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“Me lo quitaron todo”: testimonios palestinos sobre los abusos de Israel

Palestina en el corazón

Lo ocurrido el 1° de enero de 2021 en una aldea ubicada en las Colinas del Sur de Hebrón (plena zona C) no fue excepcional, pero constituye un caso emblemático de las políticas despiadadas desplegadas por el régimen colonial israelí contra la población palestina en los territorios ocupados, con el único propósito de hacer su vida intolerable para que se vaya. Por la particular crueldad de este operativo y su trágico resultado, reproduzco el relato testimonial de Yuval Abraham, la entrevista de Yumna Patel al padre de la víctima y el comentario breve y certero de Amjad Iraqi.

Le dispararon en el cuello por aferrarse a su generador

Yuval Abraham

Harun Abu Aram, cuya casa fue destruida el mes pasado, fue baleado a quemarropa por un soldado mientras intentaba recuperar su generador. Todo para que Israel pudiera apoderarse de su tierra.

El viernes 1° por la tarde, un soldado israelí le disparó en el cuello a quemarropa a un palestino de 26 años llamado Harun Abu Aram, quien está en estado crítico en un hospital de Hebrón en la Cisjordania ocupada. Según el Ministerio de Salud palestino, si responde, es probable que Abu Aram quede paralizado.

La agresión tuvo lugar cerca de la aldea palestina de al-Rakiz, en las colinas del sur de Hebrón. Hace sólo un mes, el ejército vino con excavadoras para demoler cuatro casas en la comunidad; la de Abu Aram fue una de ellas.

Contrariamente a lo que afirma el ejército israelí, los habitantes de Al-Rakiz no son delincuentes.  Construyeron sus viviendas en sus tierras, legalmente. El ejército las destruyó porque la ‘Administración Civil’ −el brazo del gobierno militar de Israel que rige la vida cotidiana de 2,8 millones de palestinos/as en Cisjordani− se niega a expedir permisos de construcción a la comunidad. De hecho, la Administración Civil rechaza el 98,7% de las solicitudes de permisos de construcción de la población palestina que vive en las 164 aldeas de la Zona C, que constituye dos tercios de Cisjordania y está bajo pleno control militar y administrativo israelí.

El motivo de esta obstinación burocrática es hacer miserables las vidas de las familias palestinas hasta lograr que se vayan. ¿Por qué? Porque si se van, será más fácil para Israel anexar la tierra en el futuro, sin tener que otorgar a nadie la ciudadanía israelí. Un simple cálculo demográfico.

La Administración Civil rechaza la idea de que se trata de tierras palestinas de propiedad privada, y por lo tanto les impide obtener permisos de construcción y planes de ordenamiento. La Administración sabe que la destrucción de viviendas e infraestructuras hará miserable la vida de la población local y, con el tiempo, la obligará a abandonar sus tierras.

Abu Aram llegó el viernes por la mañana para ayudar a reconstruir una de las casas que habían sido demolidas. Después de unas horas de trabajo al sol, llegó un vehículo con cinco soldados israelíes. Los soldados le dijeron a Abu Aram y a sus amigos que no podían construir allí. Luego se dirigieron al generador, que estaba usando para la construcción, y lo confiscaron. Esas confiscaciones son otro método de coaccionar a los habitantes de la Zona C para que abandonen sus tierras, ya que el ejército regularmente se lleva los depósitos de agua, las herramientas de construcción, los tractores y las chozas de hojalata.

Cuando el soldado empezó a arrastrar el generador, Abu Aram se resistió. Empezó a gritar, mientras sus amigos más cercanos intentaban que se calmara. Pero él no dejó de gritar. Hace un mes, su casa fue destruida. Hace un mes, su hermana pequeña y su madre sufrieron un trauma inimaginable. Yo estaba allí. Ahora habían venido a llevarse su generador. Y entonces él gritó y se resistió.

Abu Aram trató de recuperar el generador por la fuerza, insultando a los soldados. Por un momento incluso tuvo éxito; pero entonces fue el turno de los soldados de contraatacar.

Empezaron los empujones y, de repente, sonó un disparo. Los soldados no lanzaron una granada de aturdimiento ni dispararon gas lacrimógeno. No, le dispararon en el cuello, con munición real y a quemarropa, a un hombre desarmado, cuya casa fue demolida hace un mes, cuya hermana y madre fueron obligadas a dormir al aire libre. Por un generador.

