Un resumen de la historia de Palestina de los últimos 74 años. La expulsión masiva de la población, decenas de masacres y centenares de pueblos arrasados para dar cabida al estado de Israel, la resistencia palestina, la Intifada y la actual lucha por el término de la ocupación militar y el retorno de los refugiados a sus hogares de origen.
El 15 de mayo 1948 inició su andadura sobre Palestina el Estado de Israel, tras una ofensiva militar llevada a cabo por facciones y bandas paramilitares sionistas.
Tres cuartos de la población palestina debieron recurrir al exilio en lo que se llama en árabe Nakba y en español calamidad.
Palestina e Israel son sinónimos respectivos de opresor y oprimido, o colonizador y colonizado.
Israel es el fruto del sionismo, un movimiento fascista surgido en el siglo XIX en Europa cuando las potencias capitalistas empezaban su depredación en Asia Occidental.
Theodor Herzl, el primer jefe de la organización sionista mundial explicó en su
obra El Estado Judío: “Para Europa formaríamos allí un baluarte contra Asia; estaríamos al servicio de los puestos de avanzada de la cultura contra la barbarie.”
De ahí se desprende la ideología colonialista racista que caracteriza al régimen de Tel Aviv en función del imperialismo, aunque hay diferencias entre sionista y judío, al igual que nazi y alemán.
La propuesta de Herzl se ajustaba a los intereses del Reino Unido que desalojó de la zona al imperio otomano y ocupó su puesto al término de la primera Guerra Mundial.
Con anterioridad, la ocupación británica abrió el camino al movimiento sionista y se comprometió en 1917 – a través de la Declaración Balfour – a establecer un Estado judío en Palestina.
Nakba y retorno: esencia de la causa palestina
Fue una calamidad lo que sucedió desde finales de 1947 hasta la mitad de 1948 cuando se instauró el Estado de Israel.
Los británicos prepararon una Resolución para la ONU para dividir a Palestina en dos estados, uno árabe y otro judío.
Hubo rechazo general del pueblo palestino a esa decisión, pero el sionismo disponía de organizaciones militares preparadas por los británicos.
Basados en esas agrupaciones ejecutaron un plan llamado “Plan Dalet” o plan D, que consistía en una serie de operaciones militares, masacres y represión contra el pueblo palestino.
Mientras los sionistas contaban con más de 100 mil combatientes y un armamento terrestre, aéreo y marítimo moderno, el pueblo palestino estaba totalmente desarmado.
Y cuando los ataques sionistas arreciaron, las tropas de países árabes vecinos que defendían a sus hermanos no superaban los 50 mil y con armas antiguas.
Los nombres de las operaciones sionistas lo dicen todo; “Matate”, “Kelshon”, “Nikayon” y “Pirush” que significan en hebreo respectivamente: Escoba, Pala, limpieza y extensión.
El resultado derivó la expulsión de 750 mil palestinos que se convirtieron en refugiados, mientras los sionistas ocuparon 78 por ciento del territorio, a excepción de la Franja de Gaza que quedó bajo administración de Egipto y Cisjordania -incluida Jerusalén Este- que pasó a jurisdicción de Jordania.
En las décadas de los años 50 y 60 del siglo XX, con el auge del movimiento panarabista liderado por Egipto y su presidente Gamal Abdel Naser, el pueblo palestino comenzó a organizarse para la batalla por la liberación.
Los palestinos recuerdan de esa época la visita del guerrillero argentino cubano, Ernesto Che Guevara, quien estuvo en Gaza en 1959 y ofreció sus servicios para luchar por la liberación de Palestina.
Esa oferta fue rechazada por Egipto que preparaba una guerra clásica contra el
ocupante sionista.
En 1967, Israel aprovecha el caos y las decisiones equivocadas de Egipto y Siria, y logró en un ataque anticipado lo que quedaba de Palestina y además partes de Egipto, Siria y Jordania.
La agresión israelí empezó por una operación preparada desde 1959 llamada “Moked” o Foco en hebreo.
A raíz de esa derrota, las facciones palestinas decidieron liderar el proceso emancipador con la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).
