Medio millón de fotografías recibe el ICA en sus bóvedas

Elizabeth Guzmán Zárate

Foto: Fernando Ocampo

Es martes por la noche. El camión de carga con capacidad para tres toneladas ha llegado a la colonia Tizapán San Ángel de la ciudad de México. Son las 19:00 horas, después de más de ocho horas de trayecto. Tres hombres bajan del transporte y comienza el desfile de cajas, unas más grandes que otras. Los negativos del Circo de Bibis, proyecto fotográfico del circo de barrio (1982) se van y con él más de medio millón de fotografías análogas y digitales. El archivo fotográfico de Carlos Contreras de Oteyza viaja para ser conservado en las bóvedas del Instituto Cultural de Aguascalientes (ICA).

“Yo estoy haciendo esto por conciencia histórica, por la importancia de la imagen, por valorar mi trabajo y por eso lo estoy donando”, dice en entrevista el fotógrafo, quien trae en la mano una Nikon D700.

A lo lejos se escucha el sonido de un avión. Una pausa y una ráfaga de clics. El maestro Contreras observa en nanosegundos y dispara una ráfaga de fotos. Retomamos la conversación entre el viento y el sonido de las aves que vuelan sobre nosotros. Y justo, de este vuelo hablamos de cómo despedirse de 50 años de trayectoria.

“Me despedí del Circo de Bibis, entregué hasta los negativos. Están llevándose mi vida, mi vida de fotógrafo, porque fue todo. Todo mi archivo. Incluso hasta las cartas de amor”, comenta Oteyza entre risas y nostalgia.

Y es que el maestro de la lente ha registrado episodios importantes de la década de 1980 como el circo ambulante Circo de Bibis, el cual retomó 20 años después y del que el escritor Vicente Leñero se refiriera con estas palabras: el Circo de Bibis no es el gran circo ruso ni el Ringling Brothers, ni siquiera el Atayde. Es mucho menos que ellos, es un pedazo apenas de ilusión, las sobras de un banquete, el inaudito esfuerzo de una familia que a toda costa vive de lo que es juego y arte, ensoñación, audacia y genio. Es poco al fin de cuentas lo que se puede decir con palabras del Circo de Bibis, proletario y genuino, marginal y pequeño.

Porque la fotografía testimonial es la pasión de Carlos. “¿Sabes lo que va a ser este circo dentro de cuarenta años?” Me cuestiona y responde: “Un referente, ya no hay circos como esos. Ahí radica la importancia de su archivo, en conservar la memoria fotográfica de México”.

Tenemos un país maravilloso y una riqueza increíble, a la que se le da muy poca importancia. Es tan poco el apoyo a los fotógrafos para consolidar trabajos independientes, y es muy triste, dice Carlos Contreras de Oteyza, quien viene de una familia de escultores, escritores y arquitectos. Él ha retratado el sismo del 85, a los coras de Nayarit, La Habana de Fidel Castro, la matanza de los chivos de Puebla y un sinnúmero de proyectos nacionales e internacionales.

Entre premios y varios reconocimientos como lo fue la medalla al mérito fotográfico que entrega el Instituto Nacional de Antropología e Historia en 2008, le pregunto ¿Se te ha hecho justicia como fotógrafo?

Ríe, un rayo de luz ilumina sus ojos claros, los cuales resaltan pese al aumento de sus anteojos y contesta: “La justicia se la hace uno. No te lo hace la sociedad, no te lo hace desde el ámbito cultural. La justicia te la haces tú mismo. Donar mi archivo fotográfico de más de cinco décadas e integrarlo a la juventud de Aguascalientes para mí es permanecer en la historia”.

¿Cómo es que se dio esta donación?

“Mira, yo siempre he tenido conciencia de la importancia de los archivos. Tengo sin escanear fotos de cincuenta años y de alguna manera el preservarlas ha sido muy difícil por la humedad, la temperatura y muchos factores que intervienen que dañan la fotografía análoga y también la digital. Entonces surgió este ofrecimiento de donar todo mi archivo (cámaras, revistas, catálogos, fotografías, entre otros). Llega el momento en que el espacio es insuficiente. Me mandaron de Aguascalientes un camión con capacidad de tres toneladas. De alguna manera dije, bueno, de que se pierda y se llenen de hongos a que lo rescaten y se pueda usar, pues dije: Adelante, sí lo dono”.

