El maíz criollo, y los campesinos que lo plantan, respiraron aliviados ayer por la tarde. El 2° tribunal unitario en materia civil y administrativa, a cargo de Benjamín Soto Sánchez confirmó la prohibición de otorgar permisos de siembra de maíz transgénico y también su liberación al ambiente. “No logramos una suspensión definitiva aún, pero vamos avanzando en pequeñas etapas. Esta nueva suspensión tiene importancia ya que fue decretada por un tribunal de mayor jerarquía”, explica el abogado René Sánchez Galindo, quien es el dueño de las palabras que anteceden. Explica que en este caso, la prohibición del transgénico (y por tanto la protección del criollo) se dio en un tribunal de apelaciones, el segundo escalón en la pirámide jurídica. La primera prohibición se había logrado también en un tribunal de apelaciones, que entonces estaba a cargo del magistrado Jaime Manuel Marroquín.
El nuevo plazo se extiende hasta que haya sentencia en la causa de apelación, es decir, que no es un plazo fijo sino que depende de cuánto tarde en resolver el magistrado Soto Sánchez. “Puede ser en tres meses o en un par de semanas, según lo que tarde en resolver el magistrado. Hay que tener en cuenta que el juez debe empaparse del tema. Tiene que leer todo”
Vale explicar que la batalla legal contra el maíz transgénico tiene dos frentes abiertos: por un lado este, que acaba de declarar que México siga siendo un país libre de maíz transgénicos por tiempo aún no determinado (lo antedicho, hasta la resolución de la apelación) y por otro, el juicio en sí contra las empresas que está abierto desde hace más de tres años. Es un juicio de acción colectiva, un mecanismo legal que permite que ya no sólo el individuo afectado en sus derechos individuales demande, sino que las afectaciones a los derechos colectivos pudieran llevarse a juicio. “Un juicio colectivo es un juicio entre una colectividad y quien esté afectando los derechos de esa colectividad. Eso es lo que estamos entablando en el caso del maíz”.
La batalla ganada ayer fue en la primera causa mencionada, la que mantiene a raya la entrada del transgénico. La próxima audiencia está fijada para el próximo 17 de Noviembre.
¿Cómo cree que reaccionarán las empresas frente a esta nueva derrota judicial que han sufrido?, se le consulta al abogado defensor. “En un artículo publicado en El Economista, el representante legal de las empresas lamenta la decisión del magistrado de segunda instancia, que prolongó la prohibición de sembrar y considera que debería haber llegado a la misma instancia que el juez de primera instancia que lo había avalado. Decisión que nosotros apelamos y por eso estamos aquí”. Sánchez Galindo considera que probablemente la estrategia que sigan sea la que ya han cosechado hasta ahora, es decir, impugnar la resolución de ayer. “Así lo hicieron en febrero pasado contra la determinado por el magistrado Marroquín. Así lo hicieron tres veces y perdieron las tres, hasta que en su cuarto intento, fueron contra el propio magistrado”. El principal operador en México de las empresas involucradas en la causa es el abogado Rodrigo Ojeda, quien se desempeña como director jurídico de Monsanto.
Dada la importancia que la causa tiene para resguardar la diversidad genética del maíz mexicano, y con ella su comida, su cultura y su idiosincrasia, Sánchez Galindo advierte que el grupo que lleva adelante la demanda plantea cuatro formas de apoyar la causa: en el litigio, con evidencia científica, en la difusión de lo que, paso a paso, se está logrando y también con donaciones monetarias. “Particularmente lo que necesitamos es un abogado para que se sume al equipo de trabajo. Necesitamos poder sistematizar la información existente sobre los daños que ha ocasionado el maíz transgénico que se ha plantado en forma ilegal en el país y por supuesto, lograr una red de redes que trabaje difundiendo y multiplicando la lucha”.
Este nuevo round ganado es una movida que tiene repercusiones a nivel mundial, ya que a diferencia de lo que sucede en los países del sur americano, en que es prácticamente imposible imaginar los campos sin cultivos diseñados genéticamente, México representa un bastión de resistencia contra uno de los rubros más concentrado y poderoso de compañías que existen actualmente. ¿Qué importancia tiene esta nueva dilación de la entrada del maíz a la siembra y la experimentación que se ha ganado? Sánchez Galindo responde: “Considero que lo que está pasando ahorita es una batalla entre la naturaleza y los transgénicos. Ya hay evidencias de que las malezas están compitiendo con los químicos, que han desarrollado resistencias a eso que utilizan para matarlas (herbicidas más que nada, como el Round Up o el más reciente, llamado Dicamba). Esa resistencia natural está debilitando la estrategia comercial de la empresa. En ese contexto llega nuestra demanda jurídica, que está basada en el principio de preservación de la diversidad biológica del maíz, que es originario de México, del medio ambiente y la naturaleza. Si la hubiésemos presentado hace 15 años, cuando la naturaleza no había empezado a resistirse, si no la tuviésemos como aliada, no le estaríamos complicando tanto la vida a las empresas”.
