La activista española de origen palestino, Jaldía Abubakra, y la fotógrafa española, Sandra Barrilaro, forman parte de la iniciativa ‘Mujeres Rumbo a Gaza’, que este año ha puesto nombre de mujer a la Flotilla de la Libertad. Aún con el cansancio de este largo y complicado viaje, pero con la emoción e ilusión reforzadas, ambas narran a Diariocrítico su experiencia a bordo del Zaytouna, en el que Jaldía navegó hasta llegar a Messina, y después fue sustituida por Sandra para cubrir la etapa final con destino Gaza.
Más de 50 mujeres formaban parte de la iniciativa, aunque sólo 13 de ellas intentaron romper el bloqueo sobre la Franja de Gaza, pero fueron interceptadas y detenidas por el ejército israelí cuando ya podían avistar la costa gazatí. Si bien no se consiguió romper el “ilegal e inhumano” bloqueo, la misión ha logrado concienciar a la población sobre lo que allí está ocurriendo, y centrar el foco mediático en el recorrido del velero. Jaldía y Sandra, dos mujeres comprometidas y valientes a partes iguales, destacan la unión que se ha creado entre las participantes y definen la experiencia como “un regalo de la vida”.
El viaje de la solidaridad con el pueblo palestino arrancó el pasado 14 de septiembre en Barcelona, ciudad que acogió los actos de bienvenida de la Flotilla de la Libertad, y que se implicó en la iniciativa, a través de su alcaldesa, Ada Colau. “Ada se ha portado fenomenal porque estuvo apoyando a la flotilla todo el tiempo y supo estar en segundo plano para dar el protagonismo a las mujeres y la iniciativa. Además el Ayuntamiento de Barcelona envió una carta a la embajada de Israel para reclamar protección y la libre circulación del Zaytouna, y eso dice mucho de ella y de su compromiso con los Derechos Humanos”, señala Jaldía.
Jaldía siempre dice que para ella, como palestina, es una obligación luchar por la causa, y por eso le emociona tanto que haya gente igual de comprometida, pese a no tener que ver con ello. “Me llena de emoción y de esperanza ver a tanta gente que viene de diferentes lugares del mundo, que hace el esfuerzo de dejar sus casas y familias, hacer frente a los gastos del viaje, invertir su tiempo y arriesgar su salud en un viaje tan complicado”. Ella y Sandra destacan la calidad humana de cada una de las mujeres que forman parte de esta iniciativa, en la que también han participado mujeres israelíes, que según cuenta Jaldía, se avergüenzan de decir que lo son por las atrocidades que comete Israel en Palestina.
Cuando conocí a Yudit Illany, periodista y consultora parlamentaria, fue la primera vez que tuve contacto con alguien israelí que viviera allí, por lo que aprecié mucho su esfuerzo pero es cierto que existía un muro psicológico entre ella y yo, que se fue ‘derrumbando’ con la convivencia, al ver cómo se preocupaba por transmitir e informar a la población israelí que vive allí, y eso es algo muy importante”.
“El Zaytouna es un velero pequeño, de 14 metros de eslora, y el temporal que nos hizo en el trayecto de Barcelona a Ajaccio (Córcega) fue malísimo, e incluso las personas con experiencia en navegación se pusieron malas. Todas cuidamos de todas y es que íbamos ‘todas a una’ por la misión”, explica Jaldía.
El viaje tuvo dos paradas: en Ajaccio (Córcega) y en Messina (Sicilia). “En Ajaccio nos recibió la sociedad y nos acogieron en sus casas, nos prepararon un recibimiento honorífico que fue una fiesta por todo lo alto”, cuenta Jaldía. Sandra llegó directa a Messina, donde fue invitada para ser la posible sustituta de Jaldía en el barco si ésta no se recuperaba antes de la salida del Zaytouna. Las dos han querido hacer hincapié en la entrega del alcalde de Messina, Renato Accorinti, que acompañó a las participantes en todo momento durante los tres días que permanecieron en la ciudad italiana. “El alcalde de Messina es un joya de persona, un ser humano excepcional, y es que pese a ser un fin de semana, estuvo con nosotras todo el tiempo”, señala Sandra. “Nos dejó una sala en el Ayuntamiento para poder reunirnos, dar la rueda de prensa, celebrar un concierto y hacer la práctica de resistencia no violenta que nos preparaba para un posible abordaje. Además, igual que en Barcelona, nos dejaron atracar en el puerto de forma gratuita, y eso que los amarres en los puertos son carísimos”, indica Jaldía.
El Amal 2 tampoco pudo partir hacia Gaza
Antes de partir rumbo a Gaza, todas recibieron una clase de resistencia no violenta y realizaron un simulacro de abordaje. “Nos preguntaron cómo imaginábamos que sería el abordaje, cómo actuaríamos, y después hicimos un simulacro en el que nos llevaron a un sótano que simulaba el barco, y empezó a llegar gente dando voces y con pistolas, nos llevaron esposadas y nos hicieron un interrogatorio en las condiciones que lo harían la armada israelí. “Nos metimos tanto en situación y fue tan real el simulacro que, fue en ese momento cuando realmente nos dimos cuenta de dónde estábamos y de lo que estábamos haciendo”, explica Sandra.
