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“Ningún espacio tiene sentido si no se okupa”: protestas contra la violencia económica en la Ciudad de México

Carla Carpio Pacheco*

Foto: FB Mercadita Vassincelos, 9 de abril de 2022

El pasado sábado 3 y domingo 4 de junio personas vestidas de civil y uniformadas bajo el nombre de “Muralla” de la alcaldía Cuauhtémoc, quitaron a colectivas que se organizan en protestas feministas contra la violencia económica en la Plaza Río de Janeiro de la colonia Roma en la Ciudad de México. No es la primera vez que grupos policiales tratan de desalojar la plaza que ocupan los fines de semana desde hace dos años las colectivas, pero sí ha sido una de las veces más violentas porque en el desalojo arrebataron mercancías y artículos personales de las manifestantes (Del Castillo, 2023).

La respuesta de la colectiva La Marea Morada ha sido seguir resistiendo y ocupando el espacio, ya sin venta, únicamente con jornadas de trueque abierto al público, talleres y charlas informativas sobre los objetivos de su protesta. La represión que han ejercido en su contra forma parte de otras acciones de la alcaldía para modificar el uso del espacio público, que va desde el intento por desaparecer los rótulos de los negocios hasta las restricciones en el uso de las plazas para el baile popular (Foto 1).

Pero, ¿qué son las protestas contra la violencia económica, también conocidas como mercaditas?, ¿cómo surgieron?, ¿cuáles son las prácticas que llevan a cabo en sus manifestaciones?, ¿por qué son relevantes las tomas que realizan del espacio público?

Organizarse durante el confinamiento

Las mercaditas son grupos de mujeres que se “tienden” en el espacio público para vender e intercambiar productos que ellas mismas realizan como velas, bordados, bolsas, joyería, libretas, jabones, grabados, stickers, comida vegana, etc., así como ropa de segunda mano, y en menor medida otros accesorios manufacturados industrialmente. Se caracterizan por plantear sus acciones como protestas feministas contra la violencia económica, y se identifican porque sus “puestos” se acompañan de pancartas y consignas que se posicionan frente al patriarcado y el sistema económico imperante.

Estos grupos surgieron a finales de 2020, en el contexto del confinamiento por la pandemia de covid-19. Como en otros ámbitos de la vida, durante esa época las redes sociodigitales fueron una herramienta fundamental para convocar a las “tendidas” exclusivas de mujeres en diversas estaciones del sistema de transporte colectivo metro. Si bien algunas acudieron de forma individual, con el tiempo se conformaron colectivos que continuaron ocupando intermitentemente algunas estaciones. Sin embargo, las disputas por el espacio de venta con vendedores ambulantes y la constante presión por parte de las autoridades del metro ocasionó que se dispersaran hacia otros lugares.

Foto tomada por la autora el 7 de mayo de 2023

Así, en medio de tensiones con las autoridades y episodios de conflicto con ambulantes, las acciones de protesta en la red del metro continuaron hasta febrero de 2022, cuando fue realizado un operativo que tuvo por objeto “liberar” del ambulantaje toda la red del metro, lo cual significó el fin de las mercaditas en ese lugar.

De forma paralela a las “tomas” del metro, se llevaron a cabo algunas mercaditas como parte de los repertorios de acción de otras manifestaciones feministas en zonas periféricas del Estado de México. Por ejemplo, la colectiva Rudas Chimalhuacán Aborteras convocó a realizar una mercadita junto con la elaboración de un mural en noviembre de 2020 en memoria del feminicidio de Diana Velázquez asesinada en Chimalhuacán. Otro caso que tuvo lugar en 2021 fue la Mercadita anti 10 de mayo, por la colectiva Las brujas de la Paz, en el municipio de Los Reyes La Paz, con el objetivo de visibilizar a las madres de desaparecidos, a las madres asesinadas, a las mujeres obligadas a ser madres, y por supuesto también la violencia económica y precarización (Castro, P. et al., 2021).

