México DF. César Llaguno perdió su cajón para dar grasa el 1º de diciembre en Bellas Artes y Eje Central. Al querer recuperarlo, también perdió su libertad.
El joven de 22 años, a quien ya muchos identifican como el bolero detenido tras los disturbios ocurridos en medio de las protestas contra la toma de posesión de Enrique Peña Nieto como presidente
, trabajaba ese día en el centro de la ciudad.
De acuerdo con su testimonio, recogido vía telefónica desde el Reclusorio Norte, donde se encuentra, César vio correr a decenas de personas con el rostro cubierto sobre Eje Central. Las perseguía la policía. Él se quedó ahí, mirando la escena, cuando de pronto uno de los vándalos tomó su cajón de bolear zapatos y lo utilizó como proyectil contra los uniformados.
Yo estaba ahí viendo cuando uno de ellos agarró mi cajón y se los lanzó. Yo corrí a recogerlo y fue entonces cuando me detuvieron
.
Juan de Dios Hernández Monge, uno de los abogados de la defensa conjunta de gran parte de los 69 consignados por los destrozos a hoteles, restaurantes, establecimientos mercantiles y mobiliario de la ciudad, comentó sobre su caso:
No entiendo cómo es que está detenido. Él es un bolero que estaba trabajando; incluso, cuando era trasladado a la agencia 50 del MP tenía las manos llenas de grasa para lustrar zapatos
.
Tras 11 días de estar privado de su libertad, César toma el teléfono y lamenta su condición.
Yo trabajaba en Houston de ilegal y en 2009 me deportaron. Mi mamá me pedía que intentara regresar otra vez, pero a mí me daba miedo que me metieran a la cárcel, porque allá estuve varios días detenido y fue muy feo.
Mire, de haber sabido, mejor me hubiera ido para allá, en lugar de terminar en la cárcel aquí, sin haber hecho nada
.
Otra paradoja es que César es bien conocido en las inmediaciones del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, en la colonia Doctores, donde se dio a conocer su auto de formal prisión, acusado del delito de ataques a la paz pública con agravante en pandilla, por lo que podría alcanzar una pena hasta de 30 años de prisión.
El joven bolero suele instalarse en las inmediaciones del TSJDF para dar grasa
a abogados y visitantes que entran y salen del lugar en busca de justicia. Ahí lo conocen los litigantes que lo frecuentan, vendedores de billetes de lotería y otros comerciantes.
Ellos lo ubican como un muchacho trabajador que de vez en cuando se toma una cerveza
, pero nada más. Ha hecho de todo, cuentan, desde bolero hasta vendedor de chicles.
Lo conocen bien porque César vive y duerme en la calle. Si me la paso ahí no es porque no me alcance para pagar algo, es que, la verdad, me siento solo. A veces rento un cuarto de huéspedes para asearme y lavar mi ropa, pero no me quedo ahí siempre porque no tengo nadie que me acompañe
.
La familia del joven, quien estudió dos años de high school en Estados Unidos, se encuentra allá. Aquí no tiene más, dice.