• Home
  • opinión
  • Los Juegos Olímpicos, entre el patriarcado y el elitismo

Los Juegos Olímpicos, entre el patriarcado y el elitismo

Ilka Oliva Corado

La cronista agudiza su mirada y hace un repaso por lo más destacado de los Juegos. Desde la historia hasta la actualidad, lo inmutable en los eventos deportivos que dejan afuera al pueblo y condicionan a las mujeres.

Los Juegos Olímpicos han sido elitistas desde sus inicios (llamados Juegos Olímpicos de la Antigüedad desde 776 a. C., hasta 393 d. C.). También fueron exclusivos para hombres, cosa que ha ido cambiando conforme van pasando los años y más mujeres incursionan en disciplinas que hace 120 (al inicio de los Juegos Olímpicos Modernos) años atrás el mundo jamás hubiera imaginado. Rompiendo paradigmas el género femenino ha demostrado que no hay nada en el mundo que sea absoluto de un género (salvo parir) como el patriarcado pretende que lo memoricemos.

Derribar las murallas en lo deportivo ha sido un trabajo arduo para las pioneras, que tuvieron que enfrentarse a todo tipo de rechazos y humillaciones, para que hoy sean tantas las mujeres que puedan participar y encontrar la realización en algo que a las ancestras les fue negado. No olvidemos que en los Juegos Olímpicos de la Antigüedad las mujeres no podían participar siquiera como espectadoras, mucho menos como protagonistas.

Sin embargo el trabajo por la equidad de género sigue siendo cuesta arriba, falta mucho para que la sociedad, el sistema y el mundo del deporte eliminen los patrones patriarcales y misóginos para darle espacio a una nueva humanidad: diversa y enriquecida por el respeto. Esto incluye también la participación de la comunidad LGBTI sin que sea insultada y discriminada desde los estereotipos y la misoginia.

Rechazados también en este tipo de competencias fueron los hombres que para el patriarcado mostraban debilidad física y mental. Fueron creados en exclusiva para el hombre con todas las características del macho alfa. Por esa razón era tan importante visibilizar a la mujer cuando las Olimpiadas regresaron a Atenas en 2004. Quedará para la historia la imagen de aquella mujer vestida de blanco, como anfitriona de los Juegos Olímpicos, enviándole con esto un mensaje claro y directo al mundo patriarcal: la equidad de género nos engrandece como humanidad.

Los Juegos Olímpicos de París, conocidos también como la II Olimpiada, marcaron por primera vez la participación de las mujeres en tenis, golf y croquet. Cabe destacar que son deportes elitistas también desde el estatus social, por la exclusividad de los recursos materiales y económicos para practicarlos. Con esto se sobreentiende que las participantes fueron mujeres de un estatus social probablemente burgués, pasarían muchos años para que la mujer de arrabal pudiera participar, y hasta la fecha siguen siendo elitistas desde la clase social, no digamos el color de piel, la religión y lo cultural. No podemos engañarnos. Estamos derribando muros, pero faltan muchos todavía.

Los Juegos Olímpicos hoy

Ubicándonos en Río 2016, hemos visto la forma en que Estados Unidos y sus aliados, a través del Comité Olímpico Internacional, han politizado la participación de la delegación rusa, castigando a deportistas, privándolos de participar, a consecuencia de las decisiones políticas de Putin. El antidoping es más político que otra cosa: tiene poco que ver con el espíritu del juego limpio.

Los Juegos Olímpicos de Río 2016 han hecho historia en la inauguración: por primera vez una persona transexual escoltó a una delegación; tal fue el caso de la modelo Lea T, que pedaleaba un triciclo anunciando a la delegación de Brasil. Esto se dio gracias a las políticas de inclusión de los gobiernos de Lula y Dilma al hacer realidad el Matrimonio Igualitario y revalidar los Derechos Humanos de la comunidad LGBTI. Ejemplo que deben seguir todos aquellos países con sistemas misóginos. El cambio es necesario y urgente.

