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Perú ha perdido más de 3 millones de hectáreas de bosques y la mitad de sus glaciares en 37 años

Gloria Alvitres

¿Cuánto bosque amazónico ha perdido Perú? ¿Cuál es el estado de sus bosques secos o de sus glaciares? Si bien estas respuestas son difíciles de contestar, un grupo de científicos ha monitoreado y analizado los cambios en el territorio peruano a lo largo de los últimos 37 años. El proyecto se llama Mapbiomas Perú y ha podido establecer, por ejemplo, que entre 1985 y el 2021 se perdieron más 3 millones de hectáreas de bosque a nivel nacional: 2 600 400 hectáreas en la Amazonía y más de 1 millón en la zona andina. A eso se suma el retroceso dramático de los glaciares y los impactos visibles en los distintos biomas del país.

“Ha sido un trabajo de cuatro años en que se ha logrado construir una herramienta que puede ser útil tanto para el Estado peruano como para investigadores y ciudadanos. El código es abierto y de libre acceso. En los próximos años la herramienta permitirá conocer de forma más precisa la situación de otros biomas de menor tamaño como por ejemplo las lomas costeras”, afirma Renzo Piana Arenas, director del Instituto del Bien Común (IBC), organización que encabezó el proyecto y que contó con el apoyo de socios clave como la Red MapBiomas Network y la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG). Cabe precisar que el Perú es el segundo país que tendrá acceso a esta herramienta, el primero fue Brasil y se proyecta continuar con Bolivia y Ecuador.

El derretimiento glaciar ha avanzado hasta en 108 hectáreas en 37 años. Hay nevados como el de Pastoruri casi extintos. Foto Nicole Moreno.

El primer paso para los investigadores fue definir los biomas a estudiar, entendiendo esta categoría como la agrupación de sistemas ecológicos que comparten los mismos criterios climáticos (temperatura, precipitación) y geográficos (topografía, altitud, entre otros). Luego establecieron cuáles serían incluidos en esta primera colección: la Amazonía, los Andes, el bosque seco y el desierto costero.

A partir de ello, se procesó la información y para ello se usó la plataforma de Google Earth Engine con la que se trabajó un mapeo completo del territorio. “Se trata de una serie de algoritmos que se trabajan en la misma nube de Google, estos nos han permitido procesar gran cantidad de datos y mapas desde 1985 hasta el 2021. Cada año se obtiene un resultado distinto y con eso se puede ver no solo la cobertura vegetal sino conocer las transiciones (cómo ha ido cambiando el territorio)”, dice Sandra Ríos, investigadora del IBC y coordinadora de MapBiomas Perú. Ahora con la web que se ha construido, añade la experta, se pueden ver los mapas georreferenciados y hacer distintos cortes para analizar los territorios indígenas, áreas protegidas y otras áreas que se consideren relevantes.

Los primeros resultados sobre la pérdida de bosques y el retroceso glaciar son el inicio de múltiples análisis que se pueden trabajar a partir de la herramienta online, explicó Nicole Moreno, especialista y encargada de la investigación del Bioma andino del Proyecto Mapbiomas Perú.

Los bosques perdidos

“Lo particular de los resultados de estos mapas es que muestra que cada bioma es particular y tiene sus características. En el caso del desierto costero, la infraestructura es lo constituye la mayor amenaza; en el Bosque seco ecuatorial sería agricultura y la infraestructura y, en el caso de la Amazonía la gran amenaza es la minería. Finalmente veremos que en Andes sería lo agropecuario lo que termina amenazando los bofedales y pastizales”, afirma Sandra Ríos de IBC.

La minería es una de las actividades de mayor crecimiento en las últimas tres décadas sobre todo en el bioma Amazónico y Andino. Foto: Wilson Chilo.

En el bioma Amazónico la pérdida de superficie vegetal alcanzó la cifra de 2.2 millones de hectáreas en 37 años, según los resultados presentados. Nicole Moreno, especialista de Mapbiomas Perú y una de las responsables del proyecto, señala que durante los últimos años, sobre todo en medio de la pandemia por el COVID-19, la deforestación se disparó debido a la tala, la minería y el crecimiento agropecuario.

En el tiempo analizado, además, hay un dato que llamó la atención de los investigadores y es el aumento de la minería en la Amazonía. Esta creció en más del 8000 %, siendo Madre de Dios una de las regiones donde ha ocurrido este incremento. En cuanto al crecimiento de la frontera agrícola, las cifras muestran un aumento del 73,29 %, lo que implica un aumento de las actividades de cultivo en zonas donde había bosques o especies nativas.

El gráfico muestra el descenso histórico de bosque en la Amazonía desde 1985 a la actualidad.Imagen: área de comunicaciones del Proyecto Mapbiomas Perú.

Los hallazgos de la investigación apuntan también a una pérdida del 4.3 % de bosques andinos en estos 37 años analizados y 6,7 % de bofedales o zonas pantanosas. “Es problemático lo que sucede en la zona andina, porque no se recupera la superficie vegetal. No se hace necesariamente reforestación sino forestación, es decir que se siembran árboles como eucaliptos que no son nativos y que además pueden convertirse en especies invasoras”, explica Moreno sobre la pérdida de vegetación en el bioma Andes, que además no se suele recuperar sino que se destina a otros usos como agricultura.

“Muchos otros estudios como el nuestro, hechos por el Estado o por sociedad civil, muestran esta tendencia a la pérdida. Lo curioso con los resultados de Mapbiomas es que muestra que la pérdida no solo se da en bosques sino en otros biomas como el Ande, donde tenemos matorrales o pastizales que también se están viendo afectados, pero que no siempre son mencionados en los estudios”, comenta Ríos del IBC.

