Los niños wayuu, poema sobre la problemática de su pueblo

Servindi

Foto: Radio Nacional de Colombia

El impacto del cambio climático afecta en gran manera a diversos pueblos indígenas como es el caso de los Wayuu en Colombia. La falta de agua potable, la interminable sequía y la escasez de alimentos son uno de los factores que má afecta a sus niños.

La desnutrición infantil en La Guajira colombiana es una de las principales razones detrás de las 45 muertes de niños wayuu en 2016, episodio que evidencia la vulneración de sus derechos fundamentales como la salud y la seguridad alimentaria.

A continuación, un poema de Estercilia Simanca Pushaina, escritora que proviene de la comunidad indígena El Paraíso, del resguardo Caicemapa, al sur de La Guajira, que expresa su sentir a través de este poema.

Los niños Wayuu

Por Estercilia Simanca Pushaina*

Los niños Wayuu se queman con fogones.
Los niños Wayuu no comen lo que quisieran comerse y cuando quisieran.
Los niños Wayuu buscan el agua descendiendo en pozos en cuyas profundidades hay agua verdosa y un sapo viejo.
Los niños Wayuu cargan a sus hermanos menores.

Los niños Wayuu los registran cada cuanto hay brigadas, por eso nacen muchas veces.
Los niños Wayuu van a la escuela por la galletita y el guineo maduro que dan en la jornada única escolar.
Los niños Wayuu son buenos haciendo oficios en las casas de los arijunas.
Los niños Wayuu casi nunca lloran, por eso nunca se sabe cuando tienen hambre.

Los niños Wayuu no saben que mis personajes siempre serán niños.
Los niños Wayuu no saben que ellos son causas sociales en las ciudades grises y frías.
Los niños Wayuu no saben que son estándares en estadísticas de analfabetismo.
Los niños Wayuu no saben que son imágenes en campañas de seguridad alimentaria.

Los niños Wayuu no saben que fueron y son tendencia.
Los niños Wayuu no saben que son niños fantasmas que reciben la alimentación adecuada.
Los niños Wayuu ya no nacen los 31 de diciembre.
Los niños Wayuu ahora escriben con las palabras que aprendieron en su breve paso por la educación contratada: «Mi ermano nacio oi 7 de setiembre, llovía y se yamara Rapayet»

Los niños Wayuu no quieren que sus hermanas  se vayan con ese señor tan viejo que se parece al sapo de la cacimba.
Las niñas tampoco quieren irse.
Los niños Wayuu no saben que hay organizaciones peleando por sus derechos.
Los niños Wayuu no saben de Cortes Interamericanas de derechos humanos.

Los niños Wayuu no saben de derechos humanos.
Los niños Wayuu no saben dar gracias.
Los niños Wayuu no saben que ellos son «Nuestros niños Wayuu» porque nunca se han sentido propiedad de nadie.
Los niños Wayuu no saben que aparecen en fotografías y los ven en Madagascar, Singapur y en las frías montañas de Alberta mientras un abuelo blanco hace de caballo y pasea a su nieto Wayuu.

Los niños Wayuu no saben que otros niños Wayuu, han nacido en muchas partes.
Los niños Wayuu no saben que el agua es un derecho fundamental.
Los niños Wayuu no saben porque los políticos en Ayotzinapa llevan mercado a sus familias en campaña.
Los niños Wayuu no saben que es una campaña.

Los niños Wayuu no saben que le compran la conciencia a sus padres con frijol, maíz y panela.
Los niños Wayuu no saben que la gasolina explota.
Los niños Wayuu no saben que el tren genera progreso.
Los niños Wayuu no conocen el progreso aunque les pase cerca y devore sus ovejas.

Los niños Wayuu no saben que un judío murió injustamente porque Poncio Pilato se lavó las manos.
Los niños Wayuu no se lavan las manos.
Los niños Wayuu no saben que ese judío era el cordero de Dios que quita los pecados del mundo.
Los niños Wayuu no saben que a ese judío le pusieron cordero para disimular que perdieron el juicio contra Barrabás.

Los niños Wayuu no saben que Barrabás sólo fue una excusa para crucificar a otro.
Los niños Wayuu no saben que generan honorarios y que los están cobrando.
Hay muchas cosas que los niños Wayuu ignoran.
Por eso sonríen.


*Estercilia Simanca Pushaina es escritora del pueblo Wayuu.

 

Publicado originalmente en Servindi

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