Asimismo, algunos grupos de mujeres que primero ocuparon el metro, después se conformaron como colectivas y se establecieron en algunas plazas y calles de la ciudad de México. Desde entonces se colocan de manera recurrente los fines de semana en las inmediaciones de la plaza de Bellas Artes, el muro de la Biblioteca Vasconcelos y en la Plaza Río de Janeiro en la Colonia Roma. 

Aunque en cada lugar tienen características particulares, el denominador común de sus reclamos es la violencia económica que afecta principalmente a las mujeres y la precariedad entendida en un sentido amplio, como la falta de empleos y las malas condiciones de los que hay, que no permiten el desarrollo y cuidado de la vida en su conjunto. Su tipo de manifestación no contiene un pliego petitorio dirigido a ninguna autoridad estatal en particular, la ocupación que realizan del espacio es la protesta en sí misma, y ponen en práctica aquello por lo que están luchando: una forma amplia de entender la economía, porque además de los recursos monetarios generan vínculos y redes de apoyo mutuo.

Las mercaditas como okupaciones móviles y temporales del espacio público

Como investigadora, una de las preguntas que ha recorrido mi trabajo tiene que ver con la manera en que las personas se autoconvocan para llevar a cabo acciones en el espacio público, y el proceso por el cual lo transforman en un espacio común.

En la misma alcaldía Cuauhtémoc encontramos varios casos donde la ciudadanía ocupa distintas plazas de la ciudad con el fin de bailar y escuchar música los fines de semana, sobre todo entre sectores populares y de la tercera edad. Este tipo de espacios sin que tengan una intención política explícita son formas de ejercer el derecho a la ciudad que expresan “un derecho a cambiar y reinventar la ciudad…un derecho que es más colectivo que individual” (Harvey, 2013, pp. 20). 

Sin embargo, ejercer ese derecho no está exento de conflictos, como el pasado mes de febrero de este año cuando fue removido el sonidero Sincelejo que congregaba una amplia comunidad de baile los domingos en la plaza de Santa María la Ribera (Wong, 2023).

No es casual que sean las mujeres, en el caso de las mercaditas, y personas de la tercera edad, en el caso del baile, quienes encabezan este tipo de tomas del espacio público, pues son sectores para quienes la dinámica de la ciudad se torna más hostil y violenta. En una sociedad como la actual que promueve una lógica individualista para la supervivencia y cuyo tejido social está constantemente fracturado, este tipo de acciones contribuyen a regenerar o hilvanar nuevas colectividades y comunidades afectivas entre las y los habitantes de la ciudad, ya sea por afinidad de intereses, por arraigo barrial, o por convergencia de ideas políticas.

En el caso de las mercaditas, además de la venta e intercambio de productos en la vía pública realizan talleres, charlas y otras actividades culturales de cooperación voluntaria o gratuitos para mujeres, infancias y disidencias. En estos espacios comparten algunos conocimientos sobre las técnicas artísticas mediante las que crean los productos que venden (bordado, serigrafía, collage, pintura, dibujo, joyería, etc.), hablan sobre temas relacionados con el feminismo, la economía solidaria, el autocuidado físico y emocional, etc. También organizan jornadas de trueque, ollas comunes, exposiciones gráficas y presentaciones artísticas.

Las actividades político-culturales que realizan funcionan tanto para afianzar la integración de las colectivas, como para vincularse con otras mujeres que se sumen a la protesta, y finalmente para que su protesta interactúe de forma no violenta con los transeúntes y habitantes de las zonas donde se ubican. Entre otras estrategias, para integrarse al entorno urbano han evitado la obstrucción del tránsito y del mobiliario urbano y procuran la limpieza del espacio que ocupan sus puestos cuando son retirados, en ese sentido realizan un uso estratégico del espacio público.

Foto: FB Mercadita Vassincelos, 14 de septiembre de 2022

Todas estas acciones dan sustento a una de sus consignas: “No se trata de un tianguis sino de una protesta”. Esto no significa posicionamiento en contra de los tianguis, pero enfatizan que su intención va más allá de la venta ambulante y abarca una serie de acciones con un objetivo explícitamente político que incluso vincula con otros proyectos autogestivos, artísticos y culturales.

