fotos proporcionadas por la familia de Gael Solorio
Según sus amigos y profesores, Gael Solorio Cruz, es “un muchacho muy tranquilo, muy callado, muy dedicado a su trabajo, a estudiar, cuando no está en la escuela trabaja con su familia de campesino”. Aquel 21 de junio de 2017, para Gael, joven estudiante normalista de 22 años, la vida tomó un giro violento e inesperado. Una bala disparada, hasta donde se sabe, por la policía estatal de Michoacán lo tiene hoy en un hospital con el riesgo de sufrir parálisis del cuerpo. Al momento sigue en un coma inducido por los médicos.
Cuentan los testigos de los hechos que aquel día, estudiantes de 4o. Grado de la Normal Rural “Vasco de Quiroga”, la primera Normal del país, fundada en 1922, salieron a las inmediaciones de la normal a “volantear” para denunciar la falta de pago de becas alimenticias y becas de estudio, que el gobierno estatal, de extracción perredista, había dejado de cubrir casi tres meses atrás. El “volanteo” iba acompañado de la recolección de ayuda para los estudiantes, quienes el 25 de junio, se graduarían como profesores rurales. A escasos días de graduarse, la vida de Gael tomaría un rumbo incierto.
Ese día, los estudiantes de la normal retuvieron una unidad de la empresa Telmex, monopolio de la telefonía en México y afirman que: “No la secuestraron, la retuvieron para que respondiera más pronto el gobierno”. Algunas de las versiones que se han hecho públicas varían en cuanto a las razones por las que el gobierno estatal envió a elementos del Grupo de Operaciones Especial (GOE), por ejemplo, MVS afirmó en su momento que el GOE “acudió a Tiripetío al conocer que los estudiantes bloqueaban las vías férreas afectando a cuatro locomotoras, entre ellas una cargada con sustancias peligrosas.” Otros, afirman que la intención era liberar la unidad retenida por los estudiantes en las instalaciones de la Normal.
Adrián López Solís, secretario de Gobierno en días pasados afirmó a la prensa que, “según el reporte de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), los estudiantes en un primer momento se habían retirado a su escuela tras negociaciones con la policía estatal de Michoacán para liberar las vías del tren, pero un grupo de ellos volvió y decidió secuestrar e incendiar vehículos en el paso ferroviario, lo que provocó que un grupo policial fuera tras ellos a las instalaciones del plantel normalista.”
Al ver llegar a los policías los estudiantes se dispusieron a evitar su ingreso a las instalaciones académicas y afirman que: “Un compañero de cuarto año (…) llegó a alertarnos que los policías querían entrar a la Normal. Que cuidáramos nuestras pertenencias porque sabemos, por lo ocurrido en años anteriores, que cuando acceden éstos a la Normal se llevan celulares, computadoras y lo que encuentran en su camino”. El Subdirector administrativo recuerda también que: “Varias veces, las fuerzas policiacas han tratado de acceder a la escuela, esto es cada que los muchachos reclaman pues lo que es de ellos, sus becas y sus apoyos, que deberían llegarle a la escuela en tiempo y forma”.
Afirman los estudiantes que intentaron negociar la entrega de la unidad de Telmex a cambio de un compañero suyo que habían detenido los policías en su camino a la Normal, el estudiante se encontraba comiendo a las afueras cuando fue detenido. Sus compañeros señalan: “Nos empezaron a agredir desde antes para que entregáramos la camioneta, tronando los vidrios de la escuela que dan a la calle, aventando gas lacrimógeno para dentro de la institución”.
Radiografía de Gael Solorio tomada el 22 de junio de 2017
Ahí todo comenzó a entrar en caos, los jóvenes tomaron piedras y palos para, como ellos mismos afirman, defenderse de la “agresión de los policías”. Heriberto, hermano menor de Gael y también estudiante de la Normal rural afirma: “Ya en ese momento fue cuando la situación se puso un poco más grave, varios compañeros resultaron intoxicados por el gas, otros por balas de goma, otros por piedras que ellos mismos (los policías) arrojaban, en ese momento, yo estaba atendiendo a un compañero que se estaba asfixiando por el gas, fue cuando escuche el primer disparo”. Según testigos no fue un disparo, fueron varios, y en fotografías que levantaron con sus celulares después de la refriega, dan muestra de varios casquillos tirados en el piso.