Un video de la agresión se hizo rápidamente viral en las redes sociales. El disparo se puede escuchar en el video. Enseguida vemos a Abu Aram sangrando. Luego oímos los gritos de su madre.

Después del incidente, la Unidad del Portavoz de las FDI [ejército] emitió la siguiente declaración: “Durante una misión rutinaria de las FDI y las fuerzas de la Policía Fronteriza para confiscar y evacuar una estructura ilegal en la aldea de al-Tuwani, se produjo un violento disturbio de unos 150 palestinos que incluyó el lanzamiento masivo de piedras. Los soldados de las FDI respondieron usando medidas de control de disturbios y disparando al aire. Durante los disturbios, se produjo un violento incidente en el que varios palestinos utilizaron la violencia contra la fuerza [del ejército]”.

Esta declaración es una mentira descarada. Se puede ver en el video. Hay una familia allí, unas 10 personas en total. Los testigos dicen que no había piedras y que no había cerca de 150 personas.

En los próximos días el ejército israelí podría anunciar que “ha iniciado una investigación sobre el incidente”. Casi siempre lo hacen; pero casi nada sale de ello. En muy raras ocasiones pueden incluso anunciar que un soldado abrió fuego “en contravención de las normas”. Tal vez debido a que el disparo a Abu Aram fue grabado usarán esta excusa de nuevo.

Pero eso no viene al caso. La política general es la que engendra el comportamiento de ese soldado en al-Rakiz. Una política motivada por la demografía, que impide a miles de palestinos y palestinas de la Zona C construir en sus propias tierras. Que les impide vivir. Que busca hacerles desaparecer. No es fácil escribirlo, pero es verdad. Normalmente cuando los soldados llegan, termina con pertenencias robadas o una casa destruida. Esta vez, terminó con una bala en el cuello.

Publicado en +972 Magazine el 3/1/21. Traducción: María Landi.

Palestinas observan mientras las fuerzas israelíes derriban la casa de Rasmi Abu Aram en Khirbet Ar-Rakeez, y la de Hatem Makhamra en Khirbet at-Tuwani, el 25/11/20. (Mosab Shawer/APA Images)


Me lo quitaron todo“: Israel destruyó su casa.
Un mes después balearon y paralizaron a su hijo

Yumna Patel

Cuando los soldados israelíes llegaron a la pequeña aldea de Khirbet al-Rakeez en las Colinas del Sur de Hebrón el viernes 1° de enero por la mañana, sus habitantes se prepararon para la nueva desgracia que le tocaba enfrentar a su pequeña aldea.

Cosas como la demolición de casas, los ataques de colonos y la confiscación de tierras no son nada nuevo para las y los habitantes de la aldea y de las localidades vecinas. Más bien, es una desgraciada realidad cotidiana bajo la ocupación israelí.

De hecho, en noviembre, las fuerzas israelíes emprendieron una campaña de demolición en Khirbet al-Rakeez, destruyendo siete viviendas y estructuras pertenecientes a las personas habitantes de la aldea. Una de ellas es Rasmi Abu Aram.

Así que cuando Abu Aram vio a los soldados israelíes y a los funcionarios de la Administración Civil (el organismo israelí encargado de hacer las demoliciones en Cisjordania) llegar a la puerta de sus vecinos el viernes por la mañana, se llenó de inquietud.

 “Los israelíes vinieron a entregar un aviso de demolición a mi vecino, diciendo que su vivienda fue construida ‘ilegalmente’ sin un permiso israelí”, dijo Abu Aram a Mondoweiss, agregando que el aviso supuestamente le daba a su vecino 96 horas para evacuar su hogar.

Poco después de la llegada de las autoridades israelíes, dijo Abu Aram, empezó a oír los gritos de la esposa y los hijos de su vecino que salían de su casa, momento en el que Abu Aram salió corriendo de la suya para ayudarles, junto con su hijo Harun de 24 años.

Los soldados les empujaban y empujaban, incluso a la mujer y a los niños, y estaban siendo muy agresivos. De la nada, los soldados empezaron a tirar sus pertenencias fuera de la casa y a apoderarse de cosas”, dijo Abu Aram; y añadió que, según la orden de demolición, se suponía que los soldados no debían evacuar la casa en ese momento.