Hemos visto de todo en lo que va los de los Juegos Olímpicos: desde comentaristas deportivos que exigen que las gimnastas usen escotes más pronunciados, hasta titulares de periódicos en Estados Unidos, como el caso del Chicago Tribune, que invisibilizó a la atleta Cory Cogdell, quién ganó medalla de bronce en tiro, cuando se refirió a ella como la esposa de un jugador de los Osos de Chicago. “Esposa de jugador de los Osos de Chicago gana medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Río”, fue el titular en cuestión.

La vergüenza mundial tuvo que haber sido ver un equipo de refugiados participando: ¿A dónde hemos llegado como humanidad que tenemos el descaro de aceptar algo así? Con nuestra doble moral los aplaudimos, nos emocionamos, pero dejamos de ver la profundidad del mensaje, que es la terrible situación de los refugiados alrededor del mundo, a causa de guerras impuestas por un grupo de políticos que nos manipulan a su antojo.

Lo personal es político, y se ha demostrado una y otra vez. La atleta brasileña Rafaela Silva, primera en ganar Oro para Brasil, nacida y crecida en la favela Ciudad de Dios (sí, la de la película) pudo practicar deporte gracias a la Bolsa Atleta, proyecto impulsado por Lula. Mujer negra de arrabal que fue insultada y discriminada por su color en Londres 2012, le dio la gloria a Brasil en nombre las favelas que tanto odia Temer y la clase media brasileña. Rafaela tanto como Marta están con Dilma, por supuesto.

También hemos visto la forma en que la policía detiene y encarcela a cualquier persona que dentro de las instalaciones olímpicas se manifieste en contra del gobierno golpista de Temer. Cosa que nunca sucedió con Lula y Dilma: dejaron que el pueblo se manifestara donde quisiera porque es su legítimo derecho.

La tristeza de las imágenes de niños de las favelas viendo la inauguración desde las afueras de la ciudad, porque para ellos no había entrada. Eso es en Brasil y en cualquier lugar del mundo. Los deportes tanto como las artes han sido exclusividad de una clase social y para el hombre blanco y patriarcal. Estamos derribando muros, hacen falta tantos.

Vemos una sociedad que está más entusiasmada por la mención de Vogue a los uniformes de las delegaciones deportivas, que de la misma participación de los atletas y sus circunstancias y limitaciones impuestas por el Comité Olímpico de sus países para estar ahí. Tal es el caso del Comité Olímpico Guatemalteco, que descontó salario a los atletas, pero eso sí, el personal administrativo siguió con todo pagado y sus viáticos. La injusticia nos restriega en la cara sus andanzas y no hay forma de que como sociedad reaccionemos.

Pero hay casos como la medalla de Oro en Judo que ganó la deportista Majlinda Kelmendi, para Kosovo. Fue un mensaje político en su totalidad cuando dedicó la medalla a la infancia de su país, que aún con la consecuencia de una guerra atroz se atreve a soñar. No habrá nunca en la historia medallista de ningún país catalogado como potencia mundial que se le compare.

La medalla ganada desde el sacrificio y la carencia siempre sabe a gloria, porque distinto es tener todos los recursos para lograrlo. No nos engañemos en nombre del amor al deporte. Por eso es tan valiosa la participación de atletas de países en desarrollo, porque fueron capaces de ganar plazas contra todo pronóstico. El sólo estar ahí las y los hace ganadores sin necesidad de podio ni medalla.

El lema de Río 2016, es “un nuevo mundo”, y no debemos dejar de lado el cambio climático del que todos tenemos culpa. Un nuevo mundo en integración, identidad, respeto, en sensibilidad. Un nuevo mundo que nos transforme de seres manipulados a partícipes de la realidad política y social de su entorno. Los Juegos Olímpicos siempre son el escenario perfecto por su visibilidad mediática, para que, como seres políticos por naturaleza, pasemos de la pasividad a la acción. Son la ejemplificación de la magnitud de las mafias mundiales que corroen el deporte y la política. Del patriarcado, la misoginia y la discriminación de género. Son mejor exposición cultural que se puede dar en dos semanas de eventos, que si le ponemos atención nos escupe a la cara lo que somos como sociedad.

