La comunidad de Coatzintla, en el estado de Veracruz, al sureste de México, se distingue por la fuerte relación que durante años ha tenido con la extracción petrolera, lo cual se acompaña de múltiples afectaciones de orden social y ambiental que rompen con el esquema de desarrollo y de bienestar dentro de las comunidades.
Hace apenas algunos meses, alrededor de las ocho de la mañana, se escucharon voces afuera de nuestra casa: “Familiares de Santos Ramos”. Nos encontrábamos desayunando. Mi tía se levantó y se dirigió hacia afuera. Entre murmullos se escuchaban las voces de los portadores de las noticias: “Sí, está muerto”. Con lágrimas en los ojos, mi tía dio la noticia, su hermano, de apenas 23 años, había fallecido en un accidente. La esposa de Santos, Isabel, de 18 años, salió cargando a Lucero, su bebé, y junto con algunos vecinos, subieron a una camioneta que se encontraba en la entrada de la casa, para dirigirse al lugar en donde había sido el accidente. El portador de la noticia insistía: “Es en la carretera de Furberos, vayan para Furberos”.
Sobre la carretera, del lado izquierdo, se encontraba abandonado un tráiler con el logotipo de la empresa Schlumberger, modelo 2008, con matricula XV-98-093, del estado de Veracruz. A un lado del tráiler, estaban también una ambulancia, y los paramédicos que nos informaron sobre el fallecimiento. Al lugar habían llegado también vecinos de la comunidad de Furberos y el sub agente de Palma Sola, quien con coraje sugirió a los presentes que cerraran la carretera, que no permitieran el paso a ningún tráiler perteneciente a ninguna compañía petrolera, pues no era la primera vez que ocurrían accidentes.“Esas pipas, esos chingados camiones, siempre hacen los que se les hincha la gana. Ustedes deberían organizarse, pedir topes y andadores, ya ven cuántos accidentes han ocurrido y a esos cabrones no les hacen nada”.
Este accidente es sólo una pequeña muestra de la pesadilla en la que se ha convertido parte de la cotidianidad de las comunidades. Al lugar también acudieron reporteros de periódicos locales, quienes para tener una mejor toma, descubrieron el cuerpo, mientras mi tía e Isabel lloraban porque él no se merecía una muerte así. A los periodistas no les importó el llanto; ellos lo que querían era una imagen realmente impactante para su reportaje, sin importarles que su hija estuviera presente.
Al día siguiente, las fotos, junto con encabezados como “Espantosa muerte de moto-tortillero” fueron publicadas en los periódicos locales, se hablaba de lo acontecido, pero jamás se mencionó la responsabilidad de Schlumberger. Según los habitantes de Furberos, el camión se encontraba estacionado después de una curva. Los peritos determinaron que el camión no estaba descompuesto, ni existía señal precautoria alguna que indicase que un tráiler obstruía el camino. El chofer de la unidad se fugó antes de que las autoridades llegaran al lugar de lo acontecido.
Los habitantes de la zona aseguran que no es la primera vez que ocurren accidentes de esta magnitud, relacionadas con empresas subcontratadas por Petróleos Mexicanos (Pemex). Los proyectos de “desarrollo” para las comunidades, como la construcción de infraestructura en carreteras, no han traído beneficio alguno, pues quienes más utilizan las vías son las mismas empresas y lo único que las obras han generado son alteraciones en la vida cotidiana y en el entorno ambiental. El diario transitar de pipas, tráileres y camionetas culminan con accidentes, como la trágica muerte de Santos.
La falta de información y de asesoría jurídica que tiene la población, así como el nulo interés por parte de las autoridades locales y estatales han provocado que muchos de los accidentes ocurridos queden impunes y los responsables estén libres de toda culpa, mientras que los familiares de las víctimas quedan desprotegidos y cargando con la dolorosa pena de la pérdida de sus seres queridos.
Publicado el 01 de Octubre de 2012
Hemos sidos oprimidos durante mucho tiempo no lo permitamos más.