intimidad
los invade la melancolía
que habrá de bautizarlos.
Los terrenos de la nada
habita el ungido
y el silencio destila
su llanto de sangre.
La noche observa…
el dolor incansable de siempre
que se expande tenaz
en la humedad de todos.
21
Diálogo Terreno
Un orgasmo telúrico
preñó de dolor
el vientre nacional
y no quedó piedra sobre piedra.
No me refiero al colmillo
tectónico de obsidiana
que regresa a extirpar
el corazón de sus siervos.
Sino a la incuria
y despiadado desamor
que nos dejó a merced
de nuestra más íntima perversión.
En este contexto
el cataclismo del subsuelo
dialoga, coincide y se hermana
en amplia decadencia terrenal.
22
Cédula de Identidad
Cómo me gustaría dejar de pensar …
Secar esa fuente inagotable de dolor
que me ata a un origen inasible
un tiempo sólo vivo en ficción
El marasmo de saberme irrecuperable
segundo a segundo
La incertidumbre de existir
hecho un manojo siempre inconcluso
Deseos que se deshacen
como lágrima de arena
en el oleaje del tiempo
La mirada congelada
en la ventana doméstica
de mi otro adolescente
Caer en el abismo de las intenciones
convertido en sombra de la sombra
Eco acompasado de las palabras
que nunca aprenderé a pronunciar
Ese mi interior santo
profanación al desvelo
de la certeza que prometí no jurar
Pero he llegado al último soplo:
… y me convierto
en el espejo de polvo
que rueda mudo
a la nada más íntima
23
Diálogo
Palabras de incienso
en liturgias de vacío
sacramento sin cuerpo
el silencio eterno
de la iglesia muda
y tan sólo la sombra
de esa cruz sobre el frío mármol
y tu voz que rebota anónima
entre las paredes de cal
esa nuestra alma olvidada
que sólo acierta a no llegar.
24
Ciudad de Sal
Ha muerto un hombre
cayó al pie de la escalinata
en el peldaño inicial o final
–a según–
del kiosco circular.
Un clavel rojo
corona su frente
el llanto de una indigente
cobija su nítida desnudez
de perfecta alma impura.
Lo mató el alcohol
el frío de siempre
ese dolor incalculable
que termina por ahogar
cada poro solitario e indefenso.
Sólo nos cautiva
el abandono de su pobreza
su piel convertida
en una colcha de costras
que traspira orines de Dios.
Será
el primer esclavo
libre de culpa
redentor del futuro
que no podremos esquivar.
Por Diosero
muerto en la plaza
sacralizado profeta
de la renuncia obligada
que nos habrá de inocular.
De noche escucho
el llanto esperpéntico
de su caída
honesto diálogo de
campanas plañideras.
Dios
íntimo indiferente
certeza de estirpe putrefacta
en la ciudad de todos
que sólo en llanto renacerá.
Ha muerto un hombre
todos somos su espejo
en su silencio respiramos:
el vacío en sus ojos
nos convierte en estatuas de sal.
[1] Instantes de la Flama (Poemas 1969 a 1996), Universidad Nacional Autónoma de México, 1997.
*Randolfo González de la Mora, director de Educación Continua de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México
Este material se comparte con autorización de la IBERO