Y para terminar, de lo más hermoso que ha sucedido en los Juegos Olímpicos es la declaración de amor de una voluntaria brasileña a su novia, seleccionada de rugby, para pedirle matrimonio. Hecho que quedó impreso para la historia de los Juegos Olímpicos en un país que en crisis política demuestra al mundo que en las políticas de inclusión el amor siempre triunfa.

Como ven hay mucho de qué hablar en torno a los Juegos Olímpicos, desde el patriarcado, la religión, la política, la cultura y el mismo deporte. No guardemos silencio, no pretendamos no ver, no tengamos la hipocresía de ignorar la crisis humanitaria de los millones de refugiados alrededor del mundo y se nos llenen los ojos de lágrimas al ver desfilar a 10 de ellos en un evento por demás elitista. Que la atleta de Kosovo, las que están participando con su hija, las negras que han sido discriminadas, los atletas de la comunidad LGBTI, los deportistas que están participando desde el arrabal, sean nuestra motivación para crear sistemas incluyentes en nuestros países. No por los Juegos Olímpicos ni para que participen en ellos, sino para una vida sana, integral de niños y niñas felices que de adultos y adultas sean parte de una sociedad transformadora. Siempre, siempre, el deporte como las artes debe ser político, como todo en la vida.

Texto publicado en Marcha.org.ar y en el blog de la autora. 

 https://cronicasdeunainquilina.com/2016/08/09/los-juegos-olimpicos-entre-el-patriarcado-y-el-elitismo/

Este material periodístico es de libre acceso y reproducción. No está financiado por Nestlé ni por Monsanto. Desinformémonos no depende de ellas ni de otras como ellas, pero si de ti. Apoya el periodismo independiente. Es tuyo.

Otras noticias de opinión  

3 Respuestas a “Los Juegos Olímpicos, entre el patriarcado y el elitismo”

  1. Ana Cruz

    La reflexión que hace el artículo es de las pocas que abordan la naturaleza patriarcal y elitista que siempre han tenido los juegos olímpicos, pero aún así, a mi parecer, que se queda corta. Los juegos olímpicos, como bien lo menciona, nacen de una idea patriarcal del mundo, no solo elitista, sino racista. La idea misma de la competencia es inherente al patriarcado y aunque existan algunos casos excepcionales de participantes del mundo «subdesarrollado» que consiguen ser medallistas, a pesar de tener todo en su contra, siempre será eso, una excepción. La verdadera protesta sería no ser partícipe de unos juegos que en principio están diseñados para dar cuenta de la «superioridad» del mundo occidental y sus hombres (o el mundo, como se llaman a sí mismos) y crear una forma distinta de hacer deporte. El problema no es que cualquier hijo de vecino o espectador haga comentarios racistas, sexistas o misóginos, sino que éstos se hacen desde las mismas autoridades del deporte y actúan conforme a esas ideas. Que Brasil haya realizado éste espectáculo y al mismo tiempo esté pasando por una crisis política no es casualidad, es parte del montaje que se ofrece «al mundo» de cómo los tercermundistas somos tan corruptos y por eso merecemos lo que nos sucede (desigualdad, criminalidad, muerte, etc.). Brasil es la novena economía del mundo y de manera irracional padece una gran desigualdad y pobreza, originada principalmente por seguir las pautas económicas y políticas que se imponen desde los países desarrollados. No estoy de acuerdo con la autora cuando dice que somos sociedades manipuladas, no partícipes de nuestro entorno político. En Ámerica Latina en los últimos años se han movilizado millones de personas exigiendo a sus gobiernos nuevas formas de hacer economía y política y son atacadas con toda la fuerza del patriarcado «global», muchos han sido asesinados. Tampoco estoy de acuerdo en que todos tenemos culpa del cambio climático, ahí hay responsables muy claros y son los países desarrollados. Las luchas contra compañías mineras, petroleras y de transgénicos (trasnacionales, es decir de países desarrollados) que se imponen por la fuerza en comunidades de personas que luchan con sus vidas, son una muestra de que hay unos más responsables que otros en este cambio. Muchas otras cosas se pudieron haber hecho en Brasil con el mismo esfuerzo y dinero que costaron estos juegos olímpicos si tan solo nuestros gobiernos no estuvieran siempre tratando de dar gusto a ése patriarcado colonial y considerarán las voces de sus propios habitantes, que SI han participado en la discusión pero no han sido escuchados. Criticar al patriarcado pero seguir sus propias reglas y sentirnos agradecidos y orgullosos porque nos hayan otorgado unas medallas aquí, unos premios nobels por acá nos mantendrá en las mismas. Tendríamos que empezar a darnos cuenta de que tenemos historia y somos parte del mundo de muchas otras formas. Las medallas y los premios que los países desarrollados les dan a los subdesarrollados son como una palmadita en la espalda al niño que logró decir sus primeras palabras, no somos sus interlocutores.

