Confundida, temerosa y sin la protección adecuada, la mayoría de las y los jóvenes de entre los 12 y 19 años inician una vida sexual activa prácticamente a escondidas, sin tener claro lo que significa asumir una sexualidad responsable y, ante la confirmación de un embarazo no planificado, sus proyectos de vida cambian de manera radical.
El aumento del número de embarazos en ese sector de la población se ha convertido en un problema de salud pública que es urgente atender con campañas de prevención más asertivas y una educación integral de la sexualidad en la que estén incluidas la familia, la escuela y las políticas públicas del Estado, dijo Ena Eréndira Niño Calixto, responsable del Programa de Sexualidad Humana de la Facultad de Psicología.
De acuerdo con datos del Consejo Nacional de Población (Conapo), en México cada día más de mil adolescentes de entre 12 y 19 años se vuelven madres sin planearlo o desearlo, además de que nuestro país ocupa el primer lugar de embarazos en adolescentes, entre las naciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos con una tasa de fecundidad de 77 nacimientos por cada mil adolescentes de 15 a 19 años de edad.
La universitaria comentó, con motivo del Día Mundial de la Prevención del Embarazo Adolescente que se conmemora hoy, que la falta de información oportuna y una educación sexual incompleta han contribuido de forma significativa a que los embarazos entre adolescentes se sigan incrementando. “Me parece que tanto hombres como mujeres inician su vida sexual activa sin información. El problema del embarazo en adolescentes se encuentra muy relacionado con la falta de educación integral de la sexualidad, en la que no solamente se pueda abordar el tema desde la parte fisiológica sobre el funcionamiento del cuerpo, sino también se debe dar un enfoque más humanista que incluya los vínculos afectivos como el enamoramiento, deseo, placer, curiosidad e interacciones físicas y emocionales entre los adolescentes”.
Añadió que ante la falta de una educación sexual adecuada, en sus primeras relaciones sexuales las y los adolescentes experimentan el placer, el disfrute y el gozo, pero con ciertos temores e inseguridades, por lo que después enfrentan las consecuencias a nivel psicológico, pues sienten vergüenza, culpa y miedo por las repercusiones de esos encuentros.
La investigadora destacó que otro factor importante a considerar es que en México las y los jóvenes adolescentes, por su corta edad, no tienen acceso habitual a los métodos anticonceptivos y en el mejor de los casos lo más fácil es que puedan recurrir a los métodos de protección, como los preservativos, que se pueden conseguir en cualquier farmacia o tienda de conveniencia; sin embargo, aún hay ciertos prejuicios o una resistencia cultural a utilizarlos, sobre todo en el caso de las mujeres.
Por otra parte, alertó sobre el incremento de embarazos en menores de 14 años, pero en la mayoría de los casos como consecuencia de relaciones sexuales forzadas por adultos y en el que el tema ha dejado de ser un asunto de salud pública para convertirse en un grave problema de violencia y abuso sexual que merece atención prioritaria, pues desafortunadamente las estadísticas muestran que el tema se agudizó con la pandemia y el encierro.
En esas últimas circunstancias, los embarazos de adolescentes no intencionados aumentaron al menos 30 por ciento, es decir, poco más de 29 mil nacimientos adicionales a los que se habían proyectado. Sólo en 2021 se registraron 111 mil 172 niños y niñas que al momento del nacimiento de sus hijos o hijas tenían entre 10 y 17 años de edad, de acuerdo con cifras del Conapo y del Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
Repercusiones educativas y laborales
Niño Calixto refirió que algunas de las principales consecuencias sociales que trae consigo un embarazo no planificado a edad temprana, repercuten directamente en el ámbito educativo y laboral, y en esas situaciones particularmente las mujeres enfrentan una situación de vulnerabilidad.
“Lo más delicado y lamentable es la deserción escolar, la cual incide directamente en el desarrollo personal y profesional de las jóvenes, sobre todo cuando sus parejas no acompañan y no asumen la responsabilidad de una paternidad y ellas terminan dependiendo económicamente de la propia familia; en tanto que su incorporación al ámbito laboral también se da en condiciones de desventaja por ser mujeres, por ser jóvenes y porque aún se usa de forma peyorativa la definición de madre soltera.”
Por último, indicó que el Programa de Sexualidad Humana de la Facultad de Psicología ofrece talleres para Aprender Haciendo, y Reflexionar Jugando, como una propuesta pedagógica para que las y los jóvenes accedan a la mayor cantidad de información y a una educación integral de la sexualidad en la que también se pueden incorporar las mamás, los papás y cuidadores primarios.
Publicado originalmente en Gaceta UNAM