Foto: Nablus, anclada en un valle, es uno de los núcleos de la resistencia en Palestina, y donde hace poco ha surgido el grupo armado Guardia de los Leones. (Tom Grossman)
“Esta es su sangre”, dice el joven Dirar, mientras señala una mancha roja en la pared. Se refiere a Ibrahim Nabulsi, un miliciano palestino de 18 años que durante meses fue uno de los hombres más buscados por Israel. Escapó de varias emboscadas, hasta que fuerzas de élite israelíes lo atraparon junto a dos compañeros este pasado agosto. Nabulsi se refugiaba en una casa de época otomana entre las estrechas vías de la Ciudad Vieja de Nablus, donde resistió a los ataques hasta caer muerto. Según testigos, el intercambio de fuego duró buen rato, hasta que los soldados lanzaron proyectiles que acabaron con él.
Ahora es un héroe en las calles de Cisjordania, y su historia se hizo viral en redes como Tik Tok o Instagram. El lugar donde lo mataron se convirtió también en destino de peregrinaje. Ahí se conservan uno de los zapatos que llevaba cuando lo mataron, incluso restos de comida y algunos de sus utensilios de cocina. Jóvenes palestinos como Dirar, que cuenta con detalle cómo fueron sus últimos minutos, visitan a menudo la casa, donde algunos dejan flores. Gran parte de la estructura del inmueble se desplomó por el duro ataque israelí. Las paredes interiores también están repletas de marcas de bala.
Morir por Palestina
Nabulsi murió, pero su figura reforzó el espíritu de resistencia entre una nueva generación que quiere seguir su modelo: sacrificarse por Palestina. Como Dirar, muchos son adolescentes o apenas han alcanzado la mayoría de edad. Han crecido en condiciones precarias en la Ciudad Vieja de Nablus o el campo de refugiados de Jenín, principales urbes del norte cisjordano que concentran los grandes núcleos de resistencia del área.
En lo que llevamos de 2022, las incesantes redadas israelíes se han saldado ya con la muerte de más de 130 palestinos, la cifra más alta en Cisjordania de los últimos años
Ahí han sufrido los estragos de la ocupación israelí desde pequeños, sus circunstancias económicas y laborales son malas y no tienen grandes perspectivas de futuro. Por ello no es casualidad que estos puntos sean también el actual foco de tensión del conflicto palestino-israelí. Este 2022, las incesantes redadas israelíes —que en muchos casos derivan en choques con grupos locales— se han saldado ya con la muerte de más de 130 palestinos, la cifra más alta en Cisjordania de los últimos años. La vida de parte de los fallecidos fue corta: muchos habían nacido este mismo siglo o eran pequeños durante duros períodos como la Segunda Intifada.
“Estos jóvenes no tienen nada que perder”, asegura Ghassan Hamdan, coordinador de la Sociedad Palestina de Socorro Médico en Nablus. Esta urbe, antigua y enclavada en un valle abrupto, es la segunda más habitada de Cisjordania y crece a base de edificios que se alzan en un perímetro reducido, rodeado por la presencia israelí. “Si la población sale de la ciudad, se topa con controles militares, vías cortadas o asentamientos. Los colonos les lanzan piedras en la carretera. Israel sigue confiscando tierras y los palestinos no controlan ni sus propios recursos. Todo ello ha dejado a la gente sin esperanza, sobre todo a la juventud”, explica Hamdan.
Enfrentados a la Autoridad Palestina
Según añade, las nuevas generaciones encarnan una forma de resistencia que busca revivir la lucha armada contra la colonización israelí, pero también se rebelan contra la propia Autoridad Palestina (AP). Su reacción evidencia la frustración por el fracaso del proyecto nacional palestino y de la solución de dos Estados. También es síntoma del creciente malestar generalizado hacia su organismo de autogobierno y el partido oficialista, el nacionalista Fatah. Muchos los consideran corruptos, autoritarios y servidores de los intereses de Israel, con quién mantienen estrechos vínculos de seguridad en virtud de los Acuerdos de Oslo (1993-95).
Su liderazgo —encabezado por el viejo e impopular Mahmud Abás— está cada vez más alejado de la población a pie de calle, y “esta distancia se hace aún más grande con las nuevas generaciones”, destaca Raed Debiy, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad An-Naja de Nablus. Mucha juventud no se siente representada por la Autoridad Palestina, un órgano que permanece sin grandes cambios en sus estructuras de poder y no celebra elecciones presidenciales ni parlamentarias desde 2005 y 2006.
Este caldo de cultivo hace que las armas circulen cada vez más entre jóvenes de Nablus o Jenín, que buscan organizarse más allá de una afiliación política concreta o de las milicias tradicionales. Son grupos que han tomado fuerza recientemente e intentan actuar por su cuenta, sin tutela de las facciones palestinas de toda la vida ni de los movimientos islamistas Hamás o Yihad Islámica. Algunos de sus integrantes proceden o tienen lazos con la amplia amalgama de células armadas ya existentes, como las Brigadas Mártires de Al Aqsa —brazo armado de Fatah—, Al Qassam —ala militar de Hamás— o Al Quds –perteneciente a Yihad Islámica—, pero parecen realizar acciones de forma autónoma y no estarían directamente sometidos a estos grupos, según analistas.