¿Por qué al ICA?

“Tienen las mejores bóvedas de conservación que puede haber. Imagínate es donde antes era el antiguo taller de Ferrocarriles Nacionales, tremendamente grandes, control de temperatura, humedad, todo muy bien. A nivel anecdótico, te puedo decir que había una caja donde yo tenía fotos antiguas y por más que las cuidé, donde las tenía había una gotera y se les metió un poco de agua. Llegaron las fotos a Aguascalientes, lo detectaron inmediatamente, pusieron a los restauradores a darle estabilidad y conservación. Estoy muy contento”.

¿Existen opiniones encontradas respecto a la donación de archivos fotográficos?

“Nadie me lo va a poder pagar. Cuántos fotógrafos de mi edad (71 años) y de mi generación tienen archivos espeluznantemente buenos y ahí están. Se van a podrir y el día que mueran a la mejor se van a la basura”.

¿La fotografía es tu vida?

“Sí. La fotografía es mi vida, es la forma de estar integrado en este país, en este planeta, en este entorno social, es mi lenguaje”.

¿Carlos, tú que llevas décadas haciendo fotografía y que has pasado de lo análogo a lo digital, que nos podrías decir de estos dos lenguajes?

“Ha sido un proceso difícil, porque cuando te casas con una profesión, como yo lo estoy desde 1968, y has manejado un lenguaje, una forma de trabajar, una dinámica análoga, el proceso digital es un nuevo lenguaje, que implica prácticamente tres veces más de tiempo. Antes siempre estabas controlando el rollo, ahora con que tengas una buena tarjeta, tiras y tiras fotografías para después descartar evidentemente”.

¿Existe conciencia de preservar el material fotográfico?

“Hoy los chavos tienen muy poca conciencia del acontecer cotidiano. Tú sabes que se generan millones de imágenes todos los días en este mundo, pero lo traen en el celular, pero luego lo pierden o les roban el celular, entonces pierden todas las imágenes. No hay una conciencia de almacenar, de guardar, de clasificar, de lo que hacemos los fotógrafos a la antigua. Incluso en toda esta dinámica digita, l yo tengo mi orden, hago mis carpetas, les pongo fecha, les pongo los datos, eso me permite en un momento recurrir a mi banco de imágenes y tener cualquier imagen que requiera. Lo que de alguna forma me gustaría comunicar es el hecho de clasificar y ordenar el material para que de alguna forma tengan un testimonio de su acontecer, de su vida”.

Y justo ese testimonio de la vida fotográfica del maestro Contreras es el que está en manos del equipo de la doctora. Calíope Martínez, titular del Archivo General y coordinadora del Taller de Restauración y Conservación del ICA, quien gestionó durante seis meses esta donación y conoce el gran compromiso y responsabilidad que ello conlleva.

EN ENTREVISTA CON LA DOCTORA CALÍOPE MARTÍNEZ

¿Cómo se dio esta donación doctora?

“Tuve la fortuna de que un amigo en común, Marco Antonio García Robles, nos pusiera en contacto. Tomamos un café y le presenté el proyecto del Archivo General del ICA. Me dijo que lo iba a pensar, ya que primero necesitaba conocer el espacio. Lo invitamos, lo conoció y le gustó. Después nos reunimos en agosto en la ciudad de México y ahí nos dijo que definitivamente nos iba a donar su colección, su archivo”.

¿Por qué Aguascalientes?

“A Carlos lo une una historia familiar con Aguascalientes, por su bisabuelo, el escultor Jesús F. Contreras, y yo creo que eso es lo que lo hace estar de regreso en Aguascalientes. Ha sido promotor de su historia familiar tanto de los Contreras como de los Oteyza.

Además, Aguascalientes está viviendo un momento interesante de arte y cultura por la profesionalización tanto de la Universidad de las Artes como de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, entonces no podemos quedarnos atrás con el idilio de Aguascalientes del porfiriato, de Posada, de Ponce, de Saturnino Herrán, tenemos que dar este brinco a lo contemporáneo y justo el archivo del maestro Contreras es muy importante para centrarnos en el siglo XX de la fotografía mexicana”.

¿Cuánto tardará el proceso de digitalización para que esté disponible al público y ¿Qué cantidad de material recibieron?

