Ná íyo ini sóko ñu’u. Mujeres que habitan en placenta de fuego

Fernanda Kookuilo‘o, poeta Ñuu Savi

Foto: Lenin Mosso

Án ná xíìxin ví nàmà xi’in sinda’a,

ná téso ndaa e tutu,

ni káva nuu ña ityí;

ná kani nda’a e yé’e íiví

ñà sákaku e xa’a ndañú’u  nda kán.

Ojalá, el eco no paralice muros,

no plasme carteles,

ni enrede las calles;

que gruñe la puerta del mundo

a salvo de huellas arrinconadas.

Es importante hablar de la revaloración de la mujer y su esencia en el contexto de la cultura Ñuu Savi (Pueblo de la lluvia). En primer lugar, es importante visibilizar cómo desde en Ñuu Savi, la mujer tiene un vínculo especial con la vida de las deidades y los ancestros como:  la mujer que resguarda la lluvia en su vientre, la tierra que se alimenta de la muerte, el aire que se empodera del cuerpo y el señor fuego que abraza la placenta.

Ña‘á tìkui

El papel de ña‘á tìkui (la mujer agua) es visible especialmente en las prácticas espirituales que tiene que ver con los lugares como ve‘e sàvi (casa de la lluvia), las deidades yùú sàvi (piedra de la lluvia) y Tu‘un su’un (palabra sagrada). Lo que caracteriza los rituales, entre ellos, el de petición de lluvia, de los más relevantes para Na Savi (gente de la lluvia), pero además por el papel que el agua juega para la producción como cuando el correcaminos tuvo que regar semillas en temporada seca y pasaron varias lunas que no germinaban las semillas. Entonces, el hombre de la lluvia tuvo que acudir a ve‘e sàvi a ofrecer su Tu‘un su’un a yùú sàvi y sacrificó su lengua al rayo para que cuando cayera no sacrificara a la multitudy así cayeron las primeras lluvias a regar las semillas y fue como se dio el primer maíz concebido de yùú sàvi (la piedra de la lluvia) para que los hijos de la lluvia no pasen hambre. A esto se debe que cuando Sàvi Tye se enoja y suelta el rayo sobre un ser humano, se lleva su lengua ya que esta le pertenece, además, el hombre de la lluvia está condenado a celebrar cada año el pedido de la lluvia con su Tu‘un su’un (palabra sagrada), para que Sàvi Tye suelte la lluvia en buenos tiempos y se produzca buena cosecha.

La mujer se relaciona con el agua en el sentido de que, en Ñuu Savi-pueblo de la lluvia, se acostumbra hacer el ritual del “Pedido de la lluvia”, el cual es fundamental para la continuidad de la nación Ñuu Savi. Cuentan los abuelos que, cuando el pedidor de la lluvia dirige el ritual, espiritualmente invoca la convivencia entre dos montañas, una que representa a la mujer y la otra al hombre, para que ambas reciban la ofrenda en la casa de la lluvia, así el Sávi Tye-Lluvia Mayor suelte las nubes, los truenos y la lluvia. Por eso se entiende que cuando cae la lluvia se resguarda en la laguna, se entiende de manera analógica a la mujer, su cuerpo y su vientre en los cuales yace la posibilidad de dar vida después de que han sido regados por el hombre, espiritualmente esto representa el ciclo de fecundación y nacimiento con el que nuevas y nuevos hijos de la lluvia son traídos a este mundo.

Kìví xíxi ñu‘ú

Para Na Savi, la relación de la mujer con la tierra es amplio, cuando llega kìví xíxi ñu‘ú (el tiempo de la ofrenda de la tierra), se dice que la tierra es ñà táku, ñà ndíi, ñà táxìn, se refiere a una especie femenino que tiene vida, siente, se irrita su piel por la quema del tlacolol y se viste de sangre cuando las yuntas parten su espalda. Un papel importante en la vida cotidiana, en la comunalidad y en el núcleo familiar, que es necesario nombrar, reconocer y revalorizar es el de la mujer. Se vuelve visible y evidente en algunas cuestiones, como cuando llega el momento de reventar tá súta (el agua donde nada el bebé en el vientre) y lo expulsa de su sóko (placenta), así como la tierra alimenta con sus frutos para dar vida a la humanidad; por eso estamos obligados a cuidar la tierra como si fuera nuestra madre, como una madre que alimenta con su leche materna para dar vida a un ser.

