Video y fotos: Gerardo Magallón
Santiago de Chile. 27 de noviembre. Al sur de Santiago, en el popular barrio de La Legua, conocido por la violencia y abuso policial que padecen todos los días los pobladores, se discute el estallido chileno, el qué sigue, el papel de los jóvenes y las mujeres en este país andino en el que nada volverá a hacer lo mismo.
En La Legua han sido víctimas desde hace años de allanamientos, controles ilegales y uso desmedido de la fuerza policiaca contra quienes habitan esta población, una de las primeras de la capital, fundada por obreros venidos del norte a raíz de la debacle de la industria del salitre y de campesinos de la zona centro sur que llegaron a Santiago desde 1930 en busca de una mejor vida.
El Centro Cultural de La Legua, foro autogestionado por una población perseguida, suspendió actividades teatrales los primeros días de la revuelta, porque, anunciaron, “desconfiamos de las fuerzas represivas del Estado abusador que no duda atacar y reprimir a su pueblo, y que hoy Piñera les da licencia para que usurpen nuestras calles. Suspendemos no porque queremos escondernos, sino porque queremos estar en las calles haciendo presencia, organizando rebeldemente nuestra indignación”.
Hoy, con los miles de carabineros ocupados en la represión en los diferentes puntos del país, hasta un respiro tienen en La Legua, donde las balaceras, las irrupciones policiacas, los controles de detención arbitrarios y la violencia física y psicológica contra la población son el pan de cada día.
¿Qué sigue?, se les pregunta a los pobladores en medio de una cena comunitaria organizada para debatir la situación actual. La revolución, la organización desde abajo, que se vaya Piñera, seguir en las calles, son algunas de las respuestas.