Madrid, 13 de julio. El malestar y la indignación crecen. El mismo día que el Ejecutivo español, del conservador Mariano Rajoy, aprobó la batería de medidas anticrisis que sólo castigan a las clases medias y bajas, y grava el consumo con el incremento del IVA de 18 a 21 por ciento, miles de personas volvieron a salir en todo el país para repudiar la política económica. Con gritos de ¡Rajoy, dimisión!
y ¡Esto es un atraco!
, se unieron empleados públicos, ciudadanos indignados, profesores, bomberos, estudiantes, mineros y sindicalistas, que anuncian más protestas y más enfrentamiento al gobierno.
A lo largo de la jornada se sucedieron las marchas, los gestos de protesta y las manifestaciones por todo el país. Liderados por los empleados públicos –el colectivo más castigado con las medidas anticrisis, con una pérdida de más de 20 por ciento de su salario desde hace dos años y ahora con la retirada del aguinaldo y la supresión de días libres– se llevaron a cabo concentraciones silenciosas, huelgas de brazos caídos
(consistentes en hacer el mínimo indispensable en sus puestos de trabajo) y manifestaciones callejeras que recorrieron las principales ciudades.
Madrid fue el escenario de las protestas más enérgicas y multitudinarias, que convirtieron la capital en un caos vial, con la sucesión intermitente de manifestaciones desde la mañana hasta la noche. Temprano, empleados públicos de las áreas afectadas –todas, con excepción de la Casa Real– cerraron importantes arterias viales, como el Paseo de la Castellana y la Puerta del Sol, y repudiaron las políticas del gobierno, frente al Congreso de los Diputados y a las puertas del palacio de La Moncloa, donde los trabajadores de planta abuchearon a altos funcionarios del gobierno cuando entraron a deliberar en el consejo de ministros.
Por la tarde y noche realizaron una multitudinaria manifestación que recorrió los centros de poder señalados como principales responsables de la actual situación: la sede central del derechista Partido Popular (PP), el Congreso de los Diputados, las oficinas del opositor Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el palacio de gobierno de la comunidad de Madrid, gobernada por la ultraconservadora Esperanza Aguirre.
Durante los actos reivindicativos, los manifestantes gritaron sin cesar ¡Rajoy, dimisión!
e insistieron en señalar que son víctimas de un atraco
debido a que la serie de medidas anticrisis sólo afectan a los más desfavorecidos y al conjunto de los consumidores –con la subida del IVA–, pero al mismo tiempo exime de cualquier responsabilidad a los causantes de la crisis, como las principales instituciones financieras y los grandes empresarios. Por eso gritaban consignas como Ahí está la cueva de Alí Babá
, Hunden al obrero, rescatan al banquero
o Rajoy, si no tienes soluciones, convoca elecciones
. Muchos de los empleados públicos que protestaron frente a sus centros de trabajo vistieron de negro, en señal de luto ante lo que consideran la muerte de sus derechos históricos y para mostrar que laboran con tristeza, desazón, depresión y enfado
.
Criticaron que las medidas anticrisis no toquen ningún interés de la gran banca ni de la Iglesia católica –que mantiene intacta su financiación– ni de la Casa Real.
Encima de que nos machacan con sus medidas, tienen el descaro de insultarnos
, expresó una de las manifestantes, Elisa Rodríguez, quien recordó que durante la votación del paquete de medidas y justo en el momento en que Rajoy anunció el recorte al subsidio por desempleo, una diputada del PP, Andrea Fabra, espetó desaforada y mientras aplaudía, fuera de sí: ¡que se jodan!
, insulto a los desocupados que generó aún mayor malestar y crispación. El conjunto de la oposición exigió su renuncia como parlamentaria, máxime cuando ella misma reconoció que dijo esas palabras, pero apuntó que en realidad éstas estaban dirigidas a los diputados socialistas
. La cúpula del PP respaldó a la legisladora y denunció una campaña de desprestigio
.
Mientras la calle ardía de malestar hacia el gobierno, Rajoy aprobó en el consejo de ministros las medidas que anunció el pasado miércoles en el Congreso de los Diputados, que buscan ahorrar 65 mil millones de euros al Estado en dos años.
La administración española confirmó el incremento del IVA, que se hará efectivo a partir del primero de septiembre, y otros aumentos de impuestos en actividades como el turismo, la energía, el cine y prácticamente todas los sectores secundarios de la economía.
Se ratificaron los recortes a empleados públicos y a sectores sensibles. Es obligado hacerlo por las circunstancias, por las recomendaciones o por la necesidad de reducir el déficit público
, afirmó el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, quien hace sólo unas semanas prometía en todos los foros que no subiría el IVA ni tocaría el salario de los trabajadores del Estado.
La marcha nocturna se extendió hasta bien entrada la madrugada. Los manifestantes primero acudieron a la sede del PP, en la calle Génova, adonde llegaron poco a poco hasta reunir a miles de personas que gritaban sin cesar: ¡escucha, Mariano, no terminas el verano!
Esto apenas comienza
La protesta creció frente a un inmueble herméticamente protegido por agentes antidisturbios y la propia presencia de la delegada del gobierno, Cristina Cifuentes, quien escuchó que la ciudadanía le exigió su dimisión y repudió sin contemplaciones sus actos represivos en las protestas de los últimos meses, sobre todo la que provocó más de 80 heridos en la llamada marcha negra
de los mineros.
Después de cerrar la calle al tráfico y de gritar consignas contra los dirigentes conservadores, la policía dispersó con pelotas de goma y macanazos a los manifestantes, que poco a poco siguieron su camino hacia la sede del PSOE. Ahí se encontraron con la misma situación: un inmueble protegido por numerosos policías y poca actividad de sus representantes y, como en la sede del PP, media hora después de su llegada fueron dispersados con violencia.
La marcha continuó hacia el Congreso de los Diputados, donde de nuevo se encontraron con un fuerte dispositivo policial que cargó contra ellos por tercera vez. Después de soportar las andanadas policiales en hasta tres ocasiones, los manifestantes se dirigieron a la Puerta del Sol, donde se mantuvieron los gritos de protesta y permanecieron ahí durante buena parte de la madrugada. Su advertencia es inequívoca: esto apenas comienza
.