Los retos emocionales por seguir la falacia de una “maternidad ideal”

Gaceta UNAM

El síndrome de burnout es un fenómeno proveniente del estrés crónico que se genera en contextos laborales y se caracteriza por tener una sensación de agotamiento de energía, sentimientos negativos relacionados al desempeño y una reducción de la eficacia en el trabajo, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud.

Dos estudios internacionales, uno realizado en 2018, en 42 países, por la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica, y el otro, en 2020, en 26 naciones, por la Universidad de Tilburg, en Países Bajos, indican que dichos factores físicoemocionales también se pueden observar en la crianza, por lo que es conocido como burnout parental o agotamiento parental.

Según dichas investigaciones, el agotamiento parental varía entre naciones y su prevalencia se debe a factores culturales.

Aunque se presenta también en los papás afecta más a las mujeres, porque son determinadas culturalmente como las cuidadoras principales. Por ejemplo, el estudio “Igualdad de género y agotamiento materno”, publicado en 2022, en Journal of Cross-Cultural Psychology, señala que pese a que hay avances hacia una mayor igualdad de género en diversas áreas, como educación o empleo, la crianza de los niños y niñas sigue siendo un área desigual marcada por el género.

“Estas investigaciones visibilizan y le dan nombre a los síntomas que presentan las madres al estar al cuidado de sus hijos e hijas, como el agotamiento parental, que surge cuando las demandas sociales de lo que implica la maternidad rebasan los recursos con los que aquéllas cuentan para enfrentarlas”, asegura Laura Amada Hernández Trejo, coordinadora de Psicología Clínica y de la Salud de la Facultad de Psicología de la UNAM.

La profesora universitaria explica que hay cuatro etapas de este fenómeno parental:

  • Agotamiento físico o emocional. Las madres se cuestionan la raíz del cansancio que no disminuye con el descanso; además, presentan falta de energía para realizar actividades cotidianas con los hijos e hijas.
  • Distanciamiento afectivo. Hay poca disposición para atender las necesidades emocionales y de cuidados de los hijos e hijas, debido a los malestares que las madres están presentando.
  • Saturación del rol. Aquí se pierde el placer de la convivencia y las madres tienen la impresión que la demanda del cuidado de los hijos requiere de mucha exigencia y se sienten saturadas.
  • De contraste. Las mujeres se dan cuenta que ser madres es lo único que las define y quisieran dedicarse a otras actividades, por ejemplo, al ámbito profesional.

Cuestionamientos

Sacrificar todo por los hijos o ejercer el rol de madres por tiempo completo son algunas de las exigencias que socialmente se espera de las mujeres respecto a su maternaje, pero cuando ellas sienten que no están cumpliendo con dichas expectativas –que resultan altamente demandantes e inalcanzables– comienzan a presentar malestares emocionales, explica Ana Celia Chapa Romero, profesora e investigadora en la Facultad de Psicología.

“Lo anterior genera que las mujeres cuestionen su forma de maternar, tengan conflictos con ellas mismas y les desencadena diversas emociones, principalmente culpa, pero también tristeza, enojo, frustración, inadecuación e insatisfacción, e incluso pueden presentar ansiedad o depresión”, indica la académica.

Por ejemplo, Jael relata que siente que no cumple con su papel como madre las veces que no juega con su hijo porque está ocupada realizando pendientes y esto le genera tristeza.

Así como Jael, Regina señala que experimenta culpa cuando va al trabajo y ese tiempo deja de compartirlo con sus dos hijos. Por su parte, Irais dice tener el mismo sentir las ocasiones que no les dedica tiempo a sus tres hijos por realizar los deberes del hogar.

Pero no sólo es la frustración por la falta del tiempo y la atención, también por situaciones económicas, tal como refiere Marisol: “Siento que no le estoy cumpliendo a mi hija cuando tengo que poner límites, pues en ocasiones por falta de dinero no me es posible comprarle ciertas cosas”, expresa.

Chapa Romero indica que “es importante que las mujeres identifiquen que este sentir no es personal, ya que se presenta constantemente en muchas de ellas. Entonces, visibilizar este hecho permite sacarlo de la dimensión individual y trasladarlo a lo colectivo”.

Ayuda necesaria

En su momento, Estela Roselló Soberón, del Instituto de Investigaciones Históricas y del Centro de Ciencias de la Complejidad de la UNAM, indica que las mujeres que son madres deben aceptar y pedir ayuda para que otras personas las acompañen en sus procesos de maternaje, ya sea de la misma familia o apoyo institucional para aminorar la carga que implica ejercer el rol de madres de forma individual.

Para evitar lo que implica el burnout parental, considera Roselló Soberón, es indispensable que las mujeres que son madres consideren su autocuidado, y se den tiempo para realizar aquellas actividades que las puedan beneficiar y otras que sean de su interés.

Publicado originalmente en Gaceta UNAM

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