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Los salarios y empleos, amenazados en todo el mundo por el auge de los beneficios empresariales

El Salto

Foto: DAVID F. SABADELL

La Organización Internacional del Trabajo alerta de la pérdida de puestos de trabajo y del empeoramiento de salarios y los horarios como consecuencia del incremento de los precios. En España, la CEOE pide una subida del SMI limitada al 4% y los sindicatos negocian un aumento del 8%.

A medida que aumenta la preocupación por las consecuencias de la crisis económica en su actual estado de aumento de la inflación, crece la preocupación sobre los efectos de esta respecto al empleo y la calidad de este. Un informe de la Organización Mundial del Trabajo señalaba ayer, 16 de enero, que la confluencia de un periodo de inflación alta y el bajo crecimiento económico, sin precedentes desde los años 70 del siglo pasado, está creando un escenario de estanflación, lo que suma la OMT (ILO, por sus siglas en inglés) al carro de quienes han advertido sobre este fenómeno en el último año.

Para las personas asalariadas del mundo, la situación dista de ser fácil: al aumento del costo de la vida provocado por los altos precios de producción y el repunte de precios de productos básicos se le suma la “falta de un aumento de las rentas de trabajo en proporciones equivalentes”, señala el informe de tendencias de 2023 Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo, emitido por la organización con sede en Ginebra.

La OIT dibuja una ruta que afecta a las personas trabajadoras del conjunto del planeta: la caída de la demanda de productos en los países de altos ingresos provocada por la inflación presiona a la baja sobre las cadenas mundiales de suministro, especialmente en las áreas fronterizas, y, por tanto, en la cantidad de empleos y la calidad de estos, es decir, “la desaceleración” implicará salarios más bajos y “horarios incómodos o insuficientes”. El mismo informe lo resume sucintamente: “Dado que los precios suben más deprisa que los salarios nominales, los trabajadores pronto verán mermados sus ingresos disponibles, incluso si logran conservar su actual empleo”.

De hecho, la creación de empleo a nivel global crecerá apenas un 1% en todo el mundo en 2023, una previsión que incide en las perspectivas de déficit de empleo en todo el mundo, que se calcula en 473 millones de personas tanto con una situación reconocida de desempleo como con la misma falta de actividad pero no reconocida. No habrá creación de empleo en el norte global —tanto en Norteamérica como en Europa y Asia Central— y sí se creará en África y en los estados árabes. 

No todos pierden

Los problemas que plantea la OIT en la escala global se traduce en los distintos países en diferentes pugnas. Constatado que la gestión de la crisis —especialmente por el tope del gas— ha dejado a España en mejor situación que en coyunturas similares anteriores —el 16 de enero la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal aumentó nueve décimas su perspectiva del crecimiento del PIB para este ejercicio hasta el 5,3%—, el actual frente es el aumento de los salarios.

El 1 de enero de 2023 es la fecha de actualización del salario mínimo interprofesional. La subida que se resuelva en las próximas semanas tendrá retroactividad hasta el día de año nuevo. El SMI quedará en una horquilla entre 1.046 y 1.082 euros, si se atiende al informe que a principios de diciembre del año pasado elaboró el comité de expertos del Ministerio de Trabajo, con una revisión en función del IPC a mediados de año.

La subida del SMI hasta 1.046 euros supondría un incremento del 4,6 %, una subida menor que el dato de la inflación de diciembre (un 5,7%) y de la inflación subyacente —aquella que deja fuera del cálculo los bienes que pueden ser más volátiles como la energía y los alimentos— que ha escalado hasta el 7%.

Según los datos de la Agencia Tributaria, desde enero hasta septiembre, las empresas vieron crecer sus beneficios un 52%, un 42% descontando los incrementos de precios

A fecha de hoy, CEOE aboga —sorpresa— por el incremento del salario mínimo más bajo posible: ayer, 16 de enero, Antonio Garamendi, reafirmó que la patronal mantiene su propuesta de una subida del 4%, con excepciones que la CEOE quiere que se apliquen a la agricultura. CEOE no ha estado en las últimas reuniones convocadas por Trabajo para la subida del SMI aunque ha enviado su propuesta por escrito.

