Los Mossos d’Esquadra han entrado hoy, martes 16 de febrero, en la Universidad de Lleida (UdL) en Barcelona para detener al rapero Pablo Hasél, que este lunes se encerró en el rectorado junto a un grupo de personas para evitar ser arrestado y tener que cumplir la pena de prisión a la que le condenó la Audiencia Nacional.
Los agentes han accedido al recinto y sobre las 7.00 horas han intentado negociar con las personas atrincheradas en el rectorado, para que salieran por su propio pie.
Fuentes de los Mossos han informado a la agencia Europa Press de que estaba previsto que el dispositivo, que se ha iniciado antes de las 7.00 horas, se desarrollara a lo largo de la mañana. Sobre las 8.30 horas, Hasél abandonaba el edificio en un coche de los Mossos, una imagen que marca un punto de inflexión al tratarse del primer músico que ingresará en la cárcel en España por lo que canta desde hace varias décadas.
El viernes 12 de febrero se agotó el plazo para que Hasél ingresara en prisión para cumplir una condena de nueve meses y un día por enaltecimiento del terrorismo e injurias contra la Corona y las Instituciones del Estado por las letras de sus canciones y sus publicaciones en Twitter.
Desde dentro del rectorado, explicó ayer que no ha pasado la noche en casa sino que ha estado escondido. El rapero asegura que toma la decisión de cerrarse porque “a nivel simbólico tiene más fuerza estar rodeado de personas solidarias y no ponerlos tan fácil la detención. Si quieren enviar a la policía a la universidad, ellos mismos se desenmascaran y demuestran la falta absoluta de libertades”.
El ingreso en prisión de Hasél se produce tras el anuncio del Ministerio de Justicia de una reforma del Código Penal para que las manifestaciones en el ejercicio de la libertad de expresión no contemplen medidas de cárcel. El 8 de febrero, la Secretaría de Estado de Comunicación envió un mensaje a la prensa en el que comunicaba que el Ministerio de Justicia planteará “una revisión de los delitos relacionados con excesos en el ejercicio de la libertad de expresión para que solo se castiguen conductas que supongan claramente la creación de un riesgo para el orden público o la provocación de algún tipo de conducta violenta, con penas disuasorias, pero no privativas de libertad”. Los excesos verbales, aseguraba el Ministerio, deben permanecer “al margen del castigo penal”.
Desde Amnistía Internacional han calificado la detención de “vergüenza” y tildan el encarcelamiento de Hasél de injusto al estar “estrictamente vinculado al ejercicio de su derecho a la libertad de expresión”. La ONG, centrada en la defensa de los derechos humanos, en especial de la libertad de expresión, denuncia que “casos como este no pueden volver a repetirse” y remarca que no se detendrá “hasta que se deroguen los delitos del Código Penal que limitan la expresión artística”.
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