Fotos: Diego García Bautista
Ocosingo, Chiapas | Desinformémonos. Sobre tierras recuperadas los zapatistas celebrarán el 30 aniversario del levantamiento armado que le dio la vuelta al mundo. El Caracol “Resistencia y Rebeldía: Un Nuevo Horizonte”, inaugurado hace tres años en el poblado Dolores Hidalgo, municipio de Ocosingo, es la sede de un encuentro al que han llegado ya cientos de personas de más de 20 países y de casi todo el territorio mexicano. Gigantescas y coloridas mantas van anunciando a las hileras de vehículos la llegada a la tierra en rebeldía: “¡Despierten!, dormilones y dormilonas. Ya está cerca. Sólo quedan 5 kilómetros para llegar al Caracol Dolores Hidalgo”. “Despierta manito, manita, listo con tu pasaporte, credencial, curp y cuenta bancaria. Nos falta un kilómetro para llegar”. Y luego, ya a punto: “¿A qué viniste? ¿Le entras o no le entras?”.
El mensaje de bienvenida a una hora antes del Caracol refiere el tema de la celebración adelantado en el último de una veintena de recientes comunicados zapatistas: “Tierra común. Tierra de nadie”, en el que se anunció que la base material de la nueva etapa del zapatismo será la “no propiedad” de la tierra, es decir, el establecimiento de extensiones de tierra recuperada “como del común” en las que no existan comisariados, ni agentes, ni empresas, ni autoridades ejidales, ni estatales.
Mientras se esperan mayores detalles de la propuesta, desde el pasado 29 de diciembre empezaron a llegar las caravanas de autobuses, camionetas colectivas y vehículos particulares a la zona controlada. Se trata de indígenas de diversos pueblos, naciones y tribus, activistas, estudiantes, familiares de desaparecidos, defensores y defensoras del territorio y un largo etcétera que abarca algo de lo mejor que ha parido el mundo de la resistencia. Todos han tenido que pasar por la cabecera de Ocosingo, tenebroso lugar en el que justo hace tres décadas se vivió el episodio más sangriento del inicio del levantamiento. La celebración se lleva a cabo a aproximadamente una hora del mercado en el que el ejército mexicano disparó por igual a guerrilleros y civiles hace tres décadas. Algunos periodistas que ese día contaban indígenas asesinados (no en enfrentamiento, sino con un nada heroico tiro de gracia) hoy están de regreso. Se ha registrado prensa de Francia, Holanda, Alemania, Estados Unidos y diversos países de América Latina.
Los números culturales serán parte importante del festejo. Bailes, poesía y obras de teatro han preparado insurgentes, milicianos y bases de apoyo del EZLN, al igual que sus invitados nacionales e internacionales, quienes tendrán dos días para llevar a cabo sus presentaciones artísticas. Al finalizar la jornada de hoy, justo a las cero horas, los zapatistas ofrecerán el discurso oficial del 30 aniversario de lo que han llamado “el levantamiento armado contra el olvido, contra la muerte y la destrucción”.
La juventud y la niñez zapatista, la que nació 10, 20 o 25 años después del levantamiento, las niñas que ahora juegan futbol, los adolescentes que no conocieron caciques pero sí la violencia institucional que aún impera, serán los protagonistas. En las visitas de afuera también se aprecia la llegada de nuevas generaciones. Muchos jóvenes de la ciudad vienen por vez primera a un territorio autónomo. Algunos ignoran lo que el pasamontañas representa, la imagen llegó a ellos normalizada como parte de su indumentaria. La juventud carga con sus propias preguntas, retos y búsquedas.
Los zapatistas resumen así sus primeros 30 años de vida pública al interior de sus comunidades: “…los primeros 10 años de autonomía, es decir, del alzamiento al nacimiento de las Juntas de Buen Gobiernos, en 2003, fueron de aprendizaje. Los siguientes 10 años, hasta el 2013, fueron de aprender la importancia del relevo generacional. Del 2013 a la fecha fue de constatar, criticar y autocriticar errores de funcionamiento, de administración y de ética”. Pero más allá de las etapas, el zapatismo llega vivo, con músculo y empecinado en no caminar solo.