“Estamos hablando aproximadamente de medio millón de fotografías, así como su colección de cerca de 20 cámaras fotográficas, catálogos, revistas, entre otros. Carlos nos mandó un archivo súper organizado y son puntos a favor, pese a que el número es enorme y los formatos diversos. Subiremos paulatinamente información a nuestra próxima página web, porque si me espero hasta tenerlo todo listo para consulta nos podríamos tardar cinco o diez años. Es mucho trabajo. Digitalizar, describir cada una de las piezas, subirlas al sistema con toda la normatividad archivística internacional y los que están por disposición de ley”.

¿Qué hace falta en la legislación para la preservación de archivos, ya que los soportes digitales también se vuelven obsoletos?

“Ese es el punto, porque estamos como barajeando muchos temas a la vez. Durante muchos años los archivos no importaban y yo creo que es una problemática nacional, entre que los rescatamos, los sistematizamos, nos enfrentamos a la diversidad de soportes con lo analógico, lo audiovisual, lo virtual y la creciente producción digital. Estamos en un momento crítico en el que si no existe claridad en las políticas gubernamentales de rescate de archivos, esto será un serio problema. Requerimos, aparte de un marco legal, claridad en recursos públicos y profesionalización”.

¿Cómo está integrado tu equipo de trabajo?

“En el área de restauración se encuentra el licenciado Cristoper Luévano. con el apoyo técnico Antonio Hernández Delgado; en los archivos institucionales la licenciada Katia Bárcenas, licenciado Luis Arturo Sosa Barrón, licenciada. Lizeth Ángeles Acuña; en la parte de gestión del proyecto Monserrat Mauricio. Por último, en el archivo de concentración y trámite Alma Ramírez, Mercedes Cornejo y José Luis E. Y también contratamos una empresa para digitalizar el material análogo”.

¿Cuánto cuesta conservar un archivo de 50 años?

“Muchísimo. Es muy costoso. No te sé decir exactamente, pero ahorita gastamos como 300 mil pesos en material y ya tenemos el taller de restauración montado, súmale restauradores, más mantenimiento trimestral de las cuatro bóvedas que tenemos, guardas.”

¿No solo se trata de voluntades sino también de recursos?

“Sí, recursos. Yo te hablo de todo este equipo que tenemos porque somos colaboradores en Memoria Histórica y Cultural de México, ellos nos invitaron a presentar un proyecto ante el Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado (INDEP), y afortunadamente nos proporcionó más de tres millones de pesos. Es la primera vez que a nosotros, un archivo, tenemos esa posibilidad y por eso podemos tener tanto personal, digitalizar, hacer nuestra página web, generar un espacio como el Centro de Documentación e Investigación y la reestructuración arquitectónica del ICA”.

¿Si existiera un cambio de administración se respetarán los acuerdos de conservación y preservación de los archivos?

“Ese es uno de los grandes temas a enfrentar, porque las bóvedas están funcionando. No se pueden detener, no puedes decir ¡las apago y que se pudra todo!, pues no, eso es imposible de pensarlo, más cuando se generaró un espacio nuevo que se va a llamar Centro de Documentación e Investigación. Yo creo que la parte importante de nuestro trabajo va a ser fortalecer este proyecto. Ha sido un trabajo bien importante en sensibilizar en la importancia de los archivos. Siempre he dicho que el trabajo nos defiende y nos reditúa, utópicamente lo pienso y lo trabajo así”.

¿Se prevé alguna exposición sobre la obra de Carlos Contreras de Oteyza?

“El próximo año Aguascalientes será Capital Americana de la Cultura, donde el estado tendrá presencia en 30 países de Iberoamérica y queremos exponer el trabajo del maestro y, posteriormente, hacer una publicación. Tenemos una tremenda responsabilidad como depositarios de la donación. Los archivos que tenemos son de interés no solo local, sino nacional.”

Entre los catorce archivos que presentará el ICA en 2023 por medio de su plataforma digital se encuentran: el del historiador Alejandro Topete del Valle; del músico y compositor Manuel M. Ponce; del escritor y periodista Antonio Acevedo Escobedo y del dramaturgo Hugo Argüelles. Además, de los archivos fotográficos recientemente donados tales como: el de Carlos Contreras de Oteyza y el de Enrique Bostelmann.

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