La Mtra. Sylvia Schmelkes, vicerrectora académica de la Universidad Iberoamericana, afirmó que Miguel León Portilla “es conciencia histórica de los pueblos mexicanos, buscador incansable de nuestras raíces, también espirituales y humanas. De nuestros antepasados indígenas, recoge sus cantos, sus mitos, su filosofía, su elaboración conceptual, su visión y su cosmovisión”.
El historiador, filósofo y humanista mexicano falleció este 1 de octubre, tras padecer desde hace algunos meses problemas respiratorios. Previo a su deceso, la IBERO realizó un exposición-homenaje por los 60 años de la primera edición de su obra La visión de los vencidos (1959), en el Vestíbulo de la Biblioteca Francisco Xavier Clavigero (BFXC).
Schmelkes del Valle recordó que en 2002, cuando León Portilla fue investido Doctor Honoris Causa en la IBERO, ella escribió el discurso de elogio para la ceremonia, por lo que hizo referencia a este texto en el que describía la importancia del trabajo académico del investigador, así como el aporte en la construcción de la identidad nacional y su defensa en favor de los pueblos originarios.
Calificó a León Portilla (1926-2019) como un maestro que “ha permitido que los mexicanos se formen con una mirada más propia de nuestro pasado, más propia de nuestro futuro. También hay que describirlo como sabio, quiene tiene a su cargo la preservación y la transmisión de los testimonios de la antigua palabra y guardián de la tradición. Ilumina con su estudio del pasado y su preocupación del presente de los pueblos indígenas lo que habrá de ser nuestro futuro como nación”.
Agregó: “También hay que describirlo como el que habla la lengua, maestro del náhuatl clásico y del culto, don Miguel ve el mundo por esta ventana para que todos los que no tenemos el privilegio de entender esta lengua podamos asomarnos por ella. Defensor de las lenguas indígenas, todas las lenguas del mundo, especialmente las que se encuentran en peligro de extinción”.
Pero también debe ser recordado como un aprendiz de su gran maestro Ángel María Garibay, pero sobre todo de los indígenas, “con quienes ha convivido, a quienes valora, aprecia y respeta en tanto herederos de otras culturas, pero también en tanto víctimas del despojo de la explotación y del dominio cultural. A quienes quiere, tanto personas y cuanto pueblos. A quienes defiende en sus causas y en sus luchas”.
Miguel León Portilla, dijo la Mtra. Schmelkes, fue empático con los indígenas, “siente con ellos y como ellos”; está comprometido social y políticamente con el proyecto de los pueblos originarios. A través de sus estudios, ha ayudado “en la construcción de un país más justo y más humano, con la utopía de la interculturalidad”.
La cosmovisión de los indígenas
La obra del Dr. Miguel León Portilla ha dado una visión integral de lo que es el México de antes y el de hoy; nos ha permitido comprender el pensamiento indígena y ser partícipes de la cosmovisión de los pueblos mesoamericanos, destacó la Dra. Ana Rita Valero, directora del Archivo Histórico José María Basagoiti Noriega del Colegio de S.I. de Loyola Vizcaínas, durante la conferencia ‘La visión de los vencidos: su autor y sus fuentes’, efectuada en la Universidad Iberoamericana.
Con motivo de los 60 años de la primera edición del libro de León Portilla, la Biblioteca Francisco Xavier Clavigero (BFXC) de esta casa de estudios montó una exposición-homenaje para recordar el papel trascendental de la obra del profesor emérito de la UNAM, de manera general, y el aporte de La visión de los vencidos, de forma particular.
La especialista refirió que para escribir este libro, Miguel León Portilla revisó cerca de 20 códices y más de 90 textos en lengua indígena, lo que demuestra el dominio de la expresión literaria mesoamericana, abordada desde sus dos máximas expresiones: la pictográfica y la caligráfica del pueblo náhuatl; así como el estudio de cantares, crónicas y documentos mayas, zapotecos, tarascos y otomíes, entre otros grupos.
“Su obra se ha encaminado siempre a ensalzar la grandeza de Mesoamérica, (pero) también con conciencia histórica vuelve sus ojos a su caída, a ese trágico desmoronamiento de una de las culturas más exquisitas. Miguel León Portilla nos presenta este drama visto desde los ‘cantos tristes’, verdaderas elegías de aquellos poetas náhuatl, que tras la Conquista se secaron las lágrimas, tomaron la pluma y se pusieron a escribir”.
Ana Rita Valero recordó que por más de seis décadas, León Portilla —quien murió este 1 de octubre a los 93 años— “nos ha descubierto el universo completo de aquellos que nos antecedieron en estas tierras, con sus triunfos sí, pero también con sus sinsabores”; y enfatizó que los aportes intelectuales y sabidurías han sido fundamentales para el conocimiento de nuestra cultura.
“Se puede afirmar que uno de los mayores aportes a la academia ha sido su acercamiento a los códices, a los antiguos libros del Nuevo Mundo, que es como él los ha bautizado. León Portilla domina perfectamente la literatura, legítimamente autóctona, me refiero a los códices de antes y y después de la Conquista, porque es necesario resaltar que aún después de la invasión española los pueblos indígenas siguieron escribiendo porque no pudieron dejar de hacerlo”.
La experta apuntó que a pesar del escenario de grandes pérdidas a raíz de la caída del imperio azteca, “la escritura sobrevivió, no se desmanteló, lo que sí pasó con otras manifestaciones artísticas (como la arquitectura y la escultura). Por eso, don Miguel ha dicho que México es una tierra de libros y lo sigue siendo después de la Conquista”.
El filósofo e historiador estudió, y esa es otra de sus aportaciones, el potencial semántico de los códices, ya que fue más allá de la simple traducción de los documentos al preguntarse sobre la relación de estos libros con las diferentes dinámicas sociales.
El estudió del códice Tonalámatl de los Pochtecas (breviario usado por comerciantes), el favorito de León Portilla, a decir de la Dra. Ana Rita, demostró la capacidad interpretativa y analítica del historiador para descifrar glifos, entender la concepción religiosa y conocer a la perfección las decenas de deidades que conformaban la cultura indígena de ese momento.
“Se metió en el intelecto de quienes lo escribieron, para ello necesitó además de entender la escritura, la profundidad de los conceptos, ideas y entrar al pensamiento mesoamericano. Miguel León Portilla, a la luz del Tonalámatl, nos tomó de la mano para descubrirnos a una de las culturas más brillantes del Nuevo Mundo”.
Este material se comparte con autorización de la IBERO