Comisiones Obreras, por su parte, ha enfocado la negociación del SMI con la denuncia de los beneficios empresariales. Los salarios, para el sindicato que dirige Unai Sordo, debe subir entre los 1.082 —un 8,2% sobre la base de mil euros del SMI actual— y los 1.100 euros, que es lo que reclama UGT. En su informe Los beneficios empresariales impulsan la inflación, este sindicato señala que la inflación es el resultado de un “conflicto de reparto”, es decir, que mientras que la bolsa de la compra ha aumentado un 15% en el último año, los beneficios empresariales se han disparado y el Gobierno no ha trabajado para “ahormar una respuesta coordinada que operara un reparto equilibrado entre empresarios, trabajadores, contribuyentes y rentistas”. 

Según los datos de la Agencia Tributaria, desde enero hasta septiembre, las empresas vieron crecer sus beneficios un 52%, un 42% descontando los incrementos de precios. “Esto significa que ganan casi 21.000 millones de euros más que en 2019”, señala el informe de CC OO. El economista Eduardo Garzón ha desagregado el nivel de beneficios de las cotizadas del Ibex 35 en el tercer trimestre de 2022, que ha sido un 30% superior al de 2021. Esos márgenes de beneficio son una de las causas en las que se debe buscar el porqué del aumento de la inflación, defienden los agentes sociales: “Los márgenes suben porque las empresas están aumentando sus precios por encima del crecimiento de sus costes, fundamentalmente energéticos y laborales”.

El lunes, un informe de Oxfam calculaba que los beneficios empresariales en todo el mundo han contribuido, “como mínimo”, al 50% del crecimiento de la inflación.

Las finanzas celebran el desempleo

“La cuestión para 2023 es qué se modera más rápido: la inflación o los salarios”, definía con crudeza un economista de la compañía estadounidense Automatic Data Processing en un artículo publicado por The Wall Street Journal. La dicotomía engarza con el informe de la OIT y con la negociación salarial el España. Los mercados y sus agentes han remarcado que un escenario de crecimiento del desempleo les favorece en la situación actual. Lo han hecho, en Estados Unidos al menos, con cierto desparpajo.

El informe del Departamento de Trabajo de EE UU publicado a principios de año registró caídas en la creación de empleo y en el aumento de salarios, algo que valoró positivamente la Reserva Federal, cuyo presidente Jerome Powell ha llamado a la moderación salarial. La forma que la Reserva Federal o el Banco Central Europeo conocen es la restricción de la oferta monetaria, es decir, el aumento de los tipos de interés. El ex secretario del Tesoro y economista Larry Summers ha pedido un 5% de desempleo durante cinco años o un 10% durante un año para controlar la inflación, señalaba un artículo reciente en The Intercept.

Las subidas de tipo de interés impulsadas por Reserva Federal y el Banco Central Europeo tienen ese riesgo: si no fluye el dinero, muchas empresas no encontrarán la financiación que necesitan, y se abre un escenario de desempleo, algo sobre lo que advirtió la ONU en octubre de 2022. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) estima que cada punto porcentual de aumento en los tipos de interés reduciría la producción económica de otros países ricos en un 0,5% y la de los países menos desarrollados en un 0,8% en tres años.

En diciembre, el BCE subió un 0,5% los tipos de interés de la zona euro, lo que sitúa el precio del dinero en un 2,5%. Se trataba de la tercera subida en un año y, aunque la inflación ya había dado signos de desaceleración, la institución dirigida por Christine Lagarde advirtió de que su énfasis en este 2023 será “enfriar” la economía. 

La experiencia de la Unión Europea durante la anterior crisis sirve de advertencia para el BCE. El 3 de julio de 2008, el entonces director del BCE, Jean Claude Trichet aprobó la subida de los tipos de interés hasta el 4,25%, la causa, una inflación situada en el 4% (y eso a pesar de que la inflación subyacente estaba por debajo del 2%). El resultado: una espiral de desempleo, deuda y austeridad cuyos efectos aun se notan, quince años después.

Este material se comparte con autorización de El Salto.

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