La Intifada
Tras años de Intifada (levantamiento popular) se firmaron, en 1993, los acuerdos de Oslo, en Noruega, al decidir la burguesía palestina, sin consulta alguna con la población, reconocer al Estado de Israel y conseguir la materialización de dos Estados.
Aun así, Israel continuó su programa de construir asentamientos en territorio ocupado, promulgar leyes racistas y cometer crímenes contra el pueblo nativo palestino.
Las medidas israelíes condujeron al estallido de la segunda Intifada en 2000 que propició la presencia de la corriente islamista dentro de la dirigencia administrativa palestina bajo ocupación israelí.
El Boicot, BDS como arma contra la barbarie
Con el final de esa intifada todos los sectores del pueblo palestino lanzaron el llamamiento de Boicotear, Desinvertir y Sancionar (BDS) a Israel para exigirle que eliminara sus medidas racistas y garantizara el regreso de los refugiados.
Se trata de una convocatoria inspirada por la experiencia de Sudáfrica en la lucha contra el régimen del apartheid. Cabe mencionar que Israel fue el único que mantuvo relaciones con Pretoria y desarrolló armas nucleares con los racistas sudafricanos.
El boicot contempla todos los productos y bienes israelíes, incluidos los culturales, deportivos y de todo tipo; la desinversión consiste en evitar traer capitales para la economía israelí y la sanción, tal vez la más temida por Tel Aviv, porque se trata de condenar por vías legales a la opresión israelí sobre Palestina y romper relaciones diplomáticas.
El pueblo palestino es un pueblo milenario, diverso, con musulmanes, cristianos, judíos y de otras confesiones.
Un componente importante en la lucha contra el sionismo es refutar su retórica que secuestra el judaísmo y alega la falacia de que existe “un pueblo judío”.
Sin embargo, es ostensible que el judaísmo es una religión y una característica cultural. No existe ni una nación judía ni una nación musulmana ni cristiana.
En Palestina, el tema es de liberación y sobre todo regreso de los refugiados.
El hecho de que en tiempo reciente la Corte Penal Internacional abrió una investigación contra el Estado de Israel es un paso importante en el proceso de sancionar y responsabilizar al régimen sionista de Israel por sus crímenes de ocupación y apartheid entre otras.
Las autoridades de Israel detienen a niños palestinos, los someten a interrogatorio sin presencia de tutelas o abogado y además los presenta en cortes militares que pueden, según la ley israelí, condenarlos hasta 20 años de
cárcel por lanzar piedras contra las tropas ocupantes. Además, cientos de personas están encarceladas sin cargos ni juicios, y miles de todos los perfiles siguen encarcelados en condiciones terribles.
En Israel, entraron en vigor más de 50 leyes racistas que prohíben a los palestinos vivir y trabajar en el 91% de las tierras agrícolas bajo jurisdicción israelí.
La Franja de Gaza está bajo bloqueo desde hace tres lustros, mientras que en cada ataque de la maquinaria bélica israelí caen niños y civiles muertos con impunidad. Por eso la consigna de Sanción es ahora la principal arma del pueblo palestino oprimido. La posibilidad de una solución de dos Estados fracasará porque no puede haber coexistencia pacífica entre el lobo y el cordero, sino también porque se obvia que la razón está de parte de los palestinos por ser un pueblo ocupado y colonizado. Pero entre los palestinos hay conciencia de que el sionismo trajo muchos judíos y nacieron muchos otros, por lo tanto, el regreso de los refugiados no implica expulsar a nadie, sino que todos vivan en una nueva Palestina con iguales derechos para todos. Es sin duda una generosidad del pueblo autóctono de Palestina llegar a esa conclusión, aunque solo sea la opinión de una parte de los palestinos y de los israelíes. En Israel, hay mucho fascismo y racismo, con un sistema educativo y la militarización generalizada diseñados para crear un monstruo excluyente.
Por otra parte, el regreso de los refugiados y su convivencia con los residentes en Palestina sean del credo que sean, exige un sistema que contemple planes económicos y urbanísticos ventajosos para todos por igual.
Ese ideal está aún muy lejos y son pocos quienes creen en que emergerá un Estado palestino único, laico, democrático y socialista, pero se nota su crecimiento en la lucha y la sensibilización de aspirar a un mundo mejor.
*Exprisionero político en cárceles israelíes