Nuestra prioridad es cuidarnos comunitariamente. No a la guerra

Editorial Desinformémonos

Nos parece necesario fijar una posición sobre lo que está sucediendo en Palestina e Israel. Pero no podemos hacerlo sin decir desde dónde lo hacemos.

Vivimos en un continente donde las y los de abajo venimos sufriendo violencias, humillaciones y masacres desde hace cinco siglos.

En América Latina, sólo en las cuatro últimas décadas, hemos tenido 30 mil desaparecidos por la dictadura en Argentina; 200 mil muertos por la guerra contra los pueblos originarios en Guatemala; más de 100 mil desparecidos y 300 mil muertos por la mal llamada guerra contra las drogas en México; decenas de miles de asesinados y desaparecidos en la prolongada guerra clombiana; y una cantidad difícil de poner en números de crímenes de lesa humanidad en toda la región.

El nuestro es el continente con la mayor desigualdad del mundo, que ahora mismo está sufriendo una guerra de despojo contra campesinos, pueblos originarios y negros, y habitantes de las periferias urbanas. Guerra de despojo que busca desplazar poblaciones para convertir los bienes comunes en mercancías, modo de explotación y destrucción de la vida que llamamos acumulación por despojo/cuarta guerra mundial contra los pueblos.

Desde estos dolores y desde estas indignaciones tomamos posición sobre lo que viene sucediendo en Israel y Palestina.

La primera y fundamental obligación de toda persona que pretenda transformar el mundo con las y los de abajo es cuidar la vida, hacerlo colectiva y comunitariamente, no poniendo en riesgo la vida de los pueblos y de las personas. Por eso rechazamos también los ataques de Hamás.

Rechazamos la guerra porque entrarle es hacerle el juego al capital y a las grandes potencias. Rechazamos poner a nuestros pueblos en la balanza geopolítica del poder. Las y los de abajo nos negamos a ser peones en una partida de poder global que no es la nuestra, que sólo le sirve a los opresores.

El Estado de Israel viene cometiendo crímenes intolerables contra el pueblo palestino. Ocupa su territorio, desplaza poblaciones, se apropia del agua y de todos los bienes comunes de ese pueblo. Ejerce violencia y terror en los territorios ocupados y ha convertido a Gaza en la mayor cárcel a cielo abierto del mundo. Ha encarcelado a cientos de miles de personas por el sólo hecho de no ser israelíes y condena a todo un pueblo a vivir en condiciones indignas, sufriendo permanente violencia y humillaciones de todo tipo.

El Estado de Israel es el principal responsable del conflicto en Medio Oriente y sólo atina a utilizar la fuerza militar para enfrentar sus graves problemas. Ahora ha cortado el agua y la luz en Gaza, impidiendo incluso el ingreso de alimentos, lo que constituye un grave crimen contra la vida. Ha exigido también la salida de un millón de palestinos, a quienes bombardea en el camino.

Admiramos el coraje y la determinación del pueblo palestino. Y compartimos las movilizaciones multitudinarias que en diversas partes del mundo exigen el fin de esta guerra sin nombre en su contra.

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