El problema de la minería, por otro lado, no es un problema exclusivo de la Amazonía. Moreno afirma que han rastreado su crecimiento sobre todo en La Libertad y Puno. En esta última región destaca la ciudad de La Rinconada, en el distrito Ananea, que se ha convertido en un serio problema ambiental para este ecosistema andino y sus habitantes. En los 37 años analizados por Mapbiomas Perú, la minería en la zona andina aumentó en más 3500 %.

En el caso del bioma del desierto costero, lo que preocupa a los especialistas es que la infraestructura —como viviendas, fábricas, carreteras— creció en un 133 %, lo que representa una amenaza para los hábitats locales como las lomas costeras, comentó Moreno. Y, finalmente, está el bioma del bosque seco ecuatorial que ha perdido 298 mil hectáreas de zona boscosa, en parte por el crecimiento de la agricultura hasta en más del 40 %.

“Esta cobertura (bosque seco tropical) ha cambiado drásticamente y lo que más nos preocupa es que la estamos perdiendo de forma irreversible”, dijo Renzo Piana, director ejecutivo del IBC, en la nota de prensa que reúne los principales hallazgos de la investigación. “Las pérdidas han sido enormes, prácticamente irreversibles y sin perspectivas de que esta tendencia se revierta. Los datos encienden las alarmas y dan un sentido de urgencia a la necesidad de una acción decisiva y contundente para estas coberturas naturales del Perú”.

En los mapas que se obtienen en la Plataforma se puede observar cómo se va perdiendo la cobertura vegetal y en contraparte aumentan actividades agrícolas, minería e infraestructura.

Los expertos también llaman la atención a mirar de cerca el crecimiento de la infraestructura y minería, la primera pasó de 3 mil a más de 119 mil hectáreas y la segunda pasó de 99 mil a cerca de 257 mil hectáreas en las décadas analizadas.

El drama de los glaciares

Cada vez que ocurren incendios forestales en la Amazonía, no solo se afecta a las especies de árboles, plantas y animales que se viven en la zona, sino que resultan dañados los glaciares porque todo está interconectado, explica el especialista Efraín Turpo Cayo del proyecto Mapbiomas Perú.

“Cuando ocurre alguna quema de la Amazonía, las corrientes de aire transportan el carbono negro, este llega a los glaciares y ocurren precipitaciones, lo que contribuye a derretir la nieve. Las ciudades también emiten carbono negro que llega a la cordillera, todo esto absorbe más calor y se derrite la nieve. Naturalmente, el glaciar pierde área por aumento de temperatura que es un problema a nivel global, pero con los factores antes mencionados, hay una aceleración mayor del derretimiento del hielo”, afirma Turpo , quien ha venido investigando los glaciares y su comportamiento.

El retroceso glaciar es evidente, en el gráfico se observa como un año clave 1985 a partir de donde se aprecia una constante en el deshielo. Gráfico de Mapbiomas Perú.

Según los datos obtenidos, en 37 años se ha perdido el 49,9 % de los glaciares y ha sido durante la última década que se ha acelerado el retroceso glaciar. Con la herramienta construida por Mapbiomas Perú, se puede ver que en el sur del país es donde el riesgo de deglaciación es más alto, especialmente en regiones como Puno y Arequipa. Para el experto en glaciares, de ser así la tendencia, en 30 años más sólo quedaría el 10 % de los glaciares que tenemos actualmente. “La tendencia del retroceso de la nieve es alta y casi no se recupera la pérdida, lo que queda es ir adaptándose a esta nueva realidad y generar políticas públicas que nos preparen para este nuevo escenario”, sostiene.

El problema del retroceso de los glaciares ha sido estudiado arduamente. El investigador Efraín Turpo formó parte de una investigación que se publicó el 2022 en la revista Remote Sens con el nombre de “Mapping Three Decades of Changes in the Tropical Andean Glaciers Using Landsat Data Processed in the Earth Engine” (“Mapeando tres décadas de cambios en los glaciares de los Andes tropicales mediante datos Landsat procesados en Earth Engine”). Allí se mostró que los riesgos están asociados a la escasez de agua y la pérdida de calidad de la misma. Se dio cuenta de que en zonas donde retrocede el glaciar, se queda expuesta la roca que llevaba millones de años bajo hielo y que contiene metales, los cuales finalmente se oxidan y terminan por acidificar el agua. Así, los ríos cercanos transportan sedimentos de metales que hacen el agua tóxica para consumo de personas y animales, explica Turpo a Mongabay Latam.

Los glaciares no se han estado recuperando del deshielo dramático a causa de la acción humana de emisión de carbono y quema de área vegetal. Foto: Nicole Moreno.

Otro de los riesgos asociados al deshielo son las inundaciones, los aludes y los huaycos. Efraín Turpo explica que con el retroceso glaciar aparecen lagunas y cuerpos de agua que muchas veces están ubicados cerca de pueblos y ciudades, lo que significa un riesgo porque podrían terminar sepultando con lodo y agua estos asentamientos. En 1985 la superficie glaciar se extendía a lo largo de 216 mil hectáreas, en contraste en el 2021 que solo quedan alrededor de 108 mil hectáreas.

Toda la información que alerta sobre la pérdida glaciar como de vegetación debería contribuir a la generación de políticas públicas para promover la conservación de los distintos biomas, dice Renzo Piana de IBC. “Dentro del mandato que tiene el Ministerio del Ambiente —indica Piana— está el de frenar la deforestación, proteger hábitats críticos, monitorear los biomas. Usando la información que hemos generado, el Estado ya tiene las herramientas para cumplir sus compromisos ambientales”.

Imagen principal: La deforestación en bosques tropicales sigue siendo una preocupación para los especialistas de Mapbiomas Perú.

Publicado originalmente en Mongabay Latam

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