Hoy en día se está promoviendo la energía del hidrógeno como una alternativa “limpia” a los combustibles fósiles, en el marco de los esfuerzos mundiales por reducir las emisiones y parar el cambio climático. A pesar de la colorida gama que se ofrece -desde el hidrógeno gris al rosa, pasando por el hidrógeno verde-, en realidad la producción de todos los tipos de hidrógeno es costosa, ineficiente y dista mucho de ser una solución que genere pocas emisiones de carbono. En este posicionamiento, Amigos de la Tierra Internacional desmitifica el arcoíris del hidrógeno y evidencia las falacias sobre el papel del hidrógeno en la transición energética justa.

Impulsada por la misma industria de combustibles fósiles que provocó y continúa potenciando la crisis climática, el hidrógeno es otra falsa solución que la industria vende como un parche milagroso, para continuar generando lucro. Al igual que otras falsas soluciones, representa una distracción peligrosa que desvía la atención de la reducción de emisiones urgente, profunda y real que se requiere para enfrentar la crisis climática.

El hidrógeno apuntala a la industria de los combustibles fósiles, especialmente la industria del gas fósil. Dada la enorme cantidad de pruebas documentadas de los impactos desastrosos del gas fósil a nivel mundial – desde los impactos devastadores de la fractura hidráulica en Colombia a los conflictos y la destrucción en curso en Mozambique – está claro que no deberíamos invertir en una industria que destruye sistemáticamente nuestras comunidades y el clima. Solo se podrá resolver la crisis climática mediante un profundo cambio de sistema, desmantelando el sistema capitalista neocolonial, patriarcal y neoliberal que generó la crisis, para construir un mundo más justo y equitativo para todas y todos.

Azul, gris, verde… La industria intenta vendernos el hidrógeno en toda clase de colores y envases, pero cuando se disipa la cortina de humo la realidad se vuelve evidente: el hidrógeno es el truco más reciente de los grandes contaminadores, y no podemos darnos el lujo de caer en su trampa.

Publicado originalmente en Amigos de la Tierra