Amarela Varela, investigadora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, viajó a la capital poblana para reunirse con otros y otras que, como ella, intentan desmontar la idea de la “crisis migratoria”, divulgada desde los medios de comunicación oficiales.

Previo a la presentación de su libro «Por el derecho a permanecer y a pertenecer».  Una sociología de las luchas migrantes en Barcelona, en el marco del Primer Congreso Internacional de Comunalidad, sostiene que la migración no es una crisis, sino una situación estructural del capitalismo.

“Hay una violencia del Estado que nos expulsa. El capitalismo se sostiene de la movilidad humana a través de clandestinizarla, porque si tú eres ilegalizado el mercado te puede chupar toda tu fuerza de trabajo, es decir, el Estado genera las condiciones para acorralarte a la semi esclavitud”.

El capitalismo, profundiza la también integrante del Movimiento Migrante Mesoamericano, al despojar a la gente de sus territorios y derechos a través de procesos teñidos de una violencia necropolítica –la idea de que es la muerte la que gobierna y no el derecho a la vida–, genera éxodos humanos para después sacar provecho de la mano de obra ilegalizada.

La segunda hipótesis de Amarela Varela está encaminada a contrarrestar el estigma construido desde el poder de que las personas migrantes son malas, peligrosas, delincuentes. Lejos de ello, afirma la estudiosa del tema, se trata de gente valiente que se apropia de su destino y, en consecuencia, recurre a la fuga individual, en familia o colectiva como una práctica de desobediencia del lugar que se les asigna. “El migrante es alguien valiente que huye del lugar que se le asigna para defender su derecho a una vida vivible”.

La investigadora universitaria comenta que aunque la decisión inicial de la fuga es generalmente individual, ya en el éxodo resulta inminente la conformación de comunidades y alianzas profundamente políticas entre migrantes dadas las condiciones que los identifican, independientemente de sus diferentes nacionalidades o historias de vida.

“Ahí es donde te das cuenta que son luchas políticas híbridas, de historias y culturas diferentes que en el camino se construyen en comunidades multinacionales y pluriculturales de resistencia y de defensa”, dice Amarela Varela. Y agrega: “En el éxodo nos transformamos como mujeres y como hombres, conocemos otras historias. Y al llegar a donde decidimos migrar o a donde conseguimos llegar nos formamos en comunidades, no necesariamente sanguíneas sino de resistencia y pertenencia, que nos hacen sobrevivir a la barbarie en la que ahora se nos asigna el lugar de clandestinos, ilegales y sin papeles”.