Jesús Alberto Cabañas reflexiona sobre las dos versiones de México que se proyectan a través del discurso de la gestión presidencial. Los escenarios son opuestos: del país de la tranquilidad a través de la comunicación institucional a la crisis de gobernabilidad
Ciudad de México / A cuatro años de gobierno de Enrique Peña Nieto, exponemos una breve recapitulación de dos ejes fundamentales que han caracterizado al presidente, su administración y al partido en el poder.
Primero, desde la imagen que el mandatario, su gestión y el PRI se han encargado de generar y fortalecer en la percepción social a través de su promoción mediática; y segundo, desde la imagen real de Peña Nieto y el periodo en cuestión en el entorno social, económico y político del país.
En el ámbito mediático, la imagen de Peña Nieto y su gobierno reiteran y pretenden fortalecer sus acciones de gobierno en las estrategias de la promoción, la propaganda política y la construcción de una retórica del spot de las acciones de gobierno.
Una retórica que apela en sus configuraciones a un México de ensueño, en donde el diario acontecer de la vida nacional fluye casi de manera perfecta, a través de las múltiples cápsulas de imágenes de tranquilidad, paz social y belleza emocional que a diario se consumen en la sociedad. Básicamente, una imagen que se promueve a través de los medios de comunicación afines al régimen, ya sea de manera abierta, directa o discrecional.
Una cobertura mediática que se legitima a través de normas y leyes en boga para inundar las pantallas y el imaginario colectivo de aciertos y acciones hechas por el poder y desde el poder. Imagen que expone un México en movimiento, caminado y seguro, con un presente difícil pero bajo control, con rumbo firme hacia a un futuro inmediato y lejano. Una estrategia del marketing político que bien podríamos englobar de manera paralela al régimen, como República de la imagen y el spot.
En el lado opuesto, en el país real, el de a pie, el verdadero y cotidiano, el desinformado, del que apenas y nos enteramos de lo que sucede, o nos enteramos, después de días, meses o años de los acontecimientos verdaderos, está la imagen real de la República.
Ese país que bien puede sintetizar setenta años de gobiernos priistas y 12 de panistas en los cuatro años del actual régimen Peñista. En esta imagen de la República se replica el universo de corrupción y descomposición que se vive en México, como un sentido social que se fundamentan en el conocimiento y reconocimiento del entorno social y la verosimilitud los hechos.
Una realidad que en un principio permite conocer una verdad, pero enseguida permite reconocer el sistema político del mexiquense en evidente descomposición política, económica, nacional e internacional. Verdades adyacentes y subyacentes al régimen y el Estado rector por sus políticas de negación y ocultamiento de lo que sucede en México en materia de legalidad, justicia social y penal, derechos humanos e impunidad. Aunado a las evidentes estrategias de simulación de justicia que aparecen como una constante de la política interna hacia la sociedad mexicana.
Actitudes del presidente, del Estado y sus gobernantes que salen a relucir en las discusiones sociales, en las escuelas, en los círculos laborales y en las familias, primero sobre las colusiones del Estado y sus gobernantes con el crimen organizado, las desapariciones en México, los feminicidios, los hallazgos de múltiples fosas clandestinas y las declaraciones de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos al respecto.
Realidades sociales, individuales y colectivas que convergen en la pérdida de credibilidad en las instituciones político-sociales del régimen; en la pérdida de rumbo del Estado y en la crisis gubernamental que se vive en México. Seguido de las desapariciones forzadas de estudiantiles e innumerables ciudadanos de este México descompuesto.
Un México al que se suman las matanzas de Acteal, en Chiapas, los atentados a la libertad de expresión como el caso Aristegui, los múltiples asesinatos a periodistas y una larga lista de acontecimientos político-sociales que salen a relucir en la lectura en común que detona la realidad social.
Éstas son dos caras de la República que nos dicen: reconocer la República real es comprender otra verdad que va más allá de lo expuesto y presentado en la República del spot y de la imagen en cuatro años de gobierno peñista.
* El Dr. Jesús Alberto Cabañas Osorio es profesor del Departamento de Comunicación de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.