Foto: La campaña “Vamos a necesitar de todo el mundo”, de la cual el MST participa, ya distribuyó más de 40 mil canastas básicas en Brasil – MST
Así como el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) ya donó más de 600 toneladas de alimentos para las familias más pobres de diferentes regiones del país, docenas de organizaciones que forman parte del Frente Brasil Popular y del Frente Pueblo Sin Miedo demuestran la necesidad de mirar al prójimo sobre todo en tiempos tan difíciles.
En entrevista concedida a Brasil de Fato, Kelli Mafort, de la coordinación nacional del MST, comentó las iniciativas populares y explicó que ante la especulación alimentaria, los brasileños no consiguen comprar alimentos y tampoco tener acceso a una alimentación sana.
Más allá de la donación de alimentos, la Campaña Periferia Viva también realiza mingas para ayudar a mujeres víctimas de violencia durante el aislamiento social y para dar instrucciones a trabajadores sobre cómo recibir el subsidio de emergencia aprobado por el gobierno.
La referente del MST asevera la importancia de la participación del pueblo en las campañas de solidaridad. “Las personas no pueden desistir. Necesitamos muchísimo que difundan las acciones a diario y se sumen a las acciones de solidaridad porque quienes tienen hambre, tienen prisa”.
A continuación, algunos fragmentos de la entrevista:
Brasil de Fato: ¿Cómo se están organizando las acciones de solidaridad en que el MST participa?
Kelli Mafort: La solidaridad es un pilar fundamental, un principio de los movimientos populares. La mayoría de ellos nace de la solidaridad de otras personas, de la sociedad, sindicatos y otros movimientos. En el caso del movimiento sin tierra que ya tiene casi 37 años, desde el comienzo de los campamentos, recibimos mucha solidaridad.
Lo que hace el MST hoy es devolver a la sociedad la solidaridad que recibimos desde el origen del movimiento. Incluso en momento tan difícil, con la pandemia del virus, pero también con la pandemia del hambre.
La pandemia del virus acá en Brasil encuentra una desigualdad social histórica en la sociedad brasileña y resulta de una sociedad que convivió más de 200 años con la esclavitud y aun tiene procesos tan precarios como el latifundio.
Todo ello hace con que, en Brasil, la tasa de letalidad del virus sea aun más grande debido a la desigualdad social. Las acciones de solidaridad que ayudamos a construir están organizadas en dos iniciativas principales.
Una de ellas es la iniciativa “Vamos a necesitar de todo el mundo”, organizada por el Frente Brasil Popular y del Frente Pueblo Sin Miedo. Ella está presente en todo el país, con acciones de los movimientos que componen los dos frentes. Son diversas organizaciones urbanas y campesinas que recaudan alimentos y los distribuyen en las comunidades.
Hasta el 1 de mayo ya habíamos distribuido, solo en esta iniciativa, 1.500 toneladas de alimentos en barrios pobres y más de 40 mil canastas básicas.
Además, tenemos otra iniciativa construida desde el campo popular, que se llama “Periferia Viva”. En el marco de esta campaña también se realizan donaciones de alimentos a la vez que se construye un proceso organizativo de batalla de las ideas en los barrios y periferias donde se distribuyen los alimentos.
Se trata de un proceso muy intenso de lucha por derechos, organizando redes para que más personas puedan recibir el subsidio de emergencia, apoyándolas con asistencia judicial y civil.
En esta red por derechos también realizamos mingas para prestar asistencia a las víctimas de violencia que desgraciadamente aumentó durante el periodo del aislamiento social. La atención está dedicada a mujeres, niños y adolescentes, personas mayores y personas LGTB, que son los grupos más vulnerados durante la cuarentena.
En el marco de la campaña Periferia Viva realizamos muchas donaciones. En el MST ya contabilizamos cerca de 600 toneladas de alimentos donados por campamentos y asentamientos de la reforma agraria para aquellos que más los necesitan, sobre todo los que más están muriendo en este periodo.
El virus alcanzó severamente a las comunidades del país y ahora se propaga en los municipios del interior, lo que nos preocupa mucho porque son lugares sin infraestructura para prestar asistencia sanitaria a todas las personas infectadas por la covid-19.
Mientras el gobierno defiende la reapertura del comercio y el relajamiento del aislamiento social en nombre de la economía, los movimientos sociales actúan desde otra perspectiva, que prioriza la vida. ¿Qué eso significa para Brasil e incluso para toda la sociedad post pandemia?
Nuestra solidaridad es muy diferente de la solidaridad de la sociedad anónima, de la red Globo, de divulgación de las empresas. Una publicidad gratuita. Algunos empresarios caradura afirmaron en cadena nacional que realizaron donaciones de 10 toneladas de alimentos, 500 canastas básicas, pese a que son dueños de empresas gigantescas, que explotan a los trabajadores. Empresas del capital que podrían donar mucho más. Casi no recibimos noticias de donaciones realizadas por el sector del agronegocio, porque no producen comida y por lo tanto no pueden hacer donaciones. Solo crean commodities agrícolas para exportar.
Nuestra solidaridad es distinta del asistencialismo. No realizamos solo donaciones. Al realizar las donaciones, plantamos cara a las necesidades concretas de la lucha por la vivienda, por la tierra, por la reforma agraria. La necesidad de organizar a la juventud. Y eso es lo que encontramos en las periferias.
Con toda certeza, los movimientos populares crecerán después de la pandemia, porque son referentes importantes y actúan en las periferias, donde el Estado solo llega con su represión.
Estas acciones de solidaridad se traducirán en un proceso más grande e intenso, de organización y lucha, como Brasil necesita. La solidaridad se intensificará, pero también se trata de una solidaridad que denuncia. Denuncia que el Estado determina el desalojo de personas sin techo en plena pandemia, como ocurrió la semana pasada en un municipio de Sao Paulo, donde 50 familias sin techo fueron desalojadas. Despertaron a las seis de la mañana mientras los tractores destruían sus hogares bajo el mando del gobernador del estado, Joao Doria. ¿Cómo podrán poner en práctica el “quédate en casa”, el derecho a la cuarentena, si no tienen techo? Fueron lanzadas a la calle sin ningún apoyo.
También estamos ayudando a esas familias. Pero la solidaridad tiene carácter de denuncia ante la omisión del Estado y su política genocida, sobre todo en el gobierno federal.
Edición: Rodrigo Chagas
Este material se comparte con autorización de Brasil de Fato