1-. “Dos guerrilleros del EPP abatidos, y la valentía del Ejército paraguayo”
Dos niñas argentinas de 11 años, Lilian Mariana Villalba y María Carmen Villalba, fueron secuestradas y luego asesinadas el 2 de septiembre de 2020, por la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) del Ejército Paraguayo. La información sobre su muerte fue celebrada por el presidente de Paraguay, Mario Abdo Benítez (h), quien presentó el hecho como un triunfo sobre el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), un grupo guerrillero que actúa en el norte del país. A través de un tuit, expresó: “Hemos tenido un operativo exitoso en contra del EPP. Luego de un enfrentamiento, dos integrantes de este grupo armado han sido abatidos. Hay un oficial herido. A todo el equipo le ratifiqué mi agradecimiento por su valentía en la lucha contra este grupo criminal”.
Los peligrosas “integrantes del grupo armado” eran Lilian Mariana y María Carmen, sobrinas de Carmen Villalba, una de las dirigentes del EPP presa en la cárcel de Buen Pastor hace más de 17 años. Las niñas habían viajado desde Misiones, Argentina, para conocer a sus padres, que son parte del EPP.
El tuitero y presidente paraguayo, Mario Abdo Benítez (h), lleva el mismo nombre y es hijo de quien fue secretario privado de Alfredo Stroessner. Tanto por su cultura familiar, experta en emitir mensajes fascistas, como por su formación personal, hace de la mentira su especialidad y profesión. Marito, como se hace llamar, estudió en Estados Unidos, es Sub Teniente de Aviación de Reserva, y Paracaidista Militar. En EE.UU se recibió en Licenciado en Marketing Político en la Post University. Este tuit es expresión de los aprendizajes en la escuela gringa de marketing. La mentira abre un juego a otra serie de mentiras, que dejaron en ridículo la gesta heroica de los militares paraguayos.
Al estilo de los “falsos positivos” colombianos, les pusieron a las niñas uniformes guerrilleros que les quedaban gigantes, las fotografiaron así, luego quemaron los uniformes –las pruebas- por el peligro supuesto del COVID, y enterraron apresuradamente a las niñas. Fue necesario que la familia y el gobierno argentino interpusieran la exigencia de que se exhumaran sus cuerpos, para que se las desenterrara y se pudiera constatar que las niñas tenían numerosas heridas que daban cuenta de que habían sido torturadas antes de ser asesinadas. El forense de la primera autopsia había dicho que no eran adultas sino adolescentes. En la segunda autopsia se estableció que eran niñas. Una catarata de mentiras encadenadas a la primera.
¿Cuál era el sentido de la primera mentira? Hacer propaganda política de que estaban teniendo logros militares contra el EPP. Al caerse la misma, toda esa puesta en escena quedó en ridículo.
2-. “Las niñas eran paraguayas”
En una operación militar el Ejército asesina a dos niñas. Si se supone que no era ése su objetivo, la lógica indicaría que debería esmerarse en encontrar a los responsables del crimen y castigarlos. Pero no fue ése el camino seguido. No fue a investigar a quién detuvo, torturó y ejecutó a las niñas, sino tratar de demostrar que estas niñas no eran argentinas, y que eran niñas militares. Volver a las mismas criminales, estigmatizarlas, y así desestimar cualquier esfuerzo realizado desde las organizaciones de derechos humanos o desde el gobierno argentino, para que se investigue y se haga justicia por el crimen.
A pesar de que el gobierno argentino envió la documentación pertinente y las partidas de nacimiento, que indican que ambas nacieron en Clorinda, Formosa, donde vivió la familia Villalba, el gobierno paraguayo lo sigue negando, y ha impedido el ingreso del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), para realizar nuevos estudios que pudieran determinar exactamente lo sucedido.
La abuela de las niñas, Mariana de Jesús Ayala relata: “Las niñas vivían con nosotras en Puerto Rico, Misiones. Se fueron de vacaciones a Paraguay para conocer a sus papás, y tenían que volver. Las dos niñas hicieron su quinto grado y tenían que empezar el sexto el siguiente año en la Escuela 228. Cuando quisieron regresar la aduana estaba cerrada y no pudieron. El 2 de septiembre fueron tomadas por el Ejército Paraguayo, las secuestraron, las torturaron, y fueron ejecutadas”.
3-. “Las niñas murieron en un enfrentamiento”
Ríos de tinta escribieron los fascistas para decir que las niñas murieron en un enfrentamiento. Algunos incluso dijeron que habían sido parte del mismo. Que una de las niñas había estado disparando. Que las niñas eran parte del EPP, que recluta a niños y niñas.
