Redacción Desinformémonos.
Casi unas cinco mil personas llegan al día a la frontera de Serbia con Croacia. Con temperaturas bajo cero, lluvia y lodo, miles de refugiados se agolpan en ella con el fin de poder cruzarla. La policía solo permite el paso a unos cuantos.
Los demás, para no perder su turno se mantienen en el sitio que han logrado ocupar, no se mueven ni para buscar comida. “La gente está siendo obligada a dormir a la intemperie, a tres grados bajo cero” informa El Diario.
La cercanía del invierno y las inclemencias del tiempo no han detenido la llegada de miles de personas que huyen de la situación de guerra en sus países, pero los riesgos del trayecto se incrementan ante la aparición de enfermedades como la pulmonía y la gripe.
En Serbia y Macedonia no se han instalado campos de refugiados. Mejor han optado por permitir que empresas privadas hagan un traslado rápido de los refugiados a la frontera, cobrándoles sesenta euros. Un buen negocio para las transportistas, quienes los dejan a un kilómetro de la frontera, el cual los refugiados caminan y en ese tramo, los voluntarios han instalado tiendas de campaña en las que les dan café y alimentos.
Mientras tanto, los políticos debaten sobre cuantas vallas deben colocar y de que altura, para tratar de impedir el paso de los refugiados.