Con ello buscan generar espacios que consideran seguros para las mujeres, infancias y disidencias por medio de la ocupación móvil del espacio. También podemos afirmar que han contribuido en la actualización de un formato que, si bien se llevaba a cabo dentro de los repertorios de la protesta social, adquiere características propias a la luz de las movilizaciones feministas recientes. En su modalidad de “okupaciones temporales” y abiertas al público, el ejercicio de ocupación ha conseguido integrarse a la dinámica de los habitantes y transeúntes, y al ser constantes y no efímeras, han logrado generar vínculos que refuerzan comunidades afectivas.

El sentido político de apropiarse activa pero momentáneamente de la calle, ha sido retratado por ellas mismas y compartido a través de sus publicaciones en redes sociales. Por ejemplo, en la página de facebook de la Mercadita Vassincelos se muestra una foto el muro y el tramo de calle vacío de la biblioteca José Vasconcelos, donde generalmente colocan sus puestos. Por la iluminación da la impresión que fue tomada muy temprano, quizá antes de “tenderse” y se acompaña del siguiente texto “Ningún espacio tiene significado si ningún ser vivo lo okupa. Nosotras hacemos el espacio sobre la barda que ahora llamamos mercadita Vassincelos, es nuestra espacia segura” (Foto 2).

Esta imagen da testimonio de que algo está por ocurrir, enfatizan la ausencia, y mediante ellas las fotógrafas captan algo de lo cual no hay rastros visibles más que el propio espacio vacío. La lente fotográfica de quien captó estas imágenes nos permite acceder al “inconsciente óptico” (Benjamin, 1931, pp. 8) de esos espacios por donde quizá hemos transitado y pocas veces reparado, colocando un énfasis en ellos a partir de la ausencia de las mercaditas.

Con estas reflexiones en mente, quisiera regresar a la pregunta inicial: ¿por qué son relevantes las tomas que realizan las mercaditas del espacio público? Considero fundamental tener en cuenta que las protestas de estas colectivas de mujeres fomentan la posibilidad de la población para autoorganizarse en acciones colectivas y ejercer el derecho a la ciudad sin intermediación de las autoridades por medio de la configuración de comunidades afectivas fundamentales para sostener la vida en sociedad.

Referencias

Benjamin, Walter. (1931). Breve historia de la fotografía, Pre-textos. 

Castro, P., Andrade, L., Hurtado, D., Bustamante A., Montoya M., Reyes, K., & Hernández N., (13 de abril de 2021) Mercaditas: la lucha de las mujeres por la sobrevivencia y el espacio público. Corriente alterna. UNAM. Recuperado de Corriente alterna

Del Castillo A. (7 de junio de 2023) Colectivas feministas defienden la protesta económica en la alcaldía Cuauhtémoc. La-Lista. Consultado en:

Gravante, T. (2023) Activismo de base prefigurativo y futuros alternativos. Una propuesta de análisis. Andamios. Volumen 20, número 51, enero-abril, 2023, pp. 133-166

Harvey, David. (2013). Ciudades rebeldes. Del derecho a la ciudad a la revolución urbana, Akal, Madrid.

Wong, A. (19 de febrero de 2023) Apagan a sonideros en CDMX; no podrán tocar en la Alameda de la Santa María la Ribera. Milenio. Consultado en:

https://www.milenio.com/politica/comunidad/sonideros-cdmx-tocar-alameda-santa-maria


* carpa.cv@gmail.com. Socióloga de-formación y feminista por convicción desde que nos acuerpamos en la Colectiva Sícorax junto con otras escritoras, maestras y latinoamericanistas en 2016. Actualmente realizo una investigación como becaria posdoctoral de la UNAM en el Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) que se titula Frente a la violencia machista, autogestión feminista: trayectorias rebeldes en las protestas feministas contra la violencia económica.

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