Ciudad de México | Desinformémonos. Alrededor de 3 mil migrantes que no aceptaron ninguna de las opciones que el gobierno francés ofreció para desalojar el campamento improvisado de Calais, tras ver destruidas las instalaciones optaron por reasentarse en París, en los alrededores de las estaciones del metro de Stalingrado y Jaurès.

En el metro de la capital francesa, los migrantes instalaron sus tiendas de campaña, colchones, y las pocas pertenencias que rescataron del campamento en Calais. Sin embargo, las condiciones continúan iguales o peor que cuando existía el campo irregular, pues la suciedad y la falta de higiene nombraron al asentamiento “La Nuevla Jungla” de Francia.

La mayoría de los migrantes que se continuaron su viaje en París provienen de Afganistán, Sudán, Somalia y Eritrea, y alcanzan hasta las 3 mil personas, de acuerdo con organizaciones humanitarias.

El campamento en las estaciones del metro de París ya existía, pero su magnitud creció desproporcionalmente tras el fin del desalojo del campamento de Calais el pasado viernes, aseguran autoridades.

Cada día, por lo menos 90 migrantes llegan al campamento de París en espera de solicitar asilo en las oficinas de Asistencia Social y Administrativa. Muy cerca del lugar, se construye un campo de refugiados promovido por la alcaldía de la capital, que únicamente tendrá una capacidad de 900 personas y su uso está previsto sólo para aquellos que no han iniciado el procedimiento de asilo.

En lo que fue “La Jungla” de Calais, decenas de migrantes, entre los que se incluyen menores de edad no acompañados, se mantuvieron entre los escombros del asentamiento “informal” luego de que el gobierno francés diera por terminada la evacuación y desmantelamiento de lo que llegó a ser el campamento de migrantes más grandes del país, así como uno de los más poblados en Europa.

Este lunes el gobierno francés inició el desmantelamiento de La Jungla, denominada así por las malas condiciones sanitarias en las que más de seis mil migrantes vivían, en chozas y tiendas de campaña a orillas del Canal de la Mancha, con la esperanza de cruzar hasta Reino Unido.

El desalojo comenzó con la vigilancia de por lo menos mil 500 policías antidisturbios, bajo el argumento gubernamental de que no es para presionar a los migrantes, “sino para asegurar la zona”.

A mediados de octubre, un tribunal francés validó el desmantelamiento del campamento al rechazar un recurso presentado por 11 organizaciones de la sociedad civil a favor de los derechos de los migrantes, con el fin de exigir la cancelación del desalojo.

Las organizaciones que interpusieron el recurso indicaron que no están aseguradas las condiciones para llevar a cabo el desalojo sin que los derechos humanos de los habitantes del campamento no se vean afectados, y recalcó la preocupación sobre los más de mil 300 niños que se encuentran en la aglomeración sin ninguna compañía.

Ante esto, el tribunal aseguró que “el principio mismo del desmantelamiento del sitio de Calais no desconoce el principio de prohibición de tratamientos inhumanos y degradantes. Por el contrario, el plan apunta a poner fin a ese tipo de tratos”.

La mayoría de los migrantes que llegaron al campamento de Calais provenían de Afganistán, Eritrea y Sudán, además de otros países africanos y del Medio Oriente donde la pobreza y la violencia amenazan constantemente a la población.