En una audiencia del Juicio a la Justicia Patriarcal, organizado por Feministas del Abya Yala, testimoniaba Myrian Villalba, mamá de Lilian Mariana y tía de María Carmen: “Estas dos niñas no murieron en un enfrentamiento con el ejército. Lilian y María tenían 42 y 43 kilos, no tenían la capacidad de portar un arma de grueso calibre, un arma que pesa más o menos 50 kilos, como dijo el propio gobierno, con 100 proyectiles ambas. Como familia estamos convencidas que esas niñas fueron tomadas vivas, fueron brutalmente torturadas, quisiera que no hayan sido violadas, y luego fueron ejecutadas. Esto que estoy diciendo se desprende perfectamente de las fotos que desde el propio gobierno paraguayo comenzaron a publicar por todos los medios locales: las fotos de las niñas acribilladas con un uniforme impecable. Como todos estaban reaccionando ante dichas fotos, porque ahí se observa que tenían tajos, tenían cortes en la boca simulando un decapitamiento, no tenían dientes, las uñitas de los dedos fueron cortadas. Después de 2 o 3 días ellos prohibieron la publicación de esas fotos. No respetaron su calidad de niñas, violaron todos sus derechos. Estas niñas fueron enterradas o tiradas en una fosa común, en unas bolsitas de plástico, el cuerpito totalmente desnudo. No cabe en la cabeza cómo semejante tortura pudieron sufrir dos niñas que ni siquiera dolor de diente nunca tuvieron que soportar, nunca conocieron el dolor. Ellas eran niñas. Sobre sus cuerpitos cayó como una bestia el estado infanticida y patriarcal. Los suplicios grabados en sus cuerpitos son la clara cobardía del Estado patriarcal macho y violador, que quiere borrar su crimen con la complicidad de las instituciones que dicen representar al pueblo y que dicen proteger los derechos del niño.”
¿Para qué convertir a las niñas en soldadas? Para garantizar la impunidad del Estado paraguayo, que está siendo interpelado internacionalmente por el crimen de las niñas, y la desaparición posterior de su prima Carmen Elizabeth Oviedo Villalba, Lichita, de 14 años. Para demonizar más aún al EPP y a través del horror paralizar cualquier solidaridad o gesto de rebeldía frente a las violaciones a los derechos de las niñas.
4-. “Laura, la enfermera del EPP”
Las niñas habían viajado a Paraguay a conocer a sus padres, acompañadas de Laura Villalba, mamá de María Carmen. Laura fue detenida el 23 de diciembre. La farsa judicial y comunicacional la presentó como “la enfermera del EPP”, y la encerró en un cuartel militar. Su hermana Myrian desmiente rotundamente esta estigmatización: “Laura Mariana Villalba Ayala es una madre soltera de 36 años de edad. Tiene seis hijos. Nació en Concepción, Paraguay, donde cursó los primeros estudios. Se recibió de Licenciada en Enfermería en la Universidad Nacional Andrés Barbero en el año 2008. Trabajó en Asunción dos años en una clínica privada. Luego por la persecución sistemática que sufrimos como familia, tuvo que salir de Paraguay, en el año 2011. Cuando nos asentamos en Puerto Rico, Misiones, comenzó a buscar trabajo. Con el título de la Licenciatura en Enfermería no consiguió absolutamente nada, así que estuvo varios años cuidando a personas ancianas. Luego empezó a estudiar para técnica superior en enfermería en la Kolping. Ahí se recibió. Posterior a eso, ya haciendo su pasantía, empezó a trabajar en una clínica privada hasta noviembre de 2019, cuando viajó a Paraguay para acompañar a las niñas Lilian y María Carmen a conocer a sus papas, y acompañó también a Carmen Elizabeth y Anahí a visitar a su mamá en prisión”.
Laura es enfermera. No es “la enfermera del EPP”. Su vida la ha dedicado al cuidado de las niñas, y al cuidado de personas enfermas. Sin embargo, por haber sido quien acompañó a las niñas, la han capturado y la han convertido en rehén. Cuando pudo visitarla su hermano, Laura le relató que al detenerla, los militares le dijeron que está viva de milagro. “Tenés suerte porque te queríamos matar también a vos”, le aseguraron.
Dice su hermana Myrian: “Laura es una excelente persona, muy solidaria, amable. Siempre tuvo predisposición de ayudar a los demás. Es la única mujer civil que se encuentra en un cuartel militar. Ella está aislada, pese a que no tiene ningún antecedente penal. Hoy se encuentra procesada por terrorismo, asociación criminal, resistencia, transgresión a la ley de armas. Ella no tenía armas, no tenía uniforme, no opuso resistencia. Todo fue plantado. Así es la justicia paraguaya”.
