Mientras el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, habla de paz en sus discursos televisados, en las calles las fuerzas oficialistas seguían masacrando estudiantes. A cinco días de protestas en este país centroamericano se reportan más de 25 personas fallecidas, entre ellos el periodista Ángel Gaona, de la ciudad de Bluefields, en la Costa Caribe. También se reportan más de 60 heridos y 40 desaparecidos.
Desde el pasado 17 de abril, jóvenes universitarios, trabajadores y jubilados han salido a manifestarse en contra de la reforma de la Seguridad Social, que aumentaría la cuota que empresas y trabajadores dan al sistema, y a su vez quita el 5 % de sus pensiones a los retirados.
COMPARECENCIAS
El presidente Daniel Ortega ha comparecido públicamente dos veces en televisión nacional pregonando que su gobierno quiere paz y llamando a los empresarios para abrir un diálogo. En la primera conferencia, Ortega se refirió a los protestantes como “delincuentes” y dijo que se trata de “jóvenes manipulados por partidos políticos que reciben dinero de Estados Unidos”.
En su segunda comparecencia este domingo 22 de abril, Ortega anunció la derogación de la reforma del seguro social y se presentó con empresarios estadounidenses y asiáticos, quienes declararon sentirse preocupados por las afectaciones al clima de inversión para el país. Ortega dijo que “no quisieron usar a la policía” y que “la inmensa mayoría de los nicaragüenses está condenando estos hechos y está respaldando las acciones que tomamos para restablecer el orden y la estabilidad, ya con el acompañamiento de la población”.
Mientras tanto, la Policía nacional y el Ejército siguen regados por el territorio nacional, en confrontaciones con los manifestantes. Sobre las acusaciones de Ortega los jóvenes son contundentes en rechazarlas: “No somos delincuentes, decir eso es lo más absurdo y manipulador. Yo estuve ahí con gente del mismo Frente. Somos el pueblo contra la opresión”, expresó el joven profesional Hermes Cruz. “Ninguno de nosotros anda de vándalos. Los único que estamos haciendo es ejercer nuestro derecho a expresarnos. ¿Por qué mienten?”, se pregunta la estudiante universitaria Gema Hernández.
LAS PROTESTAS
La primera protesta, que se planeó como un plantón pacífico, escaló rápidamente en violencia. Miembros de la Policía Nacional en conjunto con la Juventud Sandinista, que funciona como un órgano paramilitar del partido Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), robaron y golpearon a manifestantes, incluyendo a periodistas independientes que cubrían el evento.
“Los motorizados pro-Gobierno llegaron con tubos, palos, piedras y machetes a agredir la protesta. Yo logré retirarme e irme a la UCA (Universidad Centroamericana), ahí también nos siguieron para apedrearnos. La policía también nos reprimía”, relata Hernández, estudiante universitaria de 19 años.
Las universidades públicas y privadas del país, otrora bastiones del gobernante FSLN, han sido algunos de los principales focos de batalla. Desde el 18 de abril, los jóvenes se han atrincherado en los recintos universitarios y han librado duras batallas con la policía y miembros de las fuerzas de choque del partido de gobierno.
Gema, estudiante de cuarto año de Derecho, ha participado en las protestas de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) y asegura que mientras la policía atacaba con balas y gases lacrimógenos, los universitarios se encontraban desarmados. “Los jóvenes que estamos en las calles no tenemos cómo defendernos, no tenemos armas, no teníamos nada más que nuestra voz. Tuvimos que tirar piedras, pero es lo único”, relata.
El Gobierno ha utilizado operativos combinados para reprimir las protestas, utilizando a las fuerzas del orden público y a los miembros de la juventud partidaria. Según relata Hermes Cruz, un profesional de 24 años que también está participando en las protestas universitarias, lo que han tenido que sortear los jóvenes ha sido extremadamente difícil. “Mientras la policía nos reprimía y agarraba a varios jóvenes para desaparecerlos, la Juventud Sandinista se tomó la universidad y le prendieron fuego a un predio vacío con monte que hay ahí. Nos perseguían, ellos tenían armas y nosotros tuvimos que correr a la catedral”, relata Cruz.
Se han registrado decenas de enfrentamientos de los jóvenes con la Policía y el Ejército, quienes han utilizado armas de alto calibre para disipar las protestas.
EL “SAQUEO”, LA EMPRESA PRIVADA Y LA “VERDAD IMPOLUTA”
El diálogo al que convocó Ortega invitó únicamente al Consejo Superior de Empresa Privada (COSEP), que hasta ahora había mantenido una estrecha alianza con el Gobierno, instaurando durante años un modelo corporativista.Sin embargo, las cámaras empresariales se han distanciado del Gobierno, poniendo como condición para iniciar las negociaciones el cese de la represión a la población. Ortega en su discurso del domingo dijo: “No hay que poner condiciones para paz”.
