Foto: Restos de una bolsa de plástico en una playa. (Álvaro Minguito)
La contaminación del océano es un hecho plenamente documentado y en las aguas marítimas de la Tierra se acumulan entre 5 y 13 millones de toneladas de estos residuos generados por la actividad industrial humana en apenas una década, según las fuentes consultadas. Esta contaminación ha llegado incluso —además de a la cima del Everest— al lugar más profundo del planeta: la fosa de las Marianas, a 11.000 metros bajo el mar, con entre 2,06 y 13,51 piezas de microplástico por litro, según una investigación llevada a cabo por el Instituto de Ciencia e Ingeniería de los Fondos Marinos de la Academia de Ciencias de China.
Pues bien, el informe Plastívoros, elaborado por Amigos de la Tierra y Justicia Alimentaria, señala que la contaminación por microplásticos en los suelos es muy superior a la existente en el mar. En concreto, la investigación cifra esta en hasta 23 veces superior a la del océano, y remarca que en torno al 80% de los residuos microplásticos que llegan la mar provienen de la tierra.
Cuatro millones de toneladas, 4.000 aditivos tóxicos
Con una producción anual de cuatro millones de toneladas de plástico, España es un actor clave en la creación de todo un problema que va mucho más allá de una función estética. “Entre los más de 4.000 aditivos que se añaden al plástico se encuentran sustancias tóxicas, persistentes y bioacumulativas, con efectos perjudiciales para la salud y para el medioambiente”, denuncian las organizaciones a cargo del informe, presentado este 3 de febrero. El impacto de unos residuos que habitualmente siguen ahí a lo largo de generaciones tiene efectos perjudiciales, además, tanto para el medio ambiente como para la salud humana.
Amigos de la Tierra y Justicia Alimentaria denuncian la “plasticultura” existente en España. El sector que más uso hace de estos contaminantes es el agroalimentario, con uno de cada cuatro kilogramos usados para el mismo. “Este porcentaje supone toneladas de plásticos cuyo uso y, especialmente, desuso están teniendo efectos muy negativos para la sociedad y el medio ambiente”, denuncian. Unos residuos que, en el Estado español, superan las 220.000 toneladas anuales. A modo de ejemplo, “si transformamos esa cifra en algo más visual, por ejemplo, en bolsas de plástico, obtenemos que el sector agroganadero utilizaría 40.000 millones de bolsas de plástico que, extendidas en el suelo, corresponden a la superficie de la Comunidad Autónoma de Madrid”, ejemplifican.
La mayor puerta de entrada de microplásticos a los suelos agrarios se encuentra en el uso de los lodos de depuradora como fertilizante, según revela la investigación. “La práctica totalidad de los microplásticos arrastrados por la actividad doméstica, industrial o agraria acaban en los lodos de depuradora y, de ahí, la inmensa mayoría son vertidos a los campos agrarios”.
Son 17.000 toneladas anuales de microplásticos en suelos agrarios, equivalentes a 3.000 millones de plástico de supermercado. Es por ello que las dos organizaciones abogan por actualizar la normativa vigente sobre usos de lodos de depuradora para evitar la contaminación de los ecosistemas por microplásticos vehiculados a través de estos.
Nanoplásticos en tus células
Como señala Jordi Menéndez, responsable de acciones de Justicia Alimentaria, “nuestro sistema alimentario se está viendo interferido por miles de toneladas de plásticos que directa o indirectamente llegan a nuestro cuerpo y afectan a nuestra salud”. Micro y nanoplásticos llegan al ser humano a través de la piel, el aire o los alimentos. “Los nanoplásticos son capaces de introducirse en las células y provocar cambios al bloquear o alterar procesos celulares”, denuncia el informe, que cifra en 2.000 piezas de plástico semanales —21 gramos al mes, 240 al año—, lo que puede llegar a ingerir una persona en España.
Con la transposición de la directica europea sobre residuos y plásticos en la que trabaja actualmente el Gobierno de fondo, con la nueva ley de Residuos y Suelos Contaminados ahora en anteproyecto de ley y que el el Ejecutivo progresista quiere sacar antes del verano, el informe denuncia cómo “las empresas productoras de plásticos y sus asociaciones empresariales intensifican sus esfuerzos para retrasar, debilitar o tumbar cualquier intento de avance legislativo encaminado a reducir la producción de plásticos y a establecer obligaciones para las empresas en materia de reducción o gestión de residuos”.
Conocido es el caso de Ecoembes, denunciado por diferentes organizaciones ambientales, por las que esta sociedad anónima que agrupa a las empresas del sector ha frenado iniciativas como los sistemas de depóstito, devolución y retorno (SDDR), que incrementarían notablemente las tasas de reciclaje de envases, hoy en torno a un escueto 25% según datos de Greenpeace y del Gobierno balear.
Desplastificar la sociedad
“No sirven las falsas soluciones, hay que desplastificar nuestras sociedades y nuestra comida. Y para ello hacen falta políticas públicas a todos los niveles que impulsen este camino con decisión”, apunta Adriana Espinosa, responsable de Residuos y recursos naturales de Amigos de la Tierra. “Tenemos que reducir drásticamente la fabricación y el uso de los plásticos en todos los sectores productivos y, en concreto, en el sistema alimentario”.
Es por ello que ambas organizaciones piden incluir en la nueva Ley de Residuos “medidas para reducir de forma drástica la cantidad y toxicidad de los plásticos que se ponen en el mercado, incluyendo la prohibición del uso de substancias potencialmente nocivas en la fabricación de plásticos, así como de materiales y productos no reutilizables o reciclables al 100%”. También establecer objetivos vinculantes de reducción de plásticos en todos los sectores, con medidas de apoyo para que el sector agrario realice esta transición, así como objetivos de reutilización ambiciosos, como un 70% en envases de bebidas para 2030, y la apuesta por sistemas eficientes para lograr estos objetivos tales como el sistema de depósito, devolución y retorno de envases.
Además, ambos colectivos exigen que la nueva legislación asegure que las empresas que producen y distribuyen plástico “asuman su responsabilidad en la prevención y gestión de los residuos que generan y no permitir falsas soluciones que perpetúan el hiperenvasado y el modelo de ‘usar y tirar’, tales como los mal llamados bioplásticos”.
Fuera de la Ley de Residuos, las organizaciones a cargo de Plastívoros piden Aumentar la trazabilidad y transparencia en el ciclo de vida de los plásticos y el desarrollo de un etiquetado para plásticos que permita, a nivel de consumo, conocer los aditivos utilizados en su fabricación como métodos para frenar los aditivos potencialmente tóxicos utilizados en la fabricación de plásticos.
Por último, la puesta en marcha de un plan estratégico “coherente, eficaz y ambicioso, para la reducción de la contaminación microplástica de los ecosistemas terrestres”, así como estudios y análisis necesarios para determinar el grado actual de contaminación microplástica de los ecosistemas terrestres y sus posibles efectos negativos” son acciones que el Gobierno debería tomar para frenar la avalancha de residuos plásticos en el medio.
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