A medida que la situación se intensificaba, Rasmi y su hijo Harun comenzaron a intentar separar a los vecinos y a los soldados, tratando de impedir que éstos se llevaran más pertenencias de las familias. Fue entonces cuando uno de los soldados agarró un generador de electricidad y comenzó a arrastrarlo hacia los vehículos oficiales israelíes.

Inmediatamente empezamos a tratar de tirar del generador hacia nosotros, porque este generador abastece nuestra casa y la de nuestros vecinos”, dijo Abu Aram. “Lo necesitamos para alimentar nuestras luces, refrigeradores y electrodomésticos, y calentadores ahora durante el invierno. No podemos vivir sin él.”

Fue entonces cuando los soldados israelíes arrojaron a Abu Aram al suelo, le dijo aMondoweiss. “Cuando mi hijo Harun vio que me tiraban al suelo se enfureció y empezó a gritar y a tirar aún más fuerte del generador para tratar de recuperarlo de los soldados”, dijo.

En medio del caos, capturado en un video que ahora circula por las redes sociales en todo el mundo, se puede ver a un soldado israelí levantar su rifle hacia el grupo de palestinos desarmados, incluidos Rasmi y Harun Abu Aram, y disparar su arma.

A un segundo de silencio le siguen gritos aún más intensos que antes, cuando el grupo se da cuenta de que el joven Harun había recibido un balazo en el cuello y se había desplomado en el suelo.

Le dispararon por nada. ¿Y para qué? ¿Por un generador que no significa nada para ellos?” pregunta Abu Aram, con la voz temblorosa. “Le dispararon sin razón alguna.”

“Al borde de la muerte”

Harun Abu Aram está actualmente en soporte vital y se encuentra en estado crítico en un hospital palestino en Hebrón. Su padre Rasmi dice que está “entre la vida y la muerte”, y que probablemente quede paralizado del cuello para abajo.

En este momento es incapaz de mover sus brazos y piernas”, dijo Abu Aram a Mondoweiss. “Los médicos dicen que la bala entró y salió por su cuello, causando una lesión en la médula espinal que probablemente lo haya paralizado”. Un Abu Aram ahogado dijo que no puede “creer que esto sea real”.

Mi hijo Harun es tan joven, sólo tiene 24 años. Tenía toda la vida por delante, y ahora podría morir porque los soldados no tenían nada mejor que hacer que dispararle por un generador”, dijo Abu Aram.

El ejército israelí dijo en una declaración posterior a los disparos que se había instigado “un violento disturbio” cuando las tropas estaban “evacuando una construcción ilegal” en la aldea de Al-Tuwani, alegando que los soldados habían sido presuntamente atacados por los palestinos con una “enorme cantidad de piedras”.

En el video del incidente, que ha sido ampliamente difundido en los medios de comunicación social, no se ve a los pocos palestinos que estaban presentes durante la refriega lanzando ninguna piedra, y mucho menos “enormes cantidades”. Rasmi Abu Aram sostiene que su hijo Harun y los demás que participaron en la confrontación estaban desarmados y no lanzaron piedras ni instigaron ningún tipo de violencia contra los soldados.

Puedes ver en el video que Harun está desarmado, no tiene nada en las manos”, dijo Abu Aram. “No tenía ningún tipo de arma ni nada que pusiera a los soldados en peligro. Todo lo que tenía eran sus propias manos, que simplemente usaba para tratar de rescatar el generador.”

Abu Aram insistió en que los hechos que ocurrieron antes de que comenzara la grabación de video fueron una muestra de la “agresión” de los soldados que, según dice, comenzó de inmediato, tan pronto como llegaron a la casa de su vecino. “Estaban siendo violentos y horribles desde el principio. Se veía claramente que querían causar problemas y herir a la gente”, dijo, añadiendo que “esto no fue un error: tenían la intención de dispararle a alguien, y querían matar.”

Abu Aram agregó que, incluso después de que su hijo Harun hubiera recibido un disparo, los soldados dispararon a los neumáticos del vehículo que lo llevaba al hospital, obligando al grupo a cambiar de vehículo para trasladar a Harun.

Eso, junto con el hecho de que los soldados no prestaron ningún tipo de primeros auxilios ni asistencia médica a Harun, es prueba de que “ellos fueron los claros agresores de la situación”, dijo Abu Aram.