Por su parte los jóvenes estudiantes rechazan el llamado a diálogo de Ortega, pues les parece excluyente y sin verdadero compromiso. “Yo no estoy renuente al diálogo, pero tiene que ser de verdad e incluirnos a los jóvenes, y a todos los ciudadanos atropellados. Ortega sigue sin mencionar a los muertos en sus discursos. Ese tiene que ser el punto más importante”, manifestó Hernández.
El Gobierno, que ha hecho oído sordos ante estas peticiones, intentó presionar al los empresarios y desprestigiar a los protestantes. Los medios oficialistas reportaron cientos de saqueos en comercios en todo el país, y responsabilizaron a los manifestantes de ser los responsables. Sin embargo, a través de medios independientes y redes sociales, los ciudadanos demostraron que quienes realizaron los robos fueron miembros del partido de gobierno, protegidos por fuerzas policiales.
El modelo comunicacional del gobierno, manejado por la vicepresidenta Rosario Murillo, esposa de Ortega, ha seguido una línea dura de lo que ellos llaman la “verdad incontaminada”. Los medios del Gobierno reportan solo a fuentes oficiales o partidarias. A su vez a través de entes estatales ha cancelado las transmisiones televisivas de los pocos medios independientes del país, entre ellos el canal 100% noticias y el canal 12.
Reporteros de todo el país han sufrido ataques y robos de sus equipos por parte de grupos afines al Gobierno, incluyendo el periodista asesinado en el Caribe de un balazo en la cabeza, mientras transmitía en vivo en su página de Facebook.
EL MOVIMIENTO SIN LÍDERES Y LA JUVENTUD APÁTICA
Esta es la primera vez en los 11 años consecutivos que Ortega lleva en el poder que se ha realizado una insurrección popular de esta magnitud. El mandatario, que también gobernó el país durante los años 80, llegó a la presidencia en 2006, cambiando el discurso de socialismo duro por la reconciliación social y la alianza con las iglesias católica y evangélica.A través del control de todos los poderes de Estado, Ortega anuló la prohibición de reelección indefinida, que se encontraba en la Constitución política. En 2011 y 2016, Ortega se declaró ganador de las elecciones presidenciales en medio de serias denuncias de fraude electoral.
La oposición partidaria en el país ha sufrido múltiples fragmentaciones y su representación ha perdido fuerza durante los últimos años. Según una encuesta de la firma CID GALLUP, más del 50% de los nicaragüenses se identifica como “independiente”, es decir que no simpatiza con ningún partido político. Según los jóvenes y el pulso de las redes sociales, ese grupo es el que se ha volcado a las calles.
En los miles de ciudadanos que han protestado durante estos días no hay líderes visibles, y usualmente se organizan en grupos de amigos, vecinos o compañeros de clase, sin distingo de tendencia política. “Yo no pertenezco a ningún partido pero estuve ahí inclusive con gente del mismo Frente, estamos juntos en esto, esto es más que cualquier partido”, expresa Cruz.
La generación de jóvenes que ha encabezado las protestas, que nacieron después del triunfo de la Revolución Popular Sandinista de 1979, había sido duramente criticada por ser apática a los problemas sociales del país.
Sin embargo, en esta vuelta de tuerca se posicionan en un nuevo escenario. El obispo auxiliar de la Iglesia Católica, Silvio Báez, los ha llamado la “reserva moral del país”. Por su parte, la socióloga Elvira Cuadra, ha reinvidicado el papel de la juventud en las luchas sociales de Nicaragua. “Las generaciones adultas les reclamaban frecuentemente por esa supuesta indiferencia y apatía, pero el desborde de energía y beligerancia desplegado en estas movilizaciones muestran que, al igual que el resto de la sociedad, los jóvenes no son apáticos, ni indiferentes, ni están desinformados”, escribió Cuadra en un artículo de opinión publicado en el medio nacional Confidencial.
Al cierre de estas líneas, los manifestantes siguen en las calles de todo el país enfrentándose al ataque de la Policía, el Ejército y las fuerzas de choque pro-Gobierno. Mientras, el “diálogo” propuesto por Ortega queda como palabras al viento, pues no se vislumbra apertura del Gobierno para realizar una discusión franca que incluya a los jóvenes y a otros sectores del país. En muchas de las pancartas que llevan los jóvenes a las protestas se lee: “Los muertos no dialogan”.
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