Para María Inés García de Arana, el viaje con la Caravana de Madres Centroamericanas ha sido un vaivén de emociones. Está feliz porque después de 4 años volvió a ver a su hijo René Alonso Bolaños García. Sin embargo, el reecuentro no fue en un albergue o en un sitio cualquiera, sin en el penal federal del Altiplano, donde el joven salvadoreño pasa los días acusado de secuestro.
García de Arana salió de San Salvador no sólo con el objetivo de escuchar y conversar con su hijo. Desde que llegó a México decretó que haría todo lo posible para que René Alonso recupere la libertad.
“Es una injusticia contra mi hijo, él es inocente de todo lo que están acusando (…) a él lo señalaron como supuesto ‘pollero’, pero eso es mentira, era la primera vez que salía del país”, insiste la madre.
«Le fabricaron delitos»
La mañana del 7 de junio de 2013, la familia Bolaños García despidió a René Alonso de su natal ciudad. La central de autobuses fue el último sitio donde María Inés García lo vio libre, con la única meta de encontrar un empleo bien pagado y eludir el violento pandillerismo de su país. En aquel entonces, René tenía 20 años.
Una de las promesas que hizo a su madre fue que una vez tuviera el dinero suficiente, pondrían una empresa de taxis en San Salvador que administraría María Inés.
“Él salió para trabajar, no para hacer el mal. Parece que ahora es delito ser joven. No entiendo cómo pudieron meterlo a la cárcel diciendo que secuestraba gente, cuando él mismo fue víctima de muchos delitos aquí en México”, insiste la madre.
El salvadoreño recorrió el sur del país a bordo de La Bestia y llegó hasta Lechería, en el Estado de México. En su espera para tomar un nuevo tren hacia el norte, se enteró del albergue de Atitalaquia, Hidalgo, y tomó un descanso.
Diez después de haber salido de San Salvador, la familia Bolaños García logró hablar con René.
“Ese día habló con uno de sus hermanos y nos dijo que estaba bien, muy cansado y que había sufrido algunas extorsiones, pero que seguiría su camino”, relata María Inés García.
Antes de abandonar el albergue en Hidalgo, el destino de Bolaños García fue decidido por un grupo de sujetos que ingresó al sitio para llevárselo.
El 20 de junio de 2013, dos semanas después de haberlo despedido en la terminal de autobuses, María Inés García fue contactada por el Consulado de El Salvador para ser informada que René Alonso estaba detenido: de un momento a otro, la Procuraduría General de la República ya lo había acusado por delincuencia organizada, secuestro y tráfico de personas migrantes.
“No hay forma de que me digan eso. Él había venido para México de paso, no para ser un delincuente (…) lo tienen preso de manera injusta, nosotros somos una familia honrada y trabajadora, todo se lo fabricaron”, afirma.
Desde que supo que René Alonso estaba tras las rejas, María Inés García buscó ayuda y pudo contactar con el Movimiento Migrante Mesoamericano, organización que ha acompañado legalmente el caso y gestionó un reencuentro al interior del Centro Federal de Readaptación Social No. 1 (Cefereso) de El Altiplano.
Charla en la Cárcel
“¡Ay mi niño! No te podré abrazar”, son las primeras palabras que María Inés dice a René Alonso. Unas rejas y un cristal en la sala 6 del Cereso de El Altiplano Rene los separa.
De los 3 cargos que inicialmente enfrentó el ahora joven de 24 años, la PGR sólo pudo imputarlo por secuestro. La misma suerte la pasó un compatriota conocido como ‘El Fantasma’ y 6 hondureños más.
“Madre, no te preocupes, estoy bien. Te vi en la televisión cuando saliste en Coatzacoalcos. Esperé todo el día y cuando te vi, les dije a mis amigos: ‘Esa es mi madre’”, cuenta René y se refiere al 7 de diciembre, cuando la Caravana de Madres Centroamericanas estuvo en el sur veracruzano.
Tras la insistencia del Consulador salvadoreño, García de Arana logró estar cerca de su hijo.
Las autoridades del penal de máxima seguridad los hicieron reunirse en una pequeña sala con una mesa y un par de sillas.
Allí, acompañados de un jugo, ambos conversaron durante 20 minutos: hablaron de la familia, de la vida en el país centroameriano y de cómo seguirán dando batallas legales para que René sea absuelto.
El reencuentro se dio 4 años y 7 meses después de que René fue acusado por delitos federales.
Para María Inés García la esperanza de que salga del penal no acabará en tanto él no sea sentenciado.
Audiencia tras audiencia, la PGR no ha podido acreditar la responsabilidad del joven en tales delitos. El acusado ya pidió un careo con las víctimas, pero esto no ha sido posible
Mientras él no reciba una sentencia, su estatus se mantendrá como imputado y con la inocencia de por medio.
“Esto es solo un primer paso. Estoy segura que vamos a poder sacarlo porque no hay razones para que siga ahí”, sostiene.