Foto: Objetos de una persona sin techo acumulados en una susursal bancaria en el centro de Madrid. (David F. Sabadell)
No es la ola de frío, aunque las bajas temperaturas no ayudan. Las muertes prematuras de personas sin hogar se dan en todas las estaciones. Una cada seis días, estiman los expertos. Cada 18 días, una muerte violenta, fruto de intentos de robo o de crímenes de odio. La última asesinada de la que se tiene noticia fue una mujer sin hogar septuagenaria, en un crimen cometido poco antes del fin de año. Los casos de dos varones marroquíes de 32 y 37 años, fallecidos en Barcelona el 11 de enero, y de un hombre de 74 años muerto el mismo día en Carabanchel (Madrid) durante el temporal del fin de semana, han devuelto la atención durante unos momentos al problema del sinhogarismo. Pero la situación de emergencia seguirá ahí cuando la nieve se haya derretido.
“Es un problema evidente que la calle mata, la vida en calle acorta la vida, entre 20 y 30 años de vida”, resume José Manuel Caballol, director general de la iniciativa Hogar Sí. Faltan datos, detalla, que expliquen cuántas personas viven en situación de calle y el problema es que se responde “a la emergencia con la emergencia”.
En esta ocasión, con la perspectiva de temperaturas de dos dígitos bajo cero, en Madrid se abrieron determinadas estaciones de Metro y se reforzó el número de plazas disponibles en albergues y centros. También en Lleida, una de las provincias azotadas con más dureza por el temporal Filomena, en Cartagena o Huelva se han incrementado el número de camas recientemente. Políticas de refuerzo que, como la nieve, un buen día se derriten. “Si añades plazas a lo que no funciona, seguirá sin funcionar”, indica Caballol.
A causa del covid-19, desde marzo, los dispositivos se enfrentan a las necesidades de higiene y a la aprensión y el miedo al contagio de las personas sin hogar
Patricia Bezunartea, directora general de Diversidad Familiar y Servicios Sociales, desliza que uno de los problemas del Ministerio que ocupa es que hay que “partir de cero” en el tratamiento del sinhogarismo. Para Bezunartea estas “políticas basadas en la emergencia, han demostrado que no resuelven el problema”.
El obstáculo es que no son fáciles de cambiar, en cuanto son las mismas, con pocos cambios, desde hace décadas. Campañas de frío, grandes dispositivos de emergencia basados en juntar a mucha gente debajo del mismo techo, “sopa caliente” y hasta la próxima campaña. Soluciones que dejan fuera a muchas personas, subraya Caballol. Se aumentan las plazas, pero no los recursos, o muchas de las posibles usuarias eligen autoexcluirse porque no quieren ir sin sus mascotas, ni separarse de su pareja. A causa del covid-19, desde marzo, los dispositivos se enfrentan a las necesidades de higiene y a la aprensión y el miedo al contagio de las personas sin hogar.
Por el contrario, son necesarias soluciones que confronten las dificultades para improvisar cuando vienen emergencias por la ola de frío, estima la directora general de Servicios Sociales: “Soluciones estables y estructurales, basadas en la vivienda”, indica, que dejen un mínimo retén de atención de emergencias.
“Sabemos que la vivienda no está sirviendo para cubrir estas necesidades: hace falta una intervención”, señala la directora general de Servicios Sociales
Algo que promueve Hogar Sí; Caballol defiende que ha llegado la hora de un cambio de mentalidad, que ponga en marcha sistema basado en alojamientos no colectivos sino individuales, y se refiere a la situación actual de la Comunidad de Madrid: “Tenemos plazas de hostales y hoteles vacíos, cuando con el mismo coste de alojamiento colectivo, o incluso con un coste menor, podíamos haber dado una solución mejor”.
Falta de información estadística
La propia noción de sin hogar es objeto de estudio y de disputa, por eso los recuentos que hay son dispares. El último del Instituto Nacional de Estadística, por ejemplo, no cuenta a quienes no acuden a los albergues e instalaciones habilitadas, con lo que se produce una distorsión de números, indica Caballol. Además, corresponde al año 2012, por tanto fue publicado en el pico de la crisis económica de 2008, lo que no permite ver cuáles han sido los efectos sobre las personas en situación de calle.
El Ayuntamiento de Barcelona publicó un estudio en 2019 que cifraba en 3.700 el número de personas en esta situación, mientras que Madrid, con una población mayor, calcula que hay 2.700 personas sin techo, de las cuales 650 duermen en la calle. En cualquier caso, las cifras para el conjunto del Estado se sitúan en torno a 30.000 personas. Un “campo base” que no permite medir, por ejemplo, el impacto que han tenido los desahucios en la última década.
Desde el Ministerio se confía en que la nueva estrategia de sin hogarismo esté lista pronto para sustituir a la actual, que caducó en diciembre de 2020. Uno de los puntos es precisamente la dificultad para tener datos. “Aunque 30.000 es una base sensata no podemos dar una cifra exacta”, indica Bezunartea. “En los últimos años se ha visto incremento de gente joven que entra en el sistema de sinhogarismo, pero también de personas mayores de 65 años, perfiles que no usaban estos recursos pero con tema de desahucios los necesitan”, indica.
“Sabemos que la vivienda no está sirviendo para cubrir estas necesidades: hace falta una intervención”, señala la directora general de Servicios Sociales, quien se remite a la Ley de Vivienda que proyecta el Ministerio de Agenda Urbana, de José Luis Ábalos como uno de los próximos pasos para tratar de revertir la situación actual.
Renovación de la estrategia
Desde el Ministerio se confía en que junto con Comunidades Autónomas, Ayuntamientos y entidades, la nueva estrategia de sinhogarismo integre un modelo de recuento que permita conocer cómo es la situación después de la crisis y de la situación habitacional.
El hecho es que la anterior estrategia fue evaluada negativamente por parte del Instituto para la Evaluación de las Políticas Públicas. Entre los elementos que destaca su informe es la escasa coordinación entre administraciones ─el Ministerio, las comunidades y los ayuntamientos─, especialmente en el ámbito político, y no tanto en el técnico. Otra de las carencias del modelo es la ausencia de un presupuesto diferenciado, algo que no ha sido subsanado en los últimos PGE aprobados.
“Ha llegado el momento, es inevitable no plantearse cambios en algunos ámbitos de política social”, señala Bezunartea, quien destaca el apoyo económico y financiero que aportan los fondos europeos de recuperación y resiliencia.
Para Caballol, es imprescindible reiniciar el sistema y modificar la mentalidad a la hora de diseñar nuevas políticas.
Políticas que llegan tarde para quienes pasan estos días en situación de sin hogar pero que estarían diseñadas a reducir el número de personas que pasan estos días a la intemperie o en recursos de emergencia. Y también a ampliar el periodo de seis días entre una muerte de personas en situación de calle y la siguiente.
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