Relmu Ñamku, una líder comunitaria mapuche de 37 años, fue encontrada no culpable del delito de «tentativa de homicidio», que hacía peligrar sobre ella una condena de 15 años de cárcel. A su vez, Martín Maliqueo y Mauricio Rain, los otros dos indígenas acusados en la misma causa, también fueron encontrados no culpables del delito de “daños”. Sin embargo, Relmu sí fue encontrada culpable de “daño simple”, un delito menor que es excarcelable y que, según anunciaron los abogados de los comunitarios, intentarán revertir mediante la apelación.
De esta forma, los tres mapuches quedan en libertad.

El juicio que se realizó en los tribunales de Zapala, en la provincia de Neuquén desde el pasado 26 de octubre, será recordado como un juicio histórico, “muy especial para mi pueblo porque demuestra la injusticia a la que fuimos sometidos” comentó con un hilo de voz, Martin Maliqueo, visiblemente emocionado a radio La Retaguardia, que transmitió a diario las instancias del juicio oral y público que se llevó a cabo. También era un juicio histórico porque era la primera vez que mujer indígena corría peligro de ser encarcelada como presa política en Argentina.

El episodio por el que se los llevó a juicio sucedió el 28 de diciembre de 2012, en las tierras originarias del paraje Portezuelo Chico, en donde los mapuches habían cortado el paso a la petrolera estadounidense Apache, que además de estar denunciada sistemáticamente por la contaminación y los daños que ocasiona la actividad extractiva que realiza en el lugar, puntualmente en esa instancia había incumplido un acuerdo firmado con los pobladores originarios – firmado a pedido de la empresa – en que estos daban paso a la empresa por sus territorios, con la condición que ésta presentara un plan de saneamiento ambiental por escrito. Apache Corporation nunca presentó ese plan, por eso los mapuches le habían cerrado el paso. El 28 de diciembre, una comitiva encabezada por el abogado de la empresa, Mariano Brillo, la auxiliar judicial de Zapala, Verónica Pelayes y una nutrida delegación integrada por policías y empleados de la compañía con retro-excavadoras se presentaron en Portezuelo Chico para levantar el corte mapuche por la fuerza. Estos resistieron con piedras y una de las que voló, rompió la nariz de Verónica Pelayes.

Por esa nariz rota, Pelayes en conjunto con la fiscal de Neuquén, Sandra González Taboada, acusaron a Relmu de intento de homicidio y pidieron los 15 años de prisión. Además, acusaron a Mauricio y Martín del delito de “lesiones”. La gravedad de la pena exigía que el juicio se realizara con un jurado popular, el cual estuvo integrado en su mitad por mapuches, por lo que debía ser traducido en simultáneo en mapuzungun.

“Se les cayó la cara a la querellante y la fiscalía al escuchar el veredicto del jurado popular” relataron los reporteros de radio La Retaguardia, en vivo desde el tribunal de Zapala. Afuera se escuchó la explosión de algarabía de las centenas de personas que se trasladaron hasta Neuquén a brindar su apoyo a lo que consideraban un juicio que nunca debió haber sucedido. De hecho, durante el último día del mismo, en el momento en que los abogados brindaron al jurado sus alegatos finales, la fiscal González Taboada reculó en su acusación original. De homicidio agravado pasó a acusar a Relmu por “delitos graves y daños” (acusación que no necesita del despliegue del juicio que ocurrió), a Mauricio de “daños” y a Martín no le presentaron acusación. Así, en su último día, la causa bajaba los decibeles y demostraba, tal como lo habían sostenidos abogados y activistas de derechos humanos, que se trataba más de una criminalización al pueblo mapuche que de un «intento de homicidio» y que buscaba, más que nada, que escarmentaran aquellos que se resisten al avasallamiento.

Cuando todo era fiesta y las lágrimas corrían por las caras de los presentes, Martín Maliqueo levantó la voz y exigió a la fiscalía que se disculparan por los tres años de criminalización que los mapuches debieron enfrentar, desde aquella fatídica tarde de finales de 2012, hasta hoy que recuperan su tranquilidad, libres del asedio judicial. “Triunfó el pueblo mapuche, la organización popular, la resistencia”, dijeron. Una batalla ganada para la otra que sigue, contra las minas y las petroleras que siguen disputándoles el control y la riqueza de sus tierras originarias y de su forma de vida en el sur argentino.