Olga recuerda con rabia la manera en la que le arrebataron la vida a María Luisa Gómez López, su hermana, pero más aún la impunidad del feminicidio cometido con ácido en 2012 en Unión Hidalgo, municipio del Istmo de Oaxaca. No hubo investigación, no hubo detenidos. Ningún registro.
“Eso se quedó hasta hoy en día como si nada hubiera pasado”, expresa Olga Gómez López alzando la voz para visibilizar el delito, nombrar a su hermana y exigir justicia.
A finales de marzo, María Luisa fue rociada con ácido cuando cenaba en la taquería “El Chino” en aquella localidad. Testigos relataron a Olga que el ataque fue directo. Una persona descendió de un carro lanzó el líquido corrosivo.
“Cuando la trasladaron al hospital de Juchitán mi hermana todavía podía hablar. A ella la cubrieron en todo el cuerpo con una anestesia para que soportara el ardor o dolor. No sé cuál fue su miedo, no sé si fue porque conocía a la persona que se lo hizo o tenía miedo de que nos metiéramos a fondo en el problema, pero no quiso contarnos lo que realmente había pasado”, relató Olga quien hace varias décadas radica en Estados Unidos.
En un taxi María Luisa fue trasladada hacia el Hospital General de Juchitán de Zaragoza, y posteriormente a la Ciudad de México en donde falleció el 6 de abril de ese 2012 por “neumonía bilateral, complicación determinada por el conjunto de quemaduras”, según quedó establecido en el acta de defunción 8729.
Antes de ello, en una la llamada telefónica, María Luisa, quien se desempeñaba como profesora, contó a su hermana que las heridas habían sido producto de un accidente en casa.
“Yo ya sabía lo que había pasado, me contaron que del dolor mi hermana se revolcó en la calle. Lo único que pude decirle es que saldríamos adelante. Cuando llegó al hospital de México los médicos nos dijeron que nos preparáramos porque el ácido ya había corroído todos sus órganos”.
María Luisa tenía 42 años de edad y dos años de haber regresado de Estados Unidos. Debido a su formación docente, comenzó a dar clases en una localidad de Matías Romero.
Aún cuando considera que es difícil que a ocho años del feminicidio se abra una investigación para dar con los responsables del caso, Olga señala que nunca es tarde para hacer justicia y evitar que este delito se repita en otra persona.
“Yo seguí el caso de María Elena y me llené de enojo y recordé lo que le pasó a mi hermana. ¿Cómo es posible que eso se vuelva a repetir en Oaxaca?”.
María Elena Ríos Ortiz, agredida con ácido el 9 de septiembre de 2019, no fue el primer caso cometido en Oaxaca, sin embargo, fue a partir de su lucha que se conoció de este tipo de violencia feminicida, actualmente tipificado como un delito que se sanciona con 30 años de cárcel.
A través de su voz, Olga demandó a las autoridades de Oaxaca abrir una investigación sobre lo ocurrido en Unión Hidalgo. “Es muy importante que el Istmo de Tehuantepec sepa y reviva el caso de mi hermana, que la gente recuerde a María Luisa, que reclame por ella para que no haya otra María Luisa y no haya otra María Elena”.
En México, sobrevivientes de ataques con ácido han contabilizado 20 casos en distintas entidades desde el 2000 a la fecha. La Ciudad de México y Puebla registran cinco casos de ataques con ácido cada uno; el Estado de México tres; Aguascalientes dos; mientras que, en Hidalgo, Quintana Roo, Oaxaca, Guanajuato, Querétaro y Yucatán se ha registrado uno en cada entidad. El de María Luisa no ha sido contabilizado todavía.
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