Según los planes previstos, y tras haber conseguido el dinero para comprar un nuevo barco que sustituyera al Amal, que no pudo salir de Barcelona, el Amal 2 realizaría el trayecto desde Messina a Gaza junto al Zaytouna. “Como no queríamos que nos pasara como con el Amal, estuvimos unos días probando el Amal 2, pero nuestra capitana, que estuvo con nosotras desde el principio, es una estudiante noruega, pero como se retrasó la salida, tuvo que volverse a casa porque tenía exámenes. Intentamos buscar otra capitana, que debía ser mujer, y pese a dar con gente muy dispuesta, ninguna estaba disponible el día que teníamos que salir. Al final se canceló la salida del Amal 2 porque teníamos que centrar todos los esfuerzos y la logística en el Zaytouna”, explica con tristeza Jaldía. Ambas recuerdan que cuando la ex coronel estadounidense, Ann Wright leyó la lista de las 13 mujeres que viajarían a bordo del Zaytouna, no pudo contener las lágrimas, al igual que las que se quedaron fuera del barco, ya que todas deseaban realizar el viaje.
Sandra Barrilaro, de Messina a Gaza
“Me invitaron de la noche a la mañana y me preguntaron si podía sustituir a Jaldía, y dije que sí directamente. Cuando supe que subiría al barco fue un regalo de la vida, en el plano personal, y en plano del activismo, lo percibí como una acción importante porque hemos vuelto a sacar a la luz a Gaza, y la situación de bloqueo ilegal. Gaza está destrozada, y lo está por la acción del hombre consentida por el resto de naciones”, narra Sandra.
La fotógrafa y escritora española, recuerda cómo tras realizar el simulacro, el tema del abordaje permaneció en la mente de las pasajeras. “Sabíamos que debíamos hacer y que no ante un posible abordaje, por lo que teníamos controlada nuestra parte, pero los soldados israelíes son gente muy joven de entre 18 y 22 años que han sido mentalizados con la idea de que somos terroristas, por lo que esa parte no la podíamos controlar. Teníamos miedo de que el abordaje fuera violento como en anteriores ediciones, y pese a que enviamos continuamente mensajes diciendo que éramos un grupo de mujeres en una acción pacífica y solidaria, no sabíamos si ese mensaje les estaba llegando porque sabemos cómo funciona Israel y su ejército. Hablábamos del abordaje habitualmente y nos mentalizamos, aunque es cierto que a lo largo de la navegación nos fuimos calmando, en parte gracias a los mensajes de apoyo que nos llegaban”
El día ‘D’ para el Zaytouna
“El día del abordaje estábamos muy tranquilas, madrugamos mucho y preparamos todo ante la posibilidad de que ocurriera. Desde las 5 de la mañana estábamos listas, esperando porque a las 6:00 ya entraríamos en las últimas 100 millas (unos 160 km), y por los precedentes, sabíamos que al superar esa distancia, podíamos ser atacadas en cualquier momento. Recuerdo que fue un día de muchísimo calor, en el que comimos tranquilas y nos reímos, porque nos hemos reído mucho en el viaje. Cuando entramos en las últimas 70 millas y vimos que no nos habían abordado, empezamos a creer que esta vez lo conseguiríamos, sentíamos que todo el mundo soplaba para que el velero siguiera adelante”, expresa Sandra.
Sus ojos se llenan de lágrimas cuando recuerda los mensajes de apoyo y la ilusión que la flotilla había despertado entre los palestinos, y es que Sandra ya había estado en Gaza y sabe cuáles son las condiciones de vida de sus habitantes. Las pasajeras del Zaytouna eran ajenas a lo que estaba ocurriendo en Gaza el día del abordaje, y es que los palestinos habían preparado una carpa para recibir a las mujeres y celebrar una fiesta, pero como siempre, sus planes se frustraron por la crueldad de un gobierno que decidió agredir con bombas de sonido a los gazatíes en la playa con el único objetivo de aterrorizarles aún más.
Volviendo al Zaytouna, Sandra explica cómo a medida que el velero avanzaba, aumentaba la esperanza de llegar a su destino, aunque era consciente de que sería casi imposible. “A las 4 de la tarde nos cortaron la comunicación en el barco, y entonces nos dimos cuenta de que empezaba el abordaje. Estábamos a 35 millas (56 km) cuando nos abordaron. El ejército contactó con el barco y nos pidieron que detuviéramos la marcha porque nos dirigíamos a aguas bloqueadas. En ese momento, nuestra capitana respondió que nuestra misión era llegar a Gaza así que, si no les importaba, continuaríamos nuestro camino. Ellos respondieron en tono correcto y dijeron que no podíamos seguir y que si lo hacíamos, debíamos atenernos a las consecuencias, nos informaron de que íbamos a ser abordadas. El velero navegaba en dirección este, hacia Gaza, y en el horizonte, desde el norte, el sur y el oeste, empezamos a ver fragatas israelíes acercándose. Al poco tiempo vimos 3 zodiacs con asientos y armamento y con 15 soldados a bordo de cada una”.
