“La cara del refugiado es la cara de un niño, de una niña, de un adolescente”, ya que la niñez constituye 51 por ciento de los refugiados en el mundo, destacó en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México Marta Santos Pais, representante especial del Secretario General de las Naciones Unidas sobre Violencia contra los Niños.
En la apertura de la «Consulta global de expertos. Violencia contra la niñez en movilidad: del continuum de violencia al continuum de protección», llevada a cabo en la IBERO, Santos dijo que 20 personas son obligadas a huir de sus lugares a cada minuto, 28 mil 300 por día, y en los últimos cinco años el número de refugiados aumentó 65 por ciento. De entre todos ellos, miles tienen menos de 15 años, son niños que viajan por su cuenta, quienes han pedido y requerido asilo en distintos países; algo que exige el mismo nivel de inversión y protección que la magnitud del problema.
Pero quizá lo más importante es reconocer que la violencia es una dimensión cotidiana de la vida de estos niños, y “una de las causas más importantes por la cual estos niños intentan encontrar un lugar distinto. Es una estrategia de escape de supervivencia; no es la búsqueda simplemente de un lugar para vivir en otro contexto”.
Los niños migran y buscan refugio en otro país sobre todo porque fueron testigos de escenas horribles: la muerte violenta de sus padres, la violación de sus hermanas, el desaparición forzada de sus amigos; ese es su ambiente cotidiano.
Viven en guetos donde reina la desesperanza, la anarquía, el temor y la impunidad; como un niño centroamericano le describió a Santos Pais en lo que se ha convertido su barrio. “El cotidiano que puede ser esperando el bus a la puerta de la escuela, o estando en el interior de las escuelas, donde maras y pandillas intentan reclutar a grupos que los puedan apoyar”, añadió ella.
Respecto a esto último, la funcionaria de la ONU dejó en claro: “Muchos de estos niños son manipulados por elementos de la delincuencia organizada y se ven obligados a participar en actividades delictivas, que pueden ser desde monitorear dónde se trafica con drogas o con armas, o simplemente dónde se reúnen los traficantes… Sabemos que si los niños se niegan a cooperar, el riesgo es extremamente alto, y muchos pagan con su propia vida”.
Por eso es natural y no sorprende que muchos de esos niños se sientan forzados a emprender un camino desconocido, donde hay graves riesgos, pero con la esperanza de encontrar un lugar seguro donde su protección sea una realidad efectiva. Pero “muchas veces ese sistema de protección no está correspondiendo a sus expectativas. Muchos de ellos llegan sin documentación, sin conocer la geografía, algunos no hablan la lengua del lugar donde se encuentran”.
Para su protección, se les ubica en instalaciones abarrotadas a menudo por adultos con quienes no tienen parentesco. O muchas veces, en distintas regiones del mundo, las y los niños son sujetos de procedimientos rápidos y urgentes que no les dan tiempo de digerir el trauma que han pasado, para forzarlos a una devolución o repatriación que no tomó en cuenta el interés superior del niño o de la niña.
“La privación de (la) libertad es muchas veces la solución que se encuentra para garantizar su alegada protección; que puede ser para prevenir la trata, su desaparición o contra miembros de su familia”, objetivos que se pueden alcanzar con medidas distintas.
Migrar, un peligro para la niñez
Marta Santos agregó que la niñez es de suma importancia para el Secretario General de las Naciones Unidas sobre Violencia contra los Niños, y por ello en alianza con el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), se está promoviendo una encuesta en línea para captar las opiniones de niños en América Latina, en general; Brasil, Guatemala y México, en particular; sobre la realidad que enfrentan los niños en movimiento.
Los datos preliminares, obtenidos hace unos días, indican:
• El movimiento de un país a otro es percibido como peligroso en el 78 por ciento de las respuestas.
• Entre las causas para salir de un país, 36 por ciento de los niños respondieron que es para escapar de la violencia.
• Lo más duro para los niños en movimiento es, para 50 por ciento de las respuestas, la violencia, el abuso y explotación; y para el 24 por ciento, la explotación sexual.
• Cuestionados sobre lo que deben hacer los gobiernos, 47 por ciento opinó que se deberían mejorar las condiciones de vida en los países de origen de los niños; si eso pasara, no sería necesario el movimiento para ellos.
• 19 por ciento consideró que a los niños se les debería permitir quedarse en el país de destino.
Frente a esta situación, Santos Pais destacó algunos principios que consideró importante tener en cuenta:
• La protección de la niñez contra el riesgo de la discriminación. Garantizar la protección contra la discriminación y adoptar las medidas necesarias para corregir el tratamiento desigual; toda vez que es un principio del derecho internacional el que todos los niños bajo la jurisdicción del Estado, sean apátridas, extranjeros, no documentados o que requieren de asilo, tengan derecho al mismo nivel de protección de sus derechos fundamentales.
• Identificar qué requiere implicar el interés superior del niño. Cuando se considera la posibilidad de su regreso y también para garantizar la reunificación familiar.
• La participación de los niños en los procesos que son importantes para ellos. No de forma simbólica, sino garantizando la información, el apoyo y el empoderamiento que les den confianza y comprensión sobre cuáles son sus opciones, y ayudarlos a encontrar la mejor solución para la salvaguarda de sus derechos.
A los asistentes a la «Consulta global de expertos. Violencia contra la niñez en movilidad», Marta Santos les comentó que en ésta podrán reflexionar juntos sobre los retos que se plantean a los niños que están en movimiento; pero sobre todo, podrán pensar en buenas prácticas y soluciones que ayuden a cambiar la realidad de esos niños.