Laura sufrió el crimen de su hija y su sobrina, y la desaparición de otra sobrina, a la que estaba buscando. Criminalizarla es un modo de intentar callarla. Callar a la testigo, tenerla de rehén, presionar desde ahí a su hermana Carmen, a su familia, e intentar quebrar su voluntad solidaria debido a la cual asumió el cuidado de las niñas. Quienes convirtieron a Laura en un peligro, son los mismos militares paraguayos que asesinaron a Lilian y María Carmen. El crimen de su hija y su sobrina constituyen “feminicidios políticos vinculados”, porque a través de los mismos se pretende escarmentar a sus madres. Es urgente su libertad.
5-. El silencio sobre Lichita
La abuela Mariana sigue contando sobre la vida de sus nietas Anahí y Lichita: “En Puerto Rico ellas terminaron su primaria con buenísimas notas. Son excelentes niñas, muy buenas. Terminaron su 7° y comenzaron en la secundaria. Los profesores las quieren muchísimo porque son niñas muy dedicadas al estudio, muy disciplinadas. Ahora la desaparición de Lichita nos cala muy hondo en el corazón, porque es una niña muy buena, muy solidaria, muy encantadora. Ella fue siempre mi compañera. Cuando era bebecita ella dormía solamente conmigo. A duras penas ella tomaba la silla y la llevaba hasta la mesa, ubicaba otra silla, una al lado de otra y traía la comida para su abuela y para ella, y ahí teníamos que comer juntas, compartir juntas.”
Lichita está desaparecida desde el 30 de noviembre. Laura la había estado buscando hasta que la detuvieron. En el lugar donde habían quedado, encontraron unas páginas de su diario. En las últimas páginas se lee: “Mamá, quiero que sepas que eres lo mejor de mi vida y que te quiero muchísimo. Desde aquí hasta la vía láctea, como me solías decir. También a mis hermanas, a mis tías, a mis primas a mi familia. Escribo esto para que me tranquilice, te amo más de lo que te puedo expresar, y eres mi razón para vivir. Quiero volver a estar contigo, a sentir tus besos en mis mejillas, tus cálidos abrazos, el aroma de tu café por las mañanas. Ojalá supieras cuántos deseos tengo de verte, de que me vuelvas a mimar, quiero que vengan a encontrarme. Si eso pasa, prometo volver contigo, que me abraces y que me digas cuánto me extrañaste. Hay momentos en los que pierdo las esperanzas. Es que no sé hasta cuándo podré aguantar, mucho me gustaría cerrar los ojos y que todo sea un mal recuerdo. Y contarte todo. Ojalá estés orgullosa de mi. Te amo mamá, quiero volver a verte”.
Lichita está sola esperando el regreso de su tía Laura, de su hermana Anahí, de su prima Tamara. Aun así escribe con ternura a su madre, que desde el Pabellón 2 de la Cárcel del Buen Pastor, también le escribe a ella. “Lichita, mi indiecita irreverente ¿dónde estás? Silencios, indiferencias y claudicación no toquen a mi puerta. Hoy la contienda nos necesita con la palabra, la pluma y el hacer certero de la lucha, con la mente sobria, aunque el corazón esté sangrando. Lichita, ¿dónde estás? Que no te trague el silencio abrumador de las bestias que te hieren, buscando el tiro certero contra la niña insumisa que nació en cautiverio con los ojitos abiertos dando sus primeros pasos en prisión a los 10 meses. Lichita ¿dónde estás? Desde donde estés sacúdete de tus amarres, no te des por vencida, no olvides que para vos nunca fue opción dejarse morir. Indiecita guaraní, no habrá montañas ni cerros que te trague. El pueblo en lucha te arrancará desde donde estés”.
En diálogo con Carmen ella habla serena mixturando dolor y esperanza: “Lichita es una niña muy madura, resuelta, frontal, muy dicharachera y bromista. Es melliza de Tamara Anahí. Nacieron en cautiverio. Recuerdo que el cirujano me dijo: “tu hija nació con los ojos abiertos”. Nació en cesárea, y al salir tenía sus ojitos grandes y abiertos. Caminó a los 10 meses. Desde muy chiquita arrebataba el biberón de leche a su hermanita si terminaba el suyo primero. Cada fin de año, al término de las actividades escolares, las mellizas se quedaban un mes y medio por Asunción para estar cerca del Buen Pastor, y venir religiosamente los días de visita. Así entabló amistad con muchos niños y niñas, hijos e hijas de mujeres privadas de libertad. En horarios de visitas, el patio de la prisión se volvía un jardín de niños, que nos hacía olvidar el carácter represivo de la cárcel, para sumergirnos en un mundo mágico y amoroso, donde cada minuto las niñas aprovechaban para contarme su vida de los 10 meses del año. Nos fundíamos en un abrazo prolongado hasta el término del horario de visitas. Siempre les tenía preparadas su comida favorita: milanesa de pollo con puré y papas fritas, con una tortita o arroz con leche con canela”.
