Foto: Paulina Figueroa
Existen toda una serie de medidas sistémicas, racistas, de racismo lingüístico que castigan a las personas por hablar sus lenguas.
Quienes decidieron no hablar las lenguas originarias de sus padres no fue por elección. “A mucha gente le gusta culpar a las generaciones que ya no son hablantes: ¿por qué no quisiste aprender?, ¿por qué no te interesa?, individualizando la cuestión, señala la escritora Jumko Ogata.
En entrevista con Gaceta UNAM consideró que es fundamental que desde los programas de estudio de literatura en todos los niveles se acoplen textos que no sean escritos por personas blancas. “Deben tomarse medidas institucionales para asegurarse de hablar sobre literatura que no sea eurocéntrica, que no sea únicamente en lenguas romances, que se hagan traducciones de otras lenguas”.
Conforme avanzaban los semestres en su carrera de Estudios Latinoamericanos se dio cuenta de que la mayoría de los textos que revisaban eran de hombres blancos, había mucha escritura indigenista, con el “sesgo paternalista, condescendiente y la idea de hablar por los que no tienen voz. Se piensa que existe la necesidad de hablar sobre comunidades indígenas porque no tienen a nadie que hable por ellos, es muy colonialista pensar que una persona de la academia o que tenga estudios universitarios puede narrarles o conocerlos mejor que ellos. Es mucho más interesante y mucho más genuino conocer cómo se narran las comunidades a sí mismas, cómo narran la propia experiencia vivida, que una visión antropológica que suele ser violenta”.
Busco de manera consciente, por ejemplo, conocer qué pasa con los escritores y las escritoras negras de América Latina (AL). En algunos países de AL hay una enorme cantidad de personas negras, “entonces, ¿las personas negras no escribimos?, ¿no narramos? No es el caso, sino que existen sesgos, tanto del mundo editorial como de los programas literarios. El canon literario y la crítica, tampoco ponen atención sobre estos trabajos y lo mismo pasa con la diáspora asiática latinoamericana”.
La estudiante universitaria precisó que le parece positivo que se converse sobre el racismo y que muchas personas quieran identificarse o nombrarse como antirracistas, pero no sólo se trata de llamarse de esa manera, sino realmente ver cómo podemos convertir esas prácticas en parte de nuestra cotidianeidad”.
Edición mexicana
Ogata escribió la presentación de la edición mexicana del libro Cómo ser antirracista de Ibram X Kendi y en coincidencia con el autor afirma que “no sólo se trata de nombrarse antirracista y ponerse la etiqueta, sino hay que hacer activamente el trabajo autocrítico todos los días, ser conscientes de las maneras en las que interiorizamos muchas ideas racistas y violentamos, tanto a otras personas como a nosotros mismos en el proceso y también señalar, en la medida de lo posible en los espacios en los que estamos, cuando ocurren dinámicas racistas”
Uno de los errores en los que se incurre, acota, es que en lugar de darle el poder de compartir, escribir e investigar a una persona “que tiene una historia de trabajar el antirracismo y que además lo vive, pues se lo dan a alguien que vio la oportunidad, que sistemáticamente ha contado con todos los privilegios para poder escribir un libro sobre algo que no vive, eso sólo es una expresión más de esos privilegios”.
No se toma en serio la labor, la literatura o lo escrito por personas racializadas, concluye. “La narrativa oral también es bastante despreciada por la literatura, está también la idea de los pueblos sin historia; como no tienen textos no tienen historia. Al contrario, sí hay muchísima historia, sólo existen medios distintos de transmisión, que es la oralidad. Esos son algunos de los obstáculos que he visto para hablar de literatura de personas racializadas”.
Jumko Ogata participará el viernes 22 de abril, junto con María Celeste Sánchez, Yásnaya Aguilar y Tenoch Huerta, en la presentación del libro Cómo ser antirracista de Ibram X Kendi, en el marco de la Fiesta del Libro y la Rosa.
Publicado originalmente en Gaceta UNAM