La pandemia de coronavirus dejó sin clases presenciales a todos los estudiantes del país, algunos de los cuales no pudieron adaptarse a la modalidad virtual por no contar con internet ni la tecnología necesaria. Es así que cada vez se conoce las historias de más docentes que hacen hasta lo imposible para poder dar clases, acciones que no solo demuestran vocación sino que dan esperanza.
Una de esas tantas historias la encontramos en Tucumán, en la comunidad diaguita-calchaquí de Amaicha del Valle. Allí vive Miriam Mabel Lera que es maestra de segundo grado en la Escuela intercultural bilingüe N°10, que tiene una matrícula de 270 alumnos.
Al iniciar la cuarentena y estar al tanto de que sus pequeños de siete años no todos tienen internet y tampoco celulares, le propuso al cacique de la comunidad poder dar clases por radio comunitaria y así comenzó.
«Cuando inicio la cuarentena, como todos los docentes del país nos quedamos viendo de qué manera íbamos a mantener el vínculo con los niños. A mí no me cerraba el tema del whatsapp porque uno conoce la realidad de los chicos, conocemos a las familias y las condiciones en las que viven, entonces para mí no era fácil pasar la clase por video y que la descarguen, yo sé que no cuentan con celular», contó Miriam en diálogo con Antena 2.
«Le dije (al cacique) que quería ver cómo me sale dar clases a través de la radio, radio tienen la mayoría. Le avise a los padres y comenzamos los primeros días de abril y por suerte bien. Les hablo a los chicos y a la familia como si me estuvieran mirando, le doy recreo también con música que a ellos les guste», relató.
Miriam tiene a su cargo a 38 chicos, y al ver que la estrategia de la radio fue bien recibida por la comunidad, se sumaron más colegas al uso de esta metodología. Así la radio se volvió una herramienta fundamental para los docentes, los alumnos y sus familias.
«Hemos conseguido en este tiempo y de esta forma avanzar con el aprendizaje y no cortar el vínculo. Lo mejor es que mucha gente mayor nos escucha y ellos nos dicen que también están aprendiendo».
Miriam nació y se crió en Amaicha, rodeada del exuberante verde donde viven unos 8000 habitantes entre la villa y los caseríos dispersos entre los cerros y la alta montaña, a 2000 metros de altura. La comunidad jamás interrumpió su gobierno indígena: tiene una asamblea general, un concejo de siete ancianos y un cacique con la función de «secretario ejecutivo, guardián del territorio, los bienes y proyectos».
Publicado originalmente en Jujuy al Momento