El silencio y la mentira, van de la mano. ¿Dónde está Lichita? El gobierno no da respuesta a lo que las organizaciones internacionales ya han caracterizado como una desaparición forzada. Hay versiones de que fue capturada por un grupo de militares. Los militares dicen que fueron los narcos. El gobierno calla. Cuando una delegación de la Gremial de Abogados y Abogadas de Argentina fue a buscarla, le obstaculizaron la iniciativa, amedrentando con presencia militar a quienes podían ser interrogados por la comisión, y haciendo lo que saben hacer: mentir. En este caso, la versión descabellada fue señalar a Gustavo Franquet, abogado de la Gremial, pero además un activista reconocido en Argentina por años de lucha política, como Comandante del EPP. En el máximo ejercicio de ridículo, el EPP estaría así conformado por un comandante argentino, unas niñas argentinas, una enfermera argentina, y las madres y abuela de las niñas como jefas de la guardería donde se entrenan los guerrilleros/as. Es absurdo, nadie puede creer el relato oficial, pero las muertes y la desaparición de las niñas, nos golpean en nuestra memoria de pueblos libres.
El silencio y la mentira, van de la mano. ¿Dónde está Lichita? El gobierno no da respuesta a lo que las organizaciones internacionales ya han caracterizado como una desaparición forzada. Hay versiones de que fue capturada por un grupo de militares. Los militares dicen que fueron los narcos. El gobierno calla. Cuando una delegación de la Gremial de Abogados y Abogadas de Argentina fue a buscarla, le obstaculizaron la iniciativa, amedrentando con presencia militar a quienes podían ser interrogados por la comisión, y haciendo lo que saben hacer: mentir. En este caso, la versión descabellada fue señalar a Gustavo Franquet, abogado de la Gremial, pero además un activista reconocido en Argentina por años de lucha política, como Comandante del EPP. En el máximo ejercicio de ridículo, el EPP estaría así conformado por un comandante argentino, unas niñas argentinas, una enfermera que es migrante en Argentina, y las madres y abuela de las niñas como jefas de la guardería infantil en Argentina, donde supuestamente se entrenan los guerrilleros/as. Es absurdo, nadie puede creer el relato oficial, pero las muertes y la desaparición de las niñas, nos golpean en nuestra memoria de pueblos libres.
Las mentiras van cayendo sobre la credibilidad del gobierno y el Estado paraguayo
La hermana de Lichita, Anahí, y su prima Tamara, lograron romper el cerco militar que se formó para su cacería, y pasando por todo tipo de esfuerzos, lograron llegar a Argentina. Al hacerlo, dieron su valiente testimonio sobre la verdad de lo sucedido. Contaron que el día en que fueron detenidas Lilian y María Carmen, ellas estaban terminando de desayunar, cuando vieron que el lugar fue ocupado por los militares. “Lilian estaba distraída jugando, y fue llevada sin ningún rasguño. Empezaron los disparos. María Carmen recibió una bala, pero no fue mortal. Carmen Elizabeth (Lichita), recibió un disparo en su pantorrilla. Ella salió arrastrándose del lugar, pero a María Carmen la capturaron los militares. Llegaron a escuchar los gritos de Lilian y María Carmen pidiendo auxilio. También los gritos de los militares festejando la captura: “¡Regalo! ¡Regalo!”.
Tania Tamara y Anahí, declararon unos días atrás en la Relatoría de Ejecuciones Sumarias de la ONU contra el estado de Paraguay, porque vieron cómo el Ejército de ese país atacó al campamento de civiles, donde había solo niños/as y quienes las cuidaban, y se llevaron vivas a Lilian y María Carmen. El miércoles 13, Anahí declaró ante el Comité de Derechos del Niño de Ginebra.
En distintos países se ha levantado un movimiento que exige: ¡Aparición con vida de Lichita! ¡Justicia para las niñas! ¡Libertad para Laura Villalba! Concentraciones en las embajadas y consulados, a pesar de la pandemia, cartas al gobierno paraguayo, fotos que inundan las redes, pintadas en las paredes de distintas ciudades, la edición de un libro que recupera distintos artículos periodísticos, videos. De diferentes formas se expresa la rabia, la indignación popular, la solidaridad, el abrazo a las víctimas. El grito de Nunca Más se extiende más allá de las fronteras. Nunca Más niñas asesinadas. Nunca más niñas desaparecidas. Nunca más familias sometidas a regímenes de persecución y terror.
En esa hoguera de rebeldía frente a tantas injusticias, arden las mentiras. Y como aprendimos de las Madres de la Plaza de Mayo: la única lucha que se pierde, es la que se abandona. Lo imposible, solo tarda un poco más.
Claudia Korol, para Desinformémonos