La resistencia de una mujer en este mundo, es equivalente a la de la madre tierra cuando tiene que soportar el arado en su lomo, al dar la buena cosecha para sus hijos. Por ello, en la llegada de nuestro día de transcendencia de este mundo, kíta níma ini kuñu (el espíritu abandona al cuerpo), ndúxìn kuñu tixin ñu‘ú (se entierra la carne en el estómago de la tierra), es decir, todo lo que tenga que ver con nuestra piel o carne, se tiene que devolver a la tierra. Cuando nos lastimamos y se despelleja un pedazo de nuestra piel, hay que enterrarla porque si la tiramos sin cuidado, la tierra nos la reclamará el día de nuestra muerte hasta encontrarla, porque es el día en que la tierra se alimenta de nuestro cuerpo, así como la placenta es devuelta al estómago de la tierra al enterrarla en la fogata, es una manera de gratificar a la tierra por todo lo que obtenemos de ella para alimentarnos.

Ña‘á tàtyí

En Ñuu Savi, existen términos para referirse al quehacer de las mujeres, por ejemplo, cuando una mujer comete una infidelidad, se dice que se convierte en un “tàtyí ná‘a (mal aire)”, pues se percibe como una locura o como un acto en contra del pensamiento a partir de la interpretación machista. La mujer que lo comete es señalada y juzgada con cárcel y multada ante la autoridad comunitaria o desterrada de la comunidad para pagar la moral, la deshonra del hombre. Durante ese proceso, se le hace comentarios agresivos y la exponen públicamente, pues lo que hizo se lee como un pecado, una falta de respeto al hijo del sol y de las ánimas, la infidelidad disfrazada de tàchí ná‘a (maldad, demonio o diablo), la convierte en “mal aire”, el cual se puede introducir en el cuerpo del hombre para atraerlo mentalmente.

También existe tàtyí sáka (aire de la travesura), que se manifiesta en una mujer que tiene hijo fuera del matrimonio, se dice que fue el aire de la travesura el que torció al mal camino de la mujer y éste la llevó a tener un hijo fuera del matrimonio, producto de esta infidelidad es llamado se‘e sáka-hijo de la travesura, de la maldad y del viento. Para algunos de los pueblos originarios, el tema de la infidelidad por parte de la mujer es mortal, por lo que es importante reflexionar cómo es que existen éstos términos, las consecuencias y formas de tratamiento que recibe la mujer, así como el impacto de estos en la vida de las mujeres y dentro de las comunidades. Si bien es cierto que en la actualidad no hay una libertad total, menos se puede hablar de un empoderamiento de la mujer, pero sí del frecuente rompimiento con este patrón de señalamiento que ha venido atendiendo la moral en un contexto religioso o colonizado.

Ve‘e nu’u

En la cultura Ñuu Savi, existe un ritual invocando a ve‘e nu’u (la casa del fuego), esto siempre tiene raíz en la fogata de la casa, el fuego es el abuelo de la familia. Algunas familias Na Savi, acostumbran enterrar la placenta de la mujer en la fogata, esto implica que cuando crezca sea responsable de la fogata y no abandone al abuelo fuego y que siempre sea la luz que ilumine a la familia.

Este ritual está ligado a la práctica del matrimonio forzado, infantil o acordado, ya que en el ritual se le pide al abuelo fuego que desenrede a la placenta para que la familia “suelte” a la hija que se unirá en matrimonio, esto tiene raíz en término Tu‘un Savi como tínda‘á que literalmente significa amarre de mano al se‘e Sávi Tye-hijo del Lluvia Mayor.

En este ritual se hace uso de las hojas de ayoyotes, copal, huevos de gallina y velas en la ofrenda, ra tín, ra kátún (el que amarra) es el ser que dirige la palabra sagrada al Xìí Nu‘u (abuelo fuego) para amarrar a la niña de entre doce, trece a catorce años de edad en la costilla del niño de la misma edad y al mismo tiempo. Ruega por los padres de la niña para que el señor fuego ablande el interior de los padres y suelten a su hija, esto se hace antes de que ra xíka nuu, ra xíka xi‘in Ndióxi (el andante de Dios) vaya a pedir la mano de la niña. El efecto de este ritual empieza cuando la niña se pone de mal humor, en ocasiones se pone triste o llora; es cuando los papás se dan cuenta que necesita un compañero de vida, por eso la obligan a casarse, aunque no tenga relación de noviazgo con el futuro esposo, de allí se hace todo un concierto, es decir, conversaciones y fiesta, así como el pacto de la dote, el presente y la entrega de la niña a los suegros.

Según, este concierto implica respeto y compromiso tanto por parte de la pareja para vivir en familia como los consuegros, al igual que el prestigio que se adquiere en la comunidad y compromisos colectivos al asumir las responsabilidades de la prestación de los servicios comunitarios.

