“Los jóvenes tenemos que chingarle para entrar a la universidad”

Testimonio recogido por Jaime Quintana Guerrero en la Ciudad de México

Me llamo Misael Quiroz Martínez y vengo de la colonia San Juan Zapotla, Chimalhuacán, Estado de México. Yo conocí al Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación Superior (MAES)  por una compañera, después de que realicé mi examen y no me quedé. Ella me invitó a sumarme al movimiento. Fui a una asamblea y al principio no me gustó. Yo pensaba “seguro es partidista”. Pero no, es una cosa distinta. Yo no tenía ni idea de la lucha, si no me quedaba en la universidad mi idea era irme de mojado a Estados Unidos con mi hermano, pero conocí esta alternativa.

A lo largo de este poco tiempo de lucha he aprendido muchas cosas en lo político y en lo personal. Entendí que no sólo soy yo en la vida y que lo que me pasa, le pasa a todos los jóvenes, que tenemos que chingarle para que esto salga bien.

Los jóvenes en mi barrio no están pensando en estudiar, somos muy pocos los que queremos y son menos los que estudian a nivel superior. El barrio de donde vengo está abandonado, en la calle los amigos se drogan y está la pandilla. La onda es defender al barrio, y llega el momento en que te peleas con  otras pandillas. Muchos de los jóvenes se van hasta Netzahualcóyotl, una hora de trayecto, para estudiar hasta allá, y es muy peligroso.

En mi colonia, las secundarias están tomadas por los grupos de Antorcha Campesina, al grado que te condicionan la educación en el sentido que si tú no vas a una faena y si no vas a una marcha de antorchistas, sacan a tu hijo de la escuela. Esto ocasiona que las familias pierdan interés  en el estudio.

La preparatoria de donde salí es una escuela de Antorcha Campesina. En cada salón hay una foto del presidente y una bandera de Antorcha. Te hacen pensar así: si no te quedas en la universidad, tienes los tecnológicos, y la realidad es que no nos interesan.

Los jóvenes de Chimalhuacán tienen su futuro como vendedores ambulantes en el centro de la ciudad o en el barrio de Tepito, o en la pandilla en el barrio para robar a la gente que no es de ahí. Ése es el futuro que les dan a los jóvenes de mi barrio.

Son dos horas de mi casa hasta el movimiento y me quedo hasta que terminen la asamblea y las actividades. A las nueve o a las 11 de la noche me lanzo a mi casa, pero lo vale por lo que uno lucha.

Cuando se organizó el concierto “Velada por la educación” yo escuchaba a los compas decir: vamos a invitar a Panteón Rococó y grupos reconocidos. Yo me fui entusiasmado, y le mandé un mensaje al grupo Los Rastrillos. En su página les puse “somos un movimiento tal y luchamos por esto, y nos gustaría que nos apoyaran”. Me contestaron que habían hecho una canción sobre el problema de la exclusión y que les daba mucho gusto participar.

Ya en la asamblea les comenté a los compañeros y me comentaron: “¿les dijiste que no tenemos varo?” Comenzó la organización, se crearon las comisiones de interlocución con las bandas y ahora estábamos en un problema: teníamos que juntar 30 mil pesos para el sonido y demás cosas. Empezamos a invitar a más bandas, Salario Mínimo, el Gabo Revueltas, pero no teníamos varo. Lo que hicimos fue organizarnos por zonas para conseguir el dinero. Por ejemplo, está la zona de Chimalhuacán, Netzahualcóyotl,  Azcapotzalco y Aeropuerto. La tarea fue sacar lana. Las comisiones se la rifaron, eran  “mimos”, se fueron a Bellas Artes, otros vendieron fruta, otros dulces, y los que trabajaban pusieron dinero.

Ya en el concierto todavía no completábamos el varo y se nos ocurrió contratar baños. Al final de cuentas necesitábamos dinero y pedimos cooperación a quien fuera a utilizar el baño, mandamos a traer refrescos, café, cigarros dulces y muchas cosas, y los vendimos. Mas o menos quienes nos metimos de lleno éramos 80 personas, mas los compañeros que estaban en la seguridad.

Ya en la “Velada por la Educación”, me tocó ser de Radio MAES y transmitir por internet.  A mí me lo que me deja esta lucha, independientemente de estar en la universidad, es una satisfacción, porque sé que lo que estoy haciendo es justo y está bien. Sé que es una lucha legítima.

Publicado el 19 de agosto de 2013

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