NUESTRA AMÉRICALas Maras: un reto para El Salvador

14 feb. CI- Para los ciudadanos del Salvador el descontento por la corrupción de los partidos tradicionales y la desesperación con las maras son dos de los retos que tienen como país. ¿Podrá Nayib Bukelé trabajar conjuntamente con la comunidad en uno de los países más violentos y desiguales de América Latina?

Durante los últimos treinta años los dos partidos tradicionales en el poder, la Alianza Republicana Nacionalista ARENA de ultraderecha y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional FMLN de izquierda, se habían disputado la presidencia del Salvador. Durante la administración del FMLN se trataron de llevar a cabo proyectos para mitigar el impacto de las pandillas en las zonas marginadas del Salvador, algunos con mayor o menor éxito.

A pesar de ello, los escándalos de corrupción de ambos partidos generaron el descontento y escepticismo de los salvadoreños. De ahí el voto de confianza de millones de ciudadanos dentro y fuera del país a Nayib Bukelé, que le dio la victoria definitiva con un 53,8 % en primera vuelta en las elecciones del pasado 3 de febrero.

Los ciudadanos han decidido y además consideran que uno de los mayores retos es la seguridad. Las maras controlan gran parte del país lo que se ha convertido en una amenaza y una de las problemáticas más urgentes a solucionar por todos los salvadoreños.

“En el Salvador ser joven es un delito, a los 18 años decidí irme por miedo a las pandillas, si no tienes amigos en las maras, ellos te buscan para reclutarte, desde el colegio empiezas a escuchar que la Mara Salva trucha y el Barrio 18 son rivales a muerte. Tienes que hacerte amigo de alguna o si no te extorsionan. Yo me hice amigo de la mara Salva trucha o MS-13, si no me iba, tarde o temprano iba a resultar siendo pandillero”, dice José Aragón (nombre cambiado por seguridad de la fuente), inmigrante salvadoreño en Estados Unidos.

Maras salvadoreñas – Licenciada bajo Creative Commons

El Salvador ha sido uno de los países más desiguales y violentos de América Latina. Sus gobiernos militares de ultraderecha y las ideas de revolución de Farabundo Martí que crearon las guerrilla Fuerzas Populares de Liberación (FLP), desencadenaron una guerra civil que prolongó la lucha armada hasta 1992, cuando se firma el acuerdo de paz de Chapultepec. El conflicto dio lugar a migraciones masivas de salvadoreños hacia los Estados Unidos, sobre todo al este del país y California.

Las pandillas surgieron en la década de los 80 por la marginación de los inmigrantes en Los Ángeles. Posteriormente, este fenómeno se expande con la entrada de las armas y la droga a la ciudad, donde comienzan a forjarse vínculos entre las pandillas y las mafias, prácticas como las extorsiones se originan en las dinámicas que existen entre estas organizaciones delictivas dedicadas al narcotráfico. En los 90, Estados Unidos inició una política de deportaciones que generó a que las pandillas se implantaran en Centroamérica, específicamente en el Salvador.

Un conflicto armado es producto de las desigualdades”

El Salvador es uno de los países más pequeños de Centroamérica, con índices de pobreza altos y que se abre en los años 90 a la implementación de políticas neoliberales a través del consenso de Washington. Su implementación va a tener consecuencias nefastas para los sectores populares, empeorando la ya desigual sociedad salvadoreña”, explica Carlos Manrique, profesor de Historia de América Latina de la Universidad Externado.

La desigualdad social, económica y las dinámicas de guerra que vienen desde el conflicto armado entre el estado y las guerrillas llevan a que las pandillas traídas de Estados Unidos tengan un mayor arraigo en grupos y sectores sociales violentos en el Salvador. Por otra parte, están los permisos migratorios que da Estados Unidos a los salvadoreños que desde entonces convirtió “las remesas” en una de las principales fuentes económicas de las familias salvadoreñas.

Miguel Ángel (nombre cambiado por solicitud de la fuente), profesor de inglés en el Salvador volvió a su país después de varios años de asilo político en Estados Unidos. El motivo de su regreso fue ser voluntario para enseñarle inglés a un chico de 17 años, de una familia de bajos recursos en una de las zonas calientes o de dominio de las pandillas. “Él era la esperanza de su familia, buscaba la manera de migrar a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades pero cruzando uno de los barrios se pasó al territorio de la otra pandilla, un grupo de pandilleros le pidieron el carnet, se dieron cuenta que no era de la zona y lo mataron”.

A pesar de situaciones como esta hay quienes aseguran nunca haber visto un pandillero en su vida, como Melvin Hernán, quien vive en San Salvador y explica que esta problemática afecta a sectores marginados de la población. “Hay gente que le toca vivir así, no pueden ir al mercado de la otra pandilla porque ponen en peligro su vida”, comenta.

Una modalidad de negocio de estas pandillas para mantener el control de sus territorios es la renta. “Las pandillas extorsionan a los dueños de los negocios, les exigen dinero para su propia protección”, explica Eduardo quien vive en Santa Tecla, un barrio del San Salvador dominado por la mara Salva Trucha.

Grupos de Maras salvadoreñas – Licenciada bajo Creative Commons

La situación de las maras y la emigración es uno de los retos más grandes que tienen los salvadoreños hoy. De su administración estatal y la persistencia de sus ciudadanos depende la viabilidad y la mejora de la calidad de vida en el Salvador.

El triunfo de Nayib Bukelé es interpretado por la mayoría de los ciudadanos salvadoreños como un quiebre en la historia del Salvador, por la ruptura del poder bipartidista que gobernó durante los últimos 30 años, aunque algunos prefieren esperar a que las acciones del nuevo presidente hablen por él. Hernán expresó, “creo que todos podemos aportar desde nuestro día a día para construir el futuro del Salvador. A mí la izquierda me decepcionó, hizo cambios, pero también le robó a la gente. Hoy, con Bukelé espero que se den nuevas ideas y que todos los partidos puedan trabajar por la construcción de un mejor país”.

En su plan de gobierno denominado “Plan Cuscatlán”, Bukelé habla de cinco puntos, entre los que se encuentran iniciativas como mi Nueva Escuela que busca rediseñar el modelo educativo del Salvador, invertir en infraestructura, tecnología, deporte y educación física y el Proyecto Dalton que se plantea conseguir un total de 20,000 becas para carreras de educación superior que serían las medidas de mayor impacto para que millones de niños y jóvenes salvadoreños puedan construir un mejor futuro.

Publicado originalmente en Colombiainforma

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