Mientras que el ejército israelí dice que el incidente está “bajo investigación”, Abu Aram dice que tiene pocas esperanzas de que se haga justicia en lo que se refiere a las investigaciones internas israelíes, porque “no van a castigar a sus propios soldados.”

El carácter acusatorio de la declaración del ejército después del incidente sólo confirmó las sospechas de Abu Aram: “Ya están tratando de culparnos por lo que pasó, como hacen siempre cuando sus soldados atacan y matan a palestinos.”

Abu Aram dijo que espera presentar una denuncia contra el soldado responsable de disparar a su hijo, pero por ahora se centra en mantener vivo a Harun. “En este momento no sabemos si va a vivir o morir”, dijo a Mondoweiss.

En noviembre, los israelíes destruyeron mi casa, y ahora casi matan a mi hijo. No sé qué es lo próximo que harán, pero esto es la ocupación”, dijo. “Siento como si mi vida se hubiera vuelto oscura. Puedo construir mi casa de nuevo, pero no puedo recuperar a mi hijo.”

Publicado el 5/1/21 en Mondoweiss. Traducción: María Landi.

Harun Abu Aram en un hospital de Hebrón tras haber sido baleado en el cuello a corta distancia por un soldado israelí (Alianza por los DD.HH.).


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Amjad Iraqi

Una aldea palestina en la Cisjordania ocupada comenzó el nuevo año de la misma manera que había terminado el anterior: con una tragedia. Un inquietante video del viernes pasado muestra a Harun Abu Aram (26), un joven palestino de la aldea de al-Rakiz, en las Colinas del Sur de Hebrón, recibiendo en el cuello un disparo a quemarropa de un soldado israelí.

Abu Aram, cuya vivienda fue demolida por el ejército israelí hace un mes, trataba de impedir que los soldados le quitaran el generador, mientras su familia estaba reconstruyendo sus casas. Ahora está luchando por su vida en un hospital de Hebrón; si lo logra, advierten los médicos, es probable que quede paralítico.

El video es escalofriante. Y conociendo su contexto, se siente nada menos que como una crueldad. Como escribió Yuval Abraham, la aldea de al-Rakiz está en el Zona C, los dos tercios de la Cisjordania ocupada que están totalmente controlados por el ejército israelí. Durante décadas Israel ha ido expulsando gradualmente a las comunidades palestinas del Zona C, utilizando sus tierras para afianzar la empresa de colonización desde el río hasta el mar, incluso mediante enormes proyectos de carreteras para los colonos, como informaronAhmad Al-Bazz y Edo Konrad. Al-Rakiz, al igual que decenas de otras aldeas palestinas, sigue obstaculizando el camino de Israel.

En otras palabras, no fue suficiente para las autoridades israelíes que Abu Aram no pudiera obtener un permiso de construcción para su modesta vivienda. No fue suficiente que su casa fuera destruida hace sólo unas semanas. No fue suficiente que dependiera de un pequeño y destartalado generador eléctrico. No fue suficiente que el ejército regresara a la aldea para acosar a su familia. Y aún ahora, no es suficiente que esté en la cama de un hospital con una bala en el cuello. Mientras Abu Aram se atreva a insistir en que pertenece a la tierra, es una amenaza.

El video captura la violencia israelí contra la población palestina en su totalidad, mostrando las dos caras de la misma moneda: por un lado, está la violencia estructural y calculada de las demoliciones de casas, las confiscaciones y la expansión de las colonias utilizada para obligar a los palestinos a salir de sus tierras; por otra parte, está la violencia descuidada y casual que permite a un soldado israelí disparar espontáneamente un arma a un hombre desarmado durante una refriega, creyendo que es una respuesta legítima −quizás inclusonatural− a un palestino que se atreve a desafiar su subyugación.

Esta violencia casual sobre el terreno es tan generalizada y aterradora como la malicia calculada de las políticas de Israel. Ambas, como describió Brad Parker la semana pasada, son posibles gracias a un poderoso sentimiento de impunidad que rezuma desde el primer ministro hasta el soldado de combate: nadie está observando la violencia de Israel hacia la población palestina; y si lo están, el mundo no hará nada al respecto.

El video está exponiendo esa violencia ante el mundo. ¿Alguien actuará?

Traducción: María Landi

Tomado de Palestina en el corazón

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