Especialistas e investigadores de América Latina señalaron que en un contexto de economía capitalista y una política neoliberal, las universidades de la región
son gobernadas por los mercados, el Estado y las adhesiones a sus propias tradiciones, por lo que en realidad sólo ejercen una autonomía
limitadaen el mejor de los casos. Al participar en el foro Las universidades públicas en América Latina. El debate necesario, destacaron que tanto los mercados con su capacidad de imponer modelos de egresados, como los gobiernos con su propia agenda influyen en la misión, funciones y actividades de las instituciones públicas de educación superior. Andrés Bernasconi Ramírez, sociólogo y experto en el estudio de las organizaciones de educación superior, explicó que muchas de las fuerzas que impactan a la universidad
no sólo están fuera de su control, sino que son externas. Tenemos los mercados con los que interactúan las instituciones de educación superior, pero también la agenda política de los gobiernos, con sus mecanismos de control a través del financiamiento y los esquemas de buena calidad. Reunidos en el auditorio Javier Mina de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)-Xochimilco, apuntó que si se considera que las instituciones universitarias también están expuestas a una
tradición en su toma de decisiones y en su estructura organizacional, entonces tenemos que hay en realidad muy poco espacio para la actuación libre y autodeterminada. Al respecto, Guillermo Villaseñor García, especialista en políticas y organización de la educación superior, afirmó que ante las condiciones que enfrentan las universidades, y su dependencia con el mercado, el Estado, a través de su financiamiento, y con sus propia tradición de organización interna,
sostengo que la autonomía universitaria, sólo existe de nombre, o en el mejor de los casos, se ejerce de forma muy limitada, pues no existen condiciones reales para que las instituciones marquen su propia agenda.
Mucho de lo que se juegan en las universidades, indicó, se determina fuera de ellas, pues hay factores externos que no puede controlar. Tan sólo si analizamos el peso de los mercados, podemos determinar que muchas veces se imponen sobre los responsables de la política y la gestión universitaria”. A esto se suma, abundó Villaseñor, que las acreditaciones y el listado
se han convertido en estándares a los que hay que adecuarse para responder a las expectativas sociales que deben cumplir las universidades. Las instituciones de educación superior, indicó, no son sólo juzgadas por el logro de sus objetivos académicos, sino porque
contribuyen a la estabilidad y reproducción del orden social, es decir, porque se han convertido en un instrumento útil de un orden social radicalmente injusto, por eso hay interés en que permanezcan sin mayor cambio. Bernasconi Ramírez, consideró que la transformación de los sistemas de gobierno de las universidades deberá darse en un proceso a
mediano y largo plazo, pues son procesos que demandan tiempo, y sobre todo una creciente participación de alumnos y docentes, quienes deberán ser quienes impulsen este cambio hacia horizontes más democráticos.