  2. Un entusiasta

    Yerran mucho en éste artículo. Confunden la acción de los Juegos Olímpicos con el actuar de otros organismos. Ésta justa fue creada para tratar de unir a las naciones a través del deporte. Quienes le han hecho elitista han sido los medios de comunicación, las federaciones y otras instancias.

    En tanto a la cuestión del patriarcado primeramente es importante analizar en qué época se celebraron. Si bien es bochornoso su origen para un análisis de género superficial, si se atreviesen a ir a la raíz entenderían que fueron influenciados por su momento histórico. No por ello eso significó que debían permanecer así. En los Juegos Olímpicos celebrados el 2012 hubo una mayor participación de la mujer que de los hombres independientemente de su sexo o género.

    Ahora bien, el Comité Olímpico Internacional tiene a Solidaridad Olímpica. Una organización que trata de apoyar a las personas de escasos recursos y que trata de en la medida de sus posibilidades (pues recibe un pobre fideicomiso) con programas diversos.

    Si la idea de competir es inherente al patriarcado ¿por qué compiten las mujeres? Así de absurdo el planteamiento, así de absurda la pregunta que acabo de formular y hecha de manera intencional. A lo que voy: a lxs seres humanxs les llama la atención medirse en sus capacidades físicas y sociales. Es un acto de sobrevivencia incluso animal. ¿La especie animal entiende de patriarcado?

    Otro error: las ideas del mundo occidental. En varias sesiones de la Academia Olímpica Internacional se reúnen personas de oriente y occidente en donde se busca un vínculo transcultural. Está prohibido ahí fagocitar a la otra persona, sino ser partícipe de lo que su cultura le quiere decir.

    Por cierto, un dato adicional: los Juegos Olímpicos modernos nacieron para fortalecer al sector obrero. Está en sus bases. Así como hablan de las líneas de discusión en torno al feminismo, también deberían asomarse a todo lo que se esperaría que fueran los Juegos Olímpicos, en donde las cuerpas y los cuerpos tienen cabida, en donde toda corporeidad por demostrar un esfuerzo invita a la sociedad a ser mejor.

    Quienes, repito, han deteriorado la óptica de los Juegos han sido quienes sostienen éste habitus (configuración de los espacios femeninas y masculinos).

  3. Raúl Nivón

    Me parece que el texto es malo y muestra un profundo desconocimiento de la historia de los juegos y su filosofía. Los juegos, desde la filosofía de Coubertin nunca pretendieron ser populares. El mismo deporte de élite en todos los paises es eso: una élite. Además hay bastante anacronismos al querer comenzar el texto con los juegos desde la antigüedad. De la antigüedad tenemos el nombre, pero el fenómeno moderno es más complejo. Así mismo parece que la autora habla como si no hubiera estudios (muchos de ellos escritos desde Lausana) donde se aborda este fenómeno. Parece que a la autora se le olvida México 68 y Enriqueta Basilio. Me parece que habría que tener más herramientas tanto de metodología histórica como de historiografia olímpica para proporcionar un texto que no tenga salidas fáciles coml este.

Dejar una Respuesta