La irrupción de Guarida de los Leones
Un grupo creado hace poco y denominado Guarida de los Leones —al que pertenecía Nabulsi y que integran docenas de jóvenes— hizo recular a las fuerzas de seguridad de la AP de la Ciudad Vieja de Nablus, donde estas ya no entran. En lugares como el campo de refugiados de Jenín —donde en 2021 se creó otro grupo llamado Brigadas de Jenín—, las fuerzas palestinas casi no acceden desde hace años, otra prueba del «creciente vacío de poder de la AP, que está siendo llenado por nuevos actores”, opina Debiy.
Estos movimientos, aún incipientes pero en crecimiento, toman métodos de acción más radicales, “no se inspiran en los referentes históricos de la causa palestina y miran el futuro de forma distinta”, agrega el docente. “Creen que son la generación del sacrificio, luchan hasta la última bala y están dispuestos a morir”, señala Debiy. En los últimos meses, se les ha atribuido el aumento de ataques contra objetivos militares y de colonos israelíes en el norte de Cisjordania, donde Israel ha detenido a más de 2.000 palestinos en medio año.
Ante este escenario, la principal preocupación de Israel se ha centrado últimamente en Guarida de los Leones. Esta milicia no se organiza en una jerarquía estructurada clara y actúa con capacidades operativas limitadas, pero ha retado a las fuerzas israelíes en la zona de Nablus y este mes mató a un soldado israelí en un tiroteo.
Según expertos, el Estado judío recurre de nuevo a los asesinatos selectivos como modo de aplacar la resistencia en Cisjordania, una práctica que no usaba en este territorio desde la Segunda Intifada
Algunos de sus miembros lo han pagado ya con su vida en emboscadas que también suelen dejar gran cantidad de heridos. El 23 de octubre, una explosión sacudió las calles de la Ciudad Vieja de Nablus después de que una bomba lapa hiciera estallar la moto de Tamer al Kilani, miembro de alto rango del grupo que murió en el incidente. Israel no se pronunció al respecto, pero analistas vincularon el ataque a sus cuerpos de inteligencia. Según expertos, el Estado judío recurre de nuevo a los asesinatos selectivos como modo de aplacar la resistencia en Cisjordania, una práctica que no usaba en este territorio desde la Segunda Intifada.
Poco después, este 25 de octubre, fuerzas de élite israelíes irrumpieron de noche en Nablus para una operación que derivó en fuertes choques armados. Se saldó con cinco palestinos muertos y más de veinte heridos. Israel allanó un supuesto laboratorio improvisado de explosivos y liquidó a Wadi al Houth, considerado uno de los cabecillas de Guarida de los Leones. Sus funerales atrajeron a miles de asistentes y se declaró huelga. Por otro lado, no parece casualidad que estos contundentes operativos coincidan con la campaña electoral en Israel, que este 1 de noviembre irá a sus quintos comicios en menos de cuatro años.
Cada vez más populares
A su vez, muchas de las operaciones israelíes de este 2022 han causado la muerte de civiles desarmados, como fue el caso de la periodista palestina Shireen Abu Akleh el pasado mayo. Pero la represión no mengua la popularidad de los jóvenes, sino al contrario. Como en muchos lugares de Cisjordania, la Ciudad Vieja de Nablus está repleta de carteles e imágenes en homenaje a Nabulsi y otros milicianos muertos. Adolescentes como Dirar lucen colgantes con rostros de sus mártires, y se nutren del contenido que estos grupos difunden por las redes, donde son muy activos. “Son respetados por toda la población, también entre adultos, y por ahora son considerados puros” porque se les identifica como defensores del pueblo llano, remarca Debiy.
Según prevé, en estas circunstancias, los jóvenes dispuestos a recurrir a la lucha armada irán cada vez a más. El fenómeno, más allá de Nablus o Jenín, se extiende poco a poco a otras ciudades y campos de refugiados depauperados, donde el desasosiego de la juventud ante la dura realidad es general. En Cisjordania —sin incluir Gaza, donde la situación es aún más trágica— el desempleo ronda el 43% entre jóvenes de 20 a 29 años.
Sin perspectivas para el fin de la larga ocupación israelí, que también les somete económicamente, a muchos solo les queda la opción de trabajar como mano de obra barata en Israel o las colonias judías. Otra posibilidad es ganar un sueldo muy bajo en empleos palestinos que tienden a ser precarios o inestables, pero hay jóvenes del eslabón más débil que quizás no alcancen ni este punto. Dirar, de 15 años, ya dejó la escuela y se pasea por Nablus sin muchas expectitivas más allá de esta: seguir los pasos de Nabulsi y sus compañeros milicianos.
Este material se comparte con autorización de El Salto