La dote es un tema que se viene arrasando desde en el tiempo de nuestros ancestros, en aquellos tiempos lo que tenía valor eran los productos de la cosecha como el maíz, frijol y calabaza; por lo que eran escasos, entonces, cuando se presentaba algún amarre de mano se llevaba a cabo el ritual de pedido de la mano. Los padres acordaban sobre la unión de sus hijos y los productos que se entregaba al padre de la mujer eran el maíz, frijol y calabaza como dotes, después llegó el valor del águila y el sol en una moneda, pues, comenzaron a hacer uso de ello, actualmente los padres quienes se encuentran en los Estados  Unidos de América, acuerdan desde allá o algunos lo hacen en vía telefónica para pedir que la dote sea en dólares; en algunos casos, la familia se endeuda por la fiesta y pago de la dote que, semanas después de la unión forzada, la mujer recién juntada tendría que acompañar a su nueva familia a los campos agrícolas como jornalera y termina apoyando a pagar su propia dote. Esta práctica que pone en riesgo la vida de las niñas también suele suceder entre los jornaleros que migran a los campos agrícolas del norte del país. Sintonizando el análisis de lo anterior, si en algún momento llegara a tener el valor la tierra o las piedras, también serían especies de dotes porque esto descansa en las malas costumbres de asignar un valor monetario a las mujeres.

Ante esta situación, las autoridades gubernamentales han implementado la difusión estratégica del impacto que creen necesario para concientizar la erradicación de la violencia en contra de las mujeres, sin embargo, nada se ha logrado porque no es un tema político social, sino que se trata de una cuestión de profundas raíces culturales y de un proceso de neocolonización con la migración, causado por la falta de educación y la existencia de la extrema pobreza en las comunidades, que no se agota en uno o dos municipios históricamente empobrecidos como el municipio de Cochoapa el Grande o en Metlatonoc, Guerrero.

Este tipo de situación se repite en varias partes del mundo y es importante que las soluciones consideren pensamientos filosóficos de la misma tradición Ñuu savi frente a la situación actual, para evitar que las propuestas de solución estigmaticen a toda una cultura y revictimicen a las infancias y juventudes que son parte de la cultura. Porque luego, las políticas públicas implementadas por los tres niveles de gobierno sólo son para administrar la violencia contra las mujeres, debido a la falta de interés en comprender el pensamiento cosmogónico, filosófico de los pueblos de la lluvia. Meditamos que en nuestra lengua existe saberes para enfrentar estas violencias que llegaron de fuera, estas prácticas o abusos y costumbres, no son parte de los saberes ancestrales de los pueblos de la lluvia. Porque luego hay feministas blancas, académicas que estigmatizan a las mujeres, optan por compartir una formación política del feminismo desde la mirada occidental para mujeres que tienen otra forma de relacionarse y entender el mundo; desde su lengua y territorio.

Más allá de las mujeres que se han visto forzadas a la convivencia matrimonial, este problema se complejiza, pues, de un matrimonio o unión forzada, existen más riesgos de otras violencias dentro de los hogares, como lo son el acoso o incluso las violaciones de pareja. Si bien, esto también lo viven los hombres al verse obligados a quedarse con la mujer en contra de su voluntad. “Algunas veces, son violadas por los suegros, cuñados, porque según ellos la compraron y que tienen derecho a abusar de ellas”. Mandan a sus hijos a los Estados Unidos para que ellos-suegros- sean los que ejerzan una violación constante contra la nuera-niña.

Este es un tema amplio y complejo, por lo que es importante que se haga más investigaciones y se difunda con sensibilidad cultural, sin caer ni reproducir estereotipos, que más que ayudar a resolver el problema, repiten patrones ofensivos contra los pueblos originarios y nuestras prácticas como en la cultura Ñuu Savi.

La importancia de este análisis es la esencia que potencializa la resistencia de las mujeres ante la violencia. El hecho de hacer una reflexión que caracteriza la naturaleza con la espiritualidad y el significativo poder de la mujer, implica una perseverancia de lograr un fortalecimiento desde ini yó an níma yó (en el ser y en el alma), sin importar lo externo y lo que suceda en la sociedad, porque finalmente los que nos visualizan desde un espacio externo al de nosotros quieren que normalicemos la violencia contra las mujeres. Por ello, todos los días celebramos el grito de las mujeres que fortalece el poder del espíritu que abraza a otras mujeres.

Publicado origianalmente en Tlachinollan

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