Unos momentos más y les avisaron que había un herido ya entre los estudiantes. “Ibamos hacia donde estaba según el compañero herido, y entonces pregunto: ¿A quién fue al que hirieron? Me respondieron: ‘Fue a tu hermano’. La bala le tocó a mi hermano Gael que se encuentra en estado crítico ahorita”, recuerda Heriberto tratando de contener su dolor al hablar.
Los hechos en ese momento fueron rápidos, caóticos, a Gael no lo transportó una ambulancia al hospital, fueron sus mismos compañeros y profesores quienes, al ver que la ambulancia no llegaba a pesar de llamarla en varias ocasiones, tuvieron que tomar la decisión de levantarlo y llevarlo, primero al centro del pueblo para que los médicos de la clínica lo atendieran. Ellos mismos les indicaron que debían llevarlo al hospital.
La opacidad de lo sucedido ese día es palpable, en el Ministerio Público la investigación no avanzó nada hasta cinco días después, cuando llegó una abogada de la Ciudad de México para obtener el expediente, mismo que era desconocido para la familia de Gael.
El Secretario de Educación estatal, ante medios de comunicación afirmó que el “estado de salud de Gael era estable”. Argenis Solorio, hermano mayor de Gael tuvo que desmentir al secretario: “Miré afuera y estaba comentando con unas personas, dijo que había sido un rozón y que había sido con una bala de goma, yo ahí “intervení” en la platica, que no había sido un rozón, que era bala de plomo, que era bala de verdad y que no había sido un rozón, que el balazo había sido por la boca y la bala todavía se encontraba dentro, cerca de su columna vertebral”.
Según el secretario de Gobierno, explicó que, “Juan Bernardo Corona, secretario de la SSP, ha cesado de su cargo a los mandos policiales responsables del operativo para que se deslinden responsabilidades de acuerdo a los avances de la carpeta de investigación que lleva a cabo la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE).” Esta situación es desconocida por los familiares y abogados
La familia de Gael, de bajos recursos y de extracción campesina, mantiene todos los días la guardia en el hospital, un hospital privado en Morelia. La madre de Gael se trasladó desde su pueblo, a ocho horas de la capital, para mantenerse al lado de su hijo, quien hasta el día de hoy, miércoles 28 de junio, sigue luchando por su vida, después de haber sido intervenido quirúrgicamente sin que los médicos lograran sacar la bala de donde se encuentra alojada, cerca de la médula espinal, con grave riesgo aún para su vida.
Gael y su familia, viven cotidianamente la violencia del sistema. En su comunidad, sufren de la realidad campesina, esa en la que sobreviven el día a día con mucho esfuerzo y la migración, se vuelve una de sus posibles salidas. Argenis, el hermano mayor ya la vivió: “Es una experiencia con malos recuerdos”. Y hoy no sólo padecen el que Gael, de un día para otro, vea transformada su vida completamente, también sufren el mal trato hospitalario al negarles información: “Pues la mera verdad se los voy a decir así, la información que yo he tenido es porque yo se las he exigido, ellos nunca me han dado a mí, de parte de ellos (información), es porque uno ha estado ahí preguntando. Que supuestamente, ellos, la información se la tienen que dar al que está pagando” (las autoridades de la Secretaría de Educación del estado) , afirma molesto Argenis.
Arturo Campos, Subdirector administrativo de la Normal rural nos indica: “Los jóvenes que ingresan a la institución (…), son jóvenes de escasos recursos que vienen principalmente de las comunidades más alejadas de aquí del estado, llegan con la ilusión de tener una profesión”; ilusión que para Gael y su familia se ha convertido en pesadilla al ser víctimas del abuso de la fuerza pública, el desdén de las autoridades de gobierno y la discriminación de las autoridades administrativas del hospital.
“Aquí los que nos están apoyando, básicamente, son los de la escuela, los alumnos, los maestros son los que se cooperan…” reconoce Argenis, y nos dice al final de nuestra conversación que, les manda a decir al gobernador y al secretario de Educación: “Nada más les diría una cosa, que se haga justicia. Que se pague por el crimen que han cometido. Que se tenga que encarcelar a quien se tenga que encarcelar y que se haga cargo del crimen les pido. No es nada fuera de su trabajo, nada más que hagan su trabajo.”