El 70 por ciento del territorio sagrado de Wirikuta, el principal centro ceremonial de los huicholes (wixárika), concesionado para la explotación minera a la empresa canadiense First Majestic, debe ser defendido por todos los mexicanos, no sólo por los afectados, sostuvo Santos de la Cruz, uno de sus líderes.
Con esta premisa participaron en el foro de Análisis para una propuesta legislativa: Wirikuta el derecho de lo sagrado, que tuvo lugar en el Senado, la escritora Elena Poniatowska, quien pidió al gobierno federal que respete los derechos de los indígenas; expertos en la materia, como Rodolfo Stavenhagen, Magdalena Gómez y Alfredo López Austin, además de decenas de representantes de ese pueblo, que aún tiene cerca de 50 mil integrantes.
“Peritaje tradicional”
Santos de la Cruz recordó que los pasados 6 y 7 de febrero acudieron a Wirikuta, en San Luis Potosí, desde las comunidades de Durango, Zacatecas, Jalisco y Nayarit para realizar un “peritaje tradicional”, porque el gobierno no consultó al pueblo ni a los habitantes en la entrega de la concesión a la minera. “Violentó el derecho de las comunidades en la toma de decisiones. Cuando el gobierno impulsa proyectos de gran tamaño, es en detrimento de nuestros derechos”.
Dijo que la sociedad mexicana y el mundo no entienden lo que es Wirikuta, “por eso nos reunimos en el cerro del Quemado –uno de los centros ceremoniales– para demostrar y explorar el sentido y la esencia de la vida, para que la sociedad mexicana lo entienda. La cultura occidental puede ver sólo un cerro, un ecosistema que se puede destruir, pero allí está el tronco común que da vida al pueblo, están las deidades y la vela de la vida”. Los recursos naturales –añadió– valen más que el oro; “no puedo dejar de tomar agua, pero sí puedo vivir sin el oro”.
Poniatowska recordó que en 1988 Wiruka fue incorporado a la red mundial de sitios sagrados de la Unesco: “es más que un desierto, es una biosfera única en la que crece el peyote y alberga especies de plantas y animales endémicos”. Mencionó que los wixárika piden “no cambiar” y respeto a su tradición. “¿Hasta cuándo vamos a permitir que sigan saboteando al país en pos del progreso?”. Se trata –dijo– de uno de los pueblos que conservan sus tradiciones intactas. Se preguntó cuándo los funcionarios públicos dejarán de velar por sus propios intereses. “Nuestra obligación es recordarles que trabajan para nosotros, el país entero”.