Comenzó entonces el protocolo de abordaje, con el que, según Barrilaro, Israel quiso hacer un lavado de imagen. “Antes de abordarnos, los soldados nos dijeron que no querían herir a nadie y que no sería un abordaje violento. Subieron al barco, lo revisaron, también revisaron nuestro equipaje y requisaron tarjetas de los móviles que no habíamos tirado por la borda. A partir de ahí, secuestraron el barco y obligaron a la capitana a cambiar el rumbo para dirigirse al puerto de Asdod en Israel. Tardamos 8 largas horas en llegar al puerto, aunque estuvimos tranquilas durante el trayecto porque el gobierno israelí y el ejército eran conscientes de que medio mundo les estaba mirando, por lo que quisieron hacer un lavado de cara, un show en el que quisieron mostrar un lado amable que no tienen, porque al final fue un abordaje en aguas internacionales, pero aunque hubiera sido en aguas bloqueadas, el bloqueo es ilegal”.
“En torno a las 2 de la madrugada llegamos a Asdod, y allí habían preparado una gran carpa para continuar su show. Fue allí donde nos hicieron la ficha, la foto, la revisión médica, volvieron a revisar nuestro equipaje, y comenzó el interrogatorio. Cada una, teníamos a una persona que nos controlaba en todo momento, pero no nos esposaron. Nos interrogaron por separado pero todas nos negamos a contestar. Ellos se empeñaron en que firmáramos un documento en el que nos reconocíamos culpables de haber entrado ilegalmente en Israel, aunque nos llevaron obligadas, y de haber cometido un sinfín de barbaridades contra ese país. Nos negamos a firmar ese documento, tal y como nos habían advertido,y sólo las periodistas de Al Jazeera lo firmaron para ser deportadas de forma inmediata y porque así lo habían acordado. Pedimos hacer una llamada y ver a nuestros abogados y cónsules, pero no nos dejaron”.
“Pasamos allí muchas horas, y como no firmamos ese documento nos llevaron a la prisión, un lugar horrible al que nos trasladaron de 4 en 4. Allí nos amenazaron con estar mínimo 72 horas, pero podía ser una semana o 10 días, o lo que fuera. En prisión se repitió el protocolo de revisiones, registros, e interrogatorios. Cuando por fin nos dejaron en las celdas, estábamos agotadas y pudimos descansar algo durante dos horas. En la mañana de ese día, 24 horas después del abordaje, fueron llegando los cónsules y las abogadas. Me dijeron que el cónsul español había estado pendiente de mí e intentando contactar conmigo desde el primer momento, y eso me tranquilizó. Las abogadas nos recomendaron que firmáramos el documento de deportación pero no el que nos acusaba de haber cometido barbaridades contra Israel. Firmamos ese documento, y ese día tuvimos un juicio rápido todas juntas, que ahora seguirá su curso. Por la tarde, nos llevaron a un centro de deportación en el que estuvimos más divididas, por lo que no pudimos despedirnos como nos hubiera gustado. Cuando llegamos al centro nos permitieron hacer una llamada, y ahí fue cuando me enteré de que tenía un vuelo que me llevaría directo a casa ya que en España tenían más información gracias a la embajada. Eso sí, todas nos negamos a ser deportadas hasta que nos asegurasen que, en menos de un día, llegaríamos a nuestros países de origen. Yo tuve suerte porque tenía un vuelo directo, pero por ejemplo, Khadidja Benguenna, parlamentaria argelina, no supo cómo iría a casa hasta que no estaba montada en el avión”. El pasado domingo, todas las pasajeras del Zaytouna llegaron a sus países de origen.
Jaldía y Sandra hacen un balance muy positivo de este viaje, ya que si bien no consiguieron llegar a Gaza, “llegamos a la conciencia de la gente, conseguimos que la calle se pusiera en marcha para presionar a los políticos, logramos apoyo del Parlamento Europeo, de los ayuntamientos de Barcelona y Messina, de parlamentarios españoles, y, por primera vez, el Ministerio de Exteriores reclamó el derecho de libre circulación mediante un comunicado verbal”, señala Jaldía.
Además de los objetivos de difusión y concienciación, ambas destacan la oportunidad de haber conocido a mujeres de todo el mundo que están comprometidas con la causa palestina. “Hemos acordado que vamos a seguir trabajando, compraremos un barco más grande para por ir todas, porque queremos volver a ir. En la coalición de la Flotilla de la Libertad hay hombres y mujeres de todos los rincones del planeta, pero tras haber hecho este viaje sólo de mujeres, queremos repetir la experiencia”, ya que según vuelven a manifestar, “ha sido un regalo de la vida”.
Fuente: María Fernández, Diario Crítico