En los últimos días, las calles de Oaxaca se han convertido en el escenario de una lucha encarnizada por la justicia de las mujeres mazatecas que buscan libertad para su comunidad y seres queridos desde hace nueve años. La situación es crítica: las libertades de siete mazatecos de Eloxochitlán están en peligro inminente.
El ciclo vicioso de la injusticia se ha manifestado en cada etapa de la batalla jurídica. Desde el inicio de los procesos penales, marcados por acusaciones infundadas y pruebas manipuladas, hasta las apelaciones que prolongan el sufrimiento de los inocentes, cada paso es una nueva afrenta a la dignidad y la justicia. Los mazatecos han sido víctimas de artimañas legales, dilaciones injustificadas y abusos de poder que han erosionado su confianza en un sistema que debería protegerlos.
Explicación sencilla del proceso jurídico: no existe la justicia para los mazatecos
En el complicado laberinto del sistema judicial, los mazatecos de Eloxochitlán se encuentran en una batalla desesperada por la libertad, una lucha que ha transitado por los pasillos del tribunal y los corredores del poder político durante más de una década.
Todo comenzó cuando el Juez de Huautla emitió la orden de encarcelamiento, formalizando así el inicio de un proceso penal que sumergió a los defensores mazatecos en un abismo de incertidumbre. La acusación, sin embargo, carecía de pruebas sólidas y se basaba en testimonios cuestionables, generando dudas sobre su legitimidad desde el principio.
Ante esta situación, los mazatecos buscaron refugio en los tribunales federales, donde encontraron un rayo de esperanza en forma de amparos que reconocían su inocencia y ordenaban su liberación. Sin embargo, este camino hacia la libertad se convirtió en una trampa cruel, ya que, a pesar de las múltiples resoluciones a su favor, el ciclo vicioso del sistema legal los arrastraba una y otra vez al abismo de la prisión preventiva.
Las argucias legales, los retrasos injustificados y las artimañas burocráticas se convirtieron en armas en manos de sus acusadores, prolongando indefinidamente el sufrimiento de las familias de Eloxochitlán. Incluso aquellos que lograron salir de la cárcel se encontraron nuevamente enredados en las redes del sistema judicial, enfrentando acusaciones recicladas y audiencias interminables que erosionaban su esperanza.
La complicidad entre el poder político y el judicial se reveló en todo su esplendor, con el Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca actuando como un peón en manos de aquellos que buscaban mantener su control sobre la comunidad de Eloxochitlán. Las libertades ganadas con tanto esfuerzo fueron revocadas en un abrir y cerrar de ojos, mientras que los amparos federales quedaban en letra muerta frente a la maquinaria legal diseñada para perpetuar la injusticia.
En medio de esta tormenta legal, las familias de Eloxochitlán se mantienen firmes, resistiendo el embate de un sistema que busca sofocar su voz y anular su lucha, el futuro de los mazatecos de Eloxochitlán sigue en juego, pendiendo de un hilo enredado en la maraña legal que los aprisiona.
La respuesta tras tres días de plantón frente al Palacio de Gobierno del estado de Oaxaca
Desde la falta de respuesta a las solicitudes de reunión con la Magistrada Berenice Ramírez, presidenta del Tribunal Superior de Justicia, hasta las artimañas legales para prolongar los procesos judiciales, cada página revela una trama de injusticia y complicidad.
La responsabilidad por esta tragedia recae tanto en el Gobierno de Oaxaca como en el Tribunal Superior de Justicia. Su complicidad con la tortura psicológica y la impunidad solo perpetúa el ciclo de violencia y sufrimiento. La falta de respuesta a las demandas legítimas de justicia es un insulto a la dignidad y los derechos humanos fundamentales.
Detrás de cada obstáculo legal, detrás de cada dilación, yace una estrategia para mantener a los inocentes tras las rejas y perpetuar el sufrimiento de sus familias.
Pero en medio de la oscuridad, emerge la luz de la esperanza y la solidaridad. Mujeres valientes, guardianas de la dignidad y la rabia justa, han levantado la voz y han desafiado al sistema con una determinación inquebrantable. Su ejemplo inspira a todos aquellos que luchan por un mundo más justo y equitativo.
La lucha está lejos de terminar. El informe que presentaron las mujeres mazatecas, es un llamado a la acción, una invitación a unir fuerzas en la búsqueda de la verdad y la justicia. Es hora de poner fin a la tortura psicológica, es hora de exigir que los responsables sean llevados ante la justicia.
La exigencia de libertad resuena con fuerza en cada rincón del país, recordando al mundo que la justicia no puede ser sacrificada en el altar de los intereses políticos y económicos.
*Elizabeth Díaz / IG. @la_elizabethdiaz